La agónica victoria del Paris Saint-Germain ante el Rennes en la tarde del viernes estuvo marcada por el gol de Mbappé en el descuento y por lo que se vivió en las gradas del Parque de los Príncipes en la primera parte del encuentro, cuando los sectores más radicales de la hinchada parisina mostraron pancartas contra la directiva y parte de los jugadores. Ambiente poco conveniente a pocos días de recibir al Real Madrid en la ida de octavos de la Champions League.
Las grietas se multiplican en París y hay un único cimiento que sustenta al equipo más caro de la historia: Kylian Mbappé. Tras el movimiento de estrellas que llevó a cabo el club parisino el pasado verano, parece que solo el joven francés mantiene en pie un equipo que, aunque es líder, no cumple con las expectativas.
Kylian todavía no ha renovado su contrato con los franceses y no parece tener la intención de hacerlo en un futuro. Paradójicamente, hace unos meses, el delantero de 23 años hizo todo lo posible para fichar por el Real Madrid, rival del PSG, y ahora es él la esperanza de la afición para evitar caer otro año más en la máxima competición europea. Su gol en el minuto 93 contra el Rennes anoche apareció como una pequeña anestesia en medio de todas las fracturas.
La más evidente, la que se ha abierto entre el club y la grada, el aficionado, motivado por los fichajes y acostumbrado a ver muchos goles, ahora se aburre y no ve en el césped la promesa de lo que una plantilla tan afamada podría aportar. Es muy grande la distancia entre los nombres y el fútbol que esos hombres pueden producir, y la grada se lo hizo saber al club de forma sonora.
Tardaron 25 minutos en ocupar los fondos del Parque de los Príncipes, en señal de protesta por el rendimiento del equipo y, cuando lo hicieron, estaban pertrechados de pancartas duras con el club y con los jugadores: "Dirigentes irrespetuosos. Jugadores sin ganas, camisetas sin nuestros colores. El único triplete del PSG este año". "Una plantilla descuidada, una disciplina que deja que desear, mercenarios sobrepagados", escribieron en letras grandes para que nadie pudiera ignorarlo.
También dejaron claro el blanco principal de sus insultos: "Leonardo: es hora de marcharse".