Lecciones de Vallecas o el rollo que no cesa
¿Jugó tan mal el Atleti, como dicen, en el choque copero que se disputó en Vallecas? ¿Fue acaso el empate a uno demasiado botín para su pobre desempeño? Un servidor de ustedes coincide plenamente con el amigo Hansel Man cuando éste asevera que el partido de Reyes -espeso, atropellado, hasta grosero, a veces- es una invitación al optimismo más que un convite para escépticos.
El equipo (más que el equipo, el once que el Cholo Simeone se sacó del caletre) no sólo se enfrentaba a un Rayo imprevisible y espoleado por la urgencia, sino, también, al reto que supone modificar de arriba abajo la partitura y los intérpretes para poner a prueba a los recién llegados y afianzar la pasarela que va del banquillo al césped. El experimento, al cabo, se solventó sin brillantez pero no sin destellos.
Savic estuvo inmenso. El pibe Kranevitter justificó la espera. Augusto, sin alardes, puso cuajo y criterio. Y cuando parecía que un zapatazo del rival iba a hacer el roscón demasiado indigesto, Saúl vino al rescate conchabado con Vietto. ¿Fue poco? Suficiente. Mientras Torres no zanje su riña con el gol y Jackson no consiga reconciliarse con su estrella, los puntos los vendimia una segunda línea de primera que, desde atrás, arrea y, en general, resuelve.
Sin gollerías, sin alardes, sin aspavientos, sin pamemas. Supliendo con empuje, con rigor, con entrega lo que la inspiración, siempre veleta, en ocasiones no concede. ¿Tan mal jugó el Atleti en ese corral de abrojos batido por el viento que era el pasado miércoles el campo de Vallecas? Hansel Man da en el clavo y un servidor de ustedes suscribe sus palabras de la cruz a la fecha. Se cumplió el expediente y lo trascendental ahora es doblegar al Celta.
¿Ganaremos, de nuevo, por la mínima? ¿Sufriremos, de nuevo, el ninguneo de los medios? Con su pan se lo coman y que les aproveche: a los aquí presentes nadie nos puede dar lecciones sobre el significado de los naufragios vistosísimos y las derrotas épicas.