La final de la Champions League 2020/2021 se disputará el próximo 29 de mayo en el estadio Olímpico Atatürk de Estambul. El partido definitivo de la temporada 2020/2021 enfrentará a Chelsea y Manchester City, dos de los equipos punteros de la Premier League, la que probablemente sea la mejor liga de fútbol del mundo o, por lo menos, sí que es la competición de clubes más mediática del planeta y con mayor poderío económico.
El Manchester City por fin ha conseguido meterse en la final. Tras más de una década en la que el proyecto deportivo fue creciendo a golpe de petrodólar, el City ha llegado al punto en el que quería estar y ahora solo le falta rematar. Su rival, el Chelsea, es otro de los equipos que han ganado presencia en Europa gracias a las inversiones multimillonarias. El empresario Roman Abramovich lleva lustros gastando mucho dinero en el equipo. Ahora bien, el club que preside el magnate ruso ya consiguió ganar la orejona en 2012, cuando venció en los penaltis al Bayern de Munich tras finalizar el partido con empate a uno. Unos años antes, el equipo londinense había conseguido pisar la final en 2008, pero en aquella ocasión fue el otro equipo de Manchester, el United, el que se llevó el título en la tanda de penaltis.
El partido será seguido por millones de personas en todo el planeta. Podemos ver en Fútbol Moderno que los canales de televisión que emitirán la final de la Champions League serán Movistar Liga de Campeones en España y otras cadenas de pago en el resto de países. Y es que la Champions dejó de emitirse en abierto hace muchos años a causa de las exigencias económicas del fútbol actual.
Según la información sobre la final de la Champions, el partido se celebrará a las 21:00 hora española, a las 20:00 en Inglaterra, 16:00 en Argentina y Chile, a las 14:00 en México y a las 12:00 en la costa oeste de los Estados Unidos y a las 15:00 en la costa este.
Según las estadísticas de la actual edición de la UEFA Champions League, los dos finalistas han sido, junto con el Bayern de Munich, que tiene mejores números aún que el Chelsea, los mejores equipos de la competición. El City ha ganado 11 de sus 12 partidos jugados y solo ha cedido un empate, siendo hasta la fecha el único equipo que no ha perdido ningún partido. Por su parte, el Chelsea ha cosechado 8 victorias, 3 empates y una única derrota, la sufrida en el partido de vuelta de cuartos de final frente al Oporto, una derrota que, gracias al marcador obtenido en la ida, no le apeó del torneo. Si solo nos fijamos en estas cifras, el Manchester City es el gran favorito de cara a la final, pero en el fútbol intervienen muchos más factores que la mera estadística. De hecho, a pesar de su favoritismo, el equipo mancuniano cayó derrotado ante el Chelsea por 1-2 en el último enfrentamiento que midió a ambos conjuntos en la Premier. Una derrota que no empaña la marcha brillante de la escuadra sky blue en una competición doméstica de la que se han proclamado campeones, pero que sí que da un serio aviso a los de Guardiola: si se confían, la final acabará mal para ellos.
Dos estilos futbolísticos enfrentados
La final de Estambul supondrá además un duelo de estilos. Por un lado, el Manchester City presenta un estilo de juego en el que priman el juego de posición y la posesión de balón. Un estilo cercano al famoso tiki taka con el que los mancunianos suelen controlar los partidos y hacen notar su capacidad técnica. Por otro lado, el Chelsea de Thomas Tuchel ha dado un giro radical a su temporada —con Lampard en el banquillo los londinenses tenían muchas papeletas para quedarse fuera de los puestos que dan derecho a jugar en las competiciones europeas—. El equipo del selecto barrio de Londres ha crecido este curso desde una fiabilidad defensiva a prueba de bombas. La clave de ese entramado defensivo está en la capacidad física de un equipo que es capaz de repetir esfuerzos de manera casi ilimitada. El compromiso en la presión de todos los jugadores permite ahogar a los rivales y forzar sus errores en las entregas, una circunstancia que los pupilos de Tuchel aprovechan para lanzar ataques vertiginosos en los que son capaces de llegar a las zonas de remate creando superioridades; sin embargo, la prioridad es defender, cerrar las líneas de pase y, sobre todo, no permitir que los rivales transiten y reciban en los pasillos interiores.
En la final habrá que ver si el City es capaz de mover el balón con agilidad y si la inspiración de sus jugadores más talentosos puede generar desequilibrios en las zonas clave o si, por el contrario, el Chelsea es capaz de adormecer las asociaciones de su rival, robar en zonas de peligro y encontrar los espacios que se crearán a la espalda de la defensa sky blue. Aunque los dos equipos tienen capacidad para correr, si el encuentro se convierte en un correcalles, los de Tuchel tendrán ventaja y estarán, a priori, más cerca de levantar el trofeo.