Tiago y los agoreros
Decíamos ayer que la clave de bóveda que sostiene al Atleti es la supremacía del equipo sobre las individualidades que lo integran. Eso ha hecho posible que el Cholo Simeone cambie de alineación con la misma constancia que repite atuendo; que difumine la frontera entre el banco y el césped; que haga, si es preciso, de la necesidad virtud; que convierta en estímulos los mayores problemas. Verse obligado a prescindir de alguien como Tiago (de alguien que había conseguido tender un puente armónico entre la chispa y la experiencia, entre la calma y el empuje, entre la sensatez y el desenfreno) es, sin lugar a dudas, un problemón de aquí te espero que obliga -que ya ha obligado- al míster a reorganizar las piezas y a cambiar el libreto. Lo hizo, a bote pronto, tras aquel lance inverosímil que mandó al hospital a su alter ego y dio a las probaturas otra vuelta de tuerca en la eliminatoria frente al Reus.
Visto lo visto, o sea, lo entrevisto en un partido y medio, no parece un dislate encomendarse a la cantera para seguir plantado cara al duopolio futbolero. Con el concurso de Thomas y Saúl, que tienen, amén de hambre, hechuras y despliegue, la fortaleza del equipo podría, una vez más, sobreponerse al apagón de una de sus estrellas. Es obvio, en cualquier caso, que al Cholo Simeone, que es la única pieza que no admite repuestos, habrá de decidir lo que mejor convenga. Una cosa es segura: un hombre acostumbrado a variar la alineación con la misma constancia que repite atuendo no ha de alinear a nadie indebidamente.
Paciencia y tiempo al tiempo. Hoy por hoy, lo esencial, lo que resulta imprescindible como primera providencia, es sustraerse a la bullanga de esa caterva de agoreros que aprovechan la baja del mediocentro portugués para asestarle un bajonazo a la parroquia colchonera. De los que, especulando con las gangas del mercado de invierno, aspiran a escachar los vínculos del grupo con el pretexto de que Tiago se ha quebrado una pierna.