Corría el verano de 1999, y Xavi Hernández, posteriormente icono y referencia de la etapa más prolífica del Futbol Club Barcelona, no veía nada claro su futuro de azulgrana.
Seguía con ficha del filial, pese a haber superado ya la decena de encuentros con el primer equipo. Y aunque venía de flamante campeón del mundo juvenil con España, veía cómo su posición en el campo estaba ocupada nada menos que por Pep Guardiola.
De hecho, durante la temporada 98-99, la de su debut en el primer equipo, Louis Van Gaal le hizo bajar de nuevo al filial al recuperarse Guardiola de su lesión. Llevaba 13 partidos como titular. "Después de cuatro meses en el primer equipo se te hace difícil volver al filial, pero hay que aceptarlo", declararía el de Tarrasa.
Y en aquella tesitura apareció el Milan, una de las grandes potencias futbolísticas del momento, reciente vencedor de la liga italiana, interesándose por sus servicios.
Adriano Galliani, entonces director deportivo de los rossoneri, se reunió con el padre de Xavi para ofrecerle un contrato irrechazable: 250 millones de pesetas para las próximas cinco temporadas, casa, trabajo para toda la familia y, lo más importante para el futbolista, la titularidad garantizada.
Una oferta que encandiló a Xavi y a su padre. Pero no a su madre. Amenazó incluso con el divorcio si su hijo se marchaba de Barcelona.
"Probablemente tenía que haberse marchado, crecer fuera. Yo veía que lo pasaba mal. Pero con las críticas, las que decían que tenía que irse, o que era muy bajito, y gracias a su tozudez, Xavi se hizo fuerte" declararía Maria Mercè Creus en una entrevista para La Vanguardia en 2011.
Finalmente Xavi se quedó en el Barça, y el resto ya lo saben. 8 ligas, 3 Copas del Rey, 6 Supercopas de España, 4 Champions Legue, 2 Supercopas de Europa y 2 Mundiales de clubes conquistaría para el conjunto azulgrana. 767 partidos disputados, 85 goles y 184 asistencias en 17 temporadas.
Ahora, Xavi Hernández quiere seguir coleccionando títulos desde el banquillo.