Esos tres puntos que el Atleti se ha traído de Eindhoven tras doblegar al PSV en la caldera del infierno, son un salvoconducto para lograr salir con vida del grupo de la muerte. El tanto de Saúl -una volea ingrávida que se sacó de la chistera- y la estirada con que Oblak desactivó un penal quimérico, le otorgan el derecho de tutear al Bayern -que también hizo pleno- y de fantasear, incluso, con que el Vicente Calderón se despida a lo grande del panzer de Baviera.
Pero esa esa es otra historia -habría dicho Kipling- que habrá de resolverse a su debido tiempo. Lo cabal, ahora mismo, es festejar que Simeone sigue siendo el que era: un estratega inapelable y, cuando lo imprevisto aprieta, un táctico capaz de descifrar el vértigo. El Cholo no ignoraba que en el Philip Stadion el PSV puede darle matarile a cualquiera. Que De Jong y Narsingh (el trueno y la centella) cuando no son cáncer son un dolor de muelas. Y que el hipo-huracanado aullido de un graderío en pie de guerra, envalentona a los locales y acoquina a los referees que empiezan pitando a bulto y acaban silbando a ciegas.
Cuando se enfrentó, hace un año, con el mismo problema, Simeone no supo resolver el problema y salimos del paso por la salida de emergencia y porque por una vez -que no sirvió de precedente- la putañera suerte nos sonrió en los once metros. Anteayer, sin embargo, la pizarra del Cholo descerrajó el intríngulis de la zaga flamenca cerrando los espacios, gestionando los tiempos y concediéndole al balón mayor protagonismo que nunca hasta la fecha. Determinado, intenso, solidario, generoso en la entrega, fraterno en la pelea el equipo mantiene inalterable su carácter, su estilo, su ADN.
Lo novedoso es que hoy alberga a una defensa impenetrable, a un centro del campo de alta escuela y a una delantera que promete maridar la pegada con la sutileza. Simeone y los suyos (Simeone y los nuestros) no se expresaron en Holanda a través del sudor sino del cuero y además de llevar el peso del partido llevaron la batuta con un desparpajo inédito.
Queda que por fin cuaje el ménage à trois que arrejuntaría a Griezmann con Gaitán y Gameiro. Cuajará, no lo duden, y más pronto que tarde muy posiblemente. ¿Los Hombres G? Qué remedio: en éste país de chiste los chistes más tontos cuelan.