Ansiedad, miedo al fracaso, excesiva presión, piernas que apenas pueden moverse en pleno partido... En los últimos años decenas de deportistas, desde la NBA hasta deportes más minoritarios pero con la misma exigencia diaria, han mostrado públicamente sus miedos y frustraciones que, hasta hace nada, eran calificados de "debilidad mental". El caso de Kevin Love es uno de los más conocidos ya que el campeón de la NBA junto a Lebron James en los Cleveland Cavaliers reveló que llegó a sufrir un ataque de ansiedad en pleno partido. Marcelo, jugador del Real Madrid, también desveló que sufrió de ansiedad en la previa de la final de la Champions de 2018 ante el Liverpool.
Pasan los años y la figura del psicólogo deportivo empieza a ganar peso dentro de los equipos de trabajo, pero en Libertad Digital nos hemos preguntado si sigue pesando sobre esa figura el cliché de la "debilidad del deportista". Para contestar a este pregunta y para analizar su función hemos hablado con uno de ellos, el psicólogo deportivo profesional José Antonio Infantes.
Pregunta: En primer lugar cuéntenos su experiencia en este campo y su día a día dentro de él
Respuesta: Soy graduado en Psicología y actualmente estudio Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Precisamente mi día a día está focalizado en mi formación integrando la psicología deportiva en el entrenamiento de los atletas de diferentes disciplinas. He trabajado con deportistas de fuerza, atletas de resistencia, opositores, gimnastas, jugadores de pádel, tenis… En definitiva con cualquier persona que tenga un objetivo que cumplir.
P: Antes de centrarnos en algo más global, el confinamiento ha generado un estado de ansiedad en toda la sociedad y como no, en el mundo del deporte. ¿Qué tipo de trabajo mental se podía hacer durante ese encierro para que el deportista no notase un bajón anímico importante?
R: Es un tema muy complejo. Al final en psicología todo gira en función a cómo el deportista percibe el confinamiento, sobre todo el de marzo que fue más contundente y que nos obligó a estar encerrados en casa. Para mí el principal factor ha estado en que el deportista, dentro de la tragedia que estaba viviendo la sociedad, buscase el lado en teoría positivo de todo esto. Debía buscar cómo mejorar sus carencias o debilidades. Si por ejemplo nunca había tratado la psicología deportiva integrarla en su día a día. Si nunca hemos pensado en mejorar la alimentación hacerlo. Si nos faltaba entrenamiento de fuerza realizarlo. Y así con muchas cosas aunque fuese con materiales caseros. Como te digo, cada uno de mis atletas tenía una situación particular. No es lo mismo un nadador que no pudo nadar que un deportista de halterofilia que sí podía levantar peso en casa. Lo que sí ha sido un denominador común es dejar el calendario en blanco ante la falta de competiciones. Eso podía provocar una desilusión y una falta de regularidad en los entrenamientos. Si tengo que destacar un trabajo común fue el de buscar objetivos serios ya sea a través de simulaciones o a través de pruebas que mantuvieran la motivación.
P: ¿Nota que se ha quitado bastante el cliché en contra de los psicólogos deportivos o sigue existiendo esa creencia de que solo si eres débil mentalmente lo necesitas?
R: Sigue existiendo. Suelo realizar muchas encuestas en redes sociales como Instagram y la gente sigue pensando que un psicólogo deportivo es para un deportista que tiene problemas o que tiene una necesidad concreta. Es todo lo contrario. Un psicólogo deportivo no es un psicólogo clínico. El clínico sí aborda psicopatologías y otras necesidades que no son las mismas que nosotros trabajamos con los deportistas. Incluso ellos siguen teniendo ese estigma. En nuestro caso los clichés son todavía más grandes porque solo nos ven como una herramienta que sirve para tratar la ansiedad o la presión del deporte en cuestión. Eso no es así. Personas que gestionan muy bien la presión y la ansiedad nos utilizan para gestionarlas aún mejor. Cuando Usain Bolt era el mejor en los 100 metros seguía entrenando para mejorar sus tiempos. La psicología deportiva es igual. Todo se puede mejorar. Por eso respondo que sí a tu pregunta, porque seguimos teniendo ese estigma. Aún así hay esperanza con este tema y poco a poco se va mejorando en ese sentido. Lo hemos visto incluso durante el confinamiento.
P: A día de hoy en la élite, viendo todo lo que está pasando a nivel de estrés o presión, da la sensación de que los equipos o los deportistas que no tienen un psicólogo deportivo están peor preparados. ¿Nota que se ha convertido en una herramienta o en un arma más para competir?
R: Sí. Es un arma que siempre ha estado ahí y que no se utilizaba. El que ahora la emplea, ya sea a nivel individual o en equipos, y además logra resultados visibles consigue que se vaya integrando la idea de que es algo positivo. Hay que integrarlo como se integran otras cosas. Entrenamiento, descanso, nutrición y también psicología. Para mí son los 4 pilares básicos. Si uno cae puede irse al traste todo lo hecho anteriormente. Si llega el día de la competición y no tienes una buena autogestión todo se puede desmoronar. Por eso hablo de esperanza en este sentido, porque la persona o los equipos que utilizan la psicología deportiva, cuando ven que funciona, la integran en su día a día y mejoran. A base de esos buenos resultados se está demostrando que podemos aportar mucho.
P: Usted que conoce lo que es la ansiedad en deportistas y lo trata con ellos. ¿Cómo se les hace comprender que lo que tienen es algo normal y que sobre todo hay herramientas para salir de todo tipo de bloqueos?
R: Es importante normalizar las emociones. Es muy normal esa ansiedad precompetitiva en un atleta que lleva preparando unos Juegos Olímpicos durante cuatro años y se la juega en una sola prueba. Eso pasa con los atletas de 100 metros en apenas diez u once segundos. Eso sí, lo que no sería normal es que esa ansiedad afectase a tu rendimiento porque eso ya sería una necesidad psicológica. No me gusta de todas formas hablar de normal o no normal. Cada uno tiene sus necesidades. Pero es una realidad que aparezcan ciertas sensaciones cuando te juegas tanto trabajo y tanto esfuerzo en la competición.
P: Siempre que hablo con psicólogos deportivos me hablan de la respiración y de la visualización. ¿Qué trucos hay de cara a tratar la ansiedad deportiva o la ansiedad general en este tipo de bloqueos?
R: Hay que diferenciar entre visualización e imaginería. En una visualizas en imágenes y en la otra metes esa carga sensitiva que te da notar el césped en el campo o el acero de la barra si levantas peso. La segunda opción es más rica a nivel de sensaciones. Pero en el caso de la visualización te pongo un ejemplo. Si alguien que tiene que levantar una cantidad ‘x’ de peso debe imaginar con muchos detalles y precisión que lo va a hacer bien o utilizar una imagen de un entrenamiento previo en el que lo ha conseguido De esa forma el poder de autoeficacia se empodera. Eso calma la ansiedad previa y hace que afronte la competición con una ansiedad controlada.
P: ¿Qué fallos cree que comete la gente cuando tiene un problema de ansiedad? ¿Querer evitarla? ¿Sentirse menos fuerte que el rival que quizá no nota la presión igual?
R: El querer evitarlo no es bueno. Al final esa ansiedad puede aparecer y se debe saber luchar ante ella. Si tú a un soldado le lanzas al campo de batalla sin una espada y sin un escudo lo que hará es evitar la guerra. Si le das unos recursos para afrontar ese momento tendrá más éxito en lo que se proponga. La gente piensa que todo debe ir fluido y normal pero hay que entender que la ansiedad y las dificultades pueden aparecer. El querer evitar eso no ayuda y evita que generemos herramientas para afrontarla.
P: Rutinas. Otra palabra que los psicólogos utilizan mucho. Es algo que también trabajan, no solo cuando hay un problema de ansiedad sino también para la evolución de los más jóvenes, ¿verdad?
R: Si seguimos con el ejemplo competitivo, que es mi campo, y nos centramos en esa ansiedad precompetitiva lo que hacemos es ritualizar mucho esos momentos previos. Lo ejemplifico. Si un atleta tiene que esperar al pistoletazo de salida y está delante de una grada llena sin saber qué hacer hasta que arranque la carrera, lo habitual es que la ansiedad se dispare. Pero si en ese tiempo muerto ritualizas el agitar las manos dos veces, golpear el suelo una vez con cada pierna, golpear los cuádriceps o decirte algo positivo logras generar una buena herramienta para controlar esa ansiedad previa a la competición.
P: En una sociedad tan basada en ganar todo el rato, ¿tenemos un problema para aceptar el miedo al fracaso o directamente el fracaso?
R: Es una pregunta muy interesante. No sé si es por las redes sociales, pero da la sensación de que ahí todo debe ser positivo y todo debe salir bien. No puede haber algo malo. Y antes hemos hablado de autogestionar las sensaciones y aprender estrategias para controlarlas. Si evitamos todo eso al final acabamos dejando de lado muchas cosas. Por eso creo que es necesario analizar qué rumbo está tomando la sociedad porque parece que más que buscar el éxito en algo, la gente está pensando en no fracasar y eso es no es positivo.