Tal día como hoy, pero de hace justo 110 años, nacía en el entonces Reino de Serbia Boško Petrović. Un hombre que vivió muy rápido; que antepuso sus ideales y su amor por la aviación a su brillante y prometedora carrera futbolística; y que encontró la muerte de manera prematura en la Guerra Civil española.
Porque para Božidar Petrović (7 de abril de 1911, Bela Palanka) los sueños de infancia no eran detrás de un balón, sino de los aviones.
A pesar de ello, se destacó pronto como un brillante futbolista. Su trayectoria en los terrenos de juego comenzó en la Vodjvodina, a la vez que iniciaba sus estudios de Derecho en la Universidad de Belgrado, la más prestigiosa del país. Ahí Boško se destapó como el enorme futbolista que era, llevando al equipo a proclamarse campeón regional, y finalmente segundo clasificado a nivel nacional. Era toda una gesta para un equipo de Novi Sad, codearse con los más grandes del país, y Petrović era su estrella.
Pero el fútbol de elite se hallaba en Belgrado, y ahí recaló el bueno de Boško en 1934. Lo hizo en el SK Jugoslavija, el antecesor del Estrella Roja. Petrović tenía 22 años y una prometedora carrera por delante, que se confirmaría cuando el conjunto de Belgrado se proclamó subcampeón de la liga yugoslava, sólo por detrás del BSK Beograd, el gigante del fútbol serbio por aquel entonces (en la década de los 30, ganó cinco ligas yugoslavas).
Todo aquello le valió también para obtener su primera convocatoria con la selección absoluta de fútbol de Yugoslavia, que venía de ser cuarta en el primer Mundial de la historia. Su estreno con los plavi llegaría en 1934 en un amistoso en París ante el combinado nacional francés.
El siguiente salto en su carrera, el de la consolidación como una de las grandes estrellas del fútbol yugoslavo, llegaría con su contratación precisamente por el BSK Beograd en el verano de 1936. Llegaba así al mejor equipo serbio, con todas las aspiraciones para hacerse con el título nacional.
Pero entonces su vida dio un giro de 180 grados.
En julio de aquel 1936 el equipo se marchó de gira a París para realizar una serie de partidos amistosos. Y a Boško, que no había dejado nunca de lado su pasión por la aviación –de hecho, se había enrolado en la Fuerza Aérea yugoslava-, le ofrecieron la posibilidad de probar distintos tipos de aviones. Aquello le fascinó. Se abrió un nuevo mundo ante él. Un mundo que amaba verdaderamente. Mucho más que el del balón. Así que no se lo pensó: a los 25 años, y a pesar de acabar de fichar por el mejor equipo del país, abandonaría el fútbol, y se dedicaría de lleno a la aviación. Ya ni siquiera regresaría a Belgrado con el equipo.
Iniciaba en la capital francesa un exhaustivo entrenamiento como piloto. Y ahí sería donde, unos meses después, tomaría una decisión trascendental. A pocos kilómetros, en el país vecino, se había iniciado un conflicto bélico, y Boško Petrović, que siempre se había mostrado interesado por cuestiones políticas y se había afiliado al Partido Comunista Yugoslavo –entonces en la clandestinidad- decidió intervenir.
Lo hizo a las órdenes de la Fuerza Aérea de la República Española, aprovechando su experiencia como piloto, con un pasaporte falso y bajo el nombre de Fernando García. (Según afirma la periodista Miljana Kralj, en torno a 1.800 soldados yugoslavos participaron en la Guerra Civil)
Tras entrar en el país en la Navidad de 1936, pilotaría en Albacete primero, donde pasó a formar parte del Grupo André Malraux; y en Valencia después, defendiendo la Base Aérea de Manises a bordo de un Breguet 19.
A pesar de su pericia, que le otorgaría cierta notoriedad no sólo entre sus compañeros, sino sobre todo entre sus rivales, en febrero de 1937 caería herido.
Tras su recuperación entró en combate, y lo hizo con un caza soviético Polikarpov I-15, conocido como chato. Sería enviado a la defensa de Madrid, participando especialmente en la Batalla de Brunete. En aquel tiempo derribaría entre cinco y siete aviones -según la fuente-, lo que le valdría para ser reconocido como As de la Aviación.
Incluso en algunos lugares se apunta a que Petrovic fue el primer piloto en derribar un Messerschmitt Bf 109, el caza por excelencia de la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. (Otras fuentes atribuyen tal mérito al piloto estadounidense Frank Glasgow Tinker).
El 12 de julio de 1937 el avión de Petrovic era alcanzado en combate en Villanueva de la Cañada, y el piloto exfutbolista fallecía al instante. Tenía 26 años.
Hoy, 110 años después de su nacimiento, 84 después de su fallecimiento, pueden encontrarse calles en su honor en Moravica, en Novi Sad, y por supuesto en Belgrado, donde además quisieron reconocer también su trascendencia como futbolista -a pesar de su voluntariamente corta carrera- con la dedicación de una placa en su honor ubicada en el Estadio Partizan.