Nunca pensó en un debut así. La Liga española estaba marcada por la igualdad aquel verano de 2001. Pero Zinedine Zidane, presentado un mes y medio antes en el Santiago Bernabéu ante una expectación inusitada, no imaginaba que Mestalla era ese hervidero. El debut que siempre ansió pero que nunca imaginó.
25 de agosto de 2001. Era sábado, el partido era adelantado y retransmitido por las televisiones autonómicas, que por aquella época emitían el mejor partido de la jornada. Un Valencia-Real Madrid para arrancar el curso 2001/02 era un portento de encuentro, ambiente sublime en el estadio valencianista. Se medían el Valencia, reciente subcampeón de Europa (aquella final perdida ante el Bayern de Múnich en Milán) y el equipo blanco con el nuevo fichaje. Era el primer encuentro de la era post-Cúper, que había sido buenísima para el equipo ché. Lo que nunca imaginaron los seguidores es que con Rafa Benítez, un técnico casi sin experiencia y que acaba de ascender al Tenerife a Primera, la historia iba a ser aún mejor.
Y con el pitido de Antonio Jesús López Nieto comenzaron las hostilidades. Zidane supo en los primeros minutos que se iba a encontrar en la liga y no iban a ser facilidades. Enseguida empezaron a pararlo con faltas, continuadas, con la típica táctica de no repetir infractor para que el árbitro no pudiera sacar una amarilla. Lo que sucede es que Albelda repitió bastantes acciones ilegales con la permisividad arbitral y fue Del Bosque, tranquilo siempre pero desesperado aquella noche, quien vio la amonestación.
El partido de Zidane no fue bueno, no tuvo ritmo y no fueron buenos los siguientes del francés aunque marcó un gol en Sevilla ante el Betis. Tampoco fue bueno el arranque del Madrid, uno de los peores de siempre. El equipo consiguió tan sólo diez puntos puntos en las primeras nueve jornadas de Liga y el Bernabéu empezó a dictar sentencia. Tan proclive siempre el recinto madridista a ser tajante, duro, inflexible, algo injusto a veces, el público silbó a Zidane en las primeras jornadas como local.
Se tuvo que hacer Zizou a la ciudad, al estadio, al equipo. Siempre pensamos que lo conseguiría porque la calidad va ligada a resolver los problemas. El francés empezó a maravillar el día del clásico ante el Barcelona, el 4 de noviembre de 2001, en un gran encuentro ganado por los blancos por 2-0. Desde entonces nada se torció, un gol majestuoso al Deportivo la víspera de Reyes, buenos partidos y el gol de Glasgow para coronar la temporada.
El Valencia de Benítez ganó aquella liga y luego el doblete (Liga y UEFA) en 2004. Para Zidane sólo un título de Liga, el de 2003, buenas temporadas en lo personal, dejando su impronta en el Madrid. Pero le tocó vivir en un equipo que, a partir de enero de 2004, se empezó a descomponer. Desde entonces hasta su adiós en 2006 fue más lo que dio Zidane al equipo que lo que el equipo le dio a él y a sus aficionados.
Hoy, miércoles 25 de agosto de 2021, se cumplen 20 años de aquella noche calurosa de verano. Del gol de Angulo, del partido televisado del sábado que siempre era una cita para el gran espectador. 20 años del debut de uno de los mejores jugadores que han visto mis ojos y autor de uno de los mejores goles, si no el mejor, en una final de Champions. Recuerdos de partidos guerrilleros aquellos Valencia-Madrid, de cuando las ligas se ganaban con 70 puntos o menos. Nostalgia pura.