El 28 de septiembre de 1941 debutaba en el Real Madrid un futbolista guipuzcoano que pronto se destaparía como un inmenso goleador. De hecho marcó ya en su debut, con victoria blanca en el campo de la Real Sociedad. En la siguiente jornada, en su primer partido en Chamartín, sumaría tres tantos más.
Algo totalmente inimaginable sólo unos meses atrás, cuando ese mismo futbolista, de nombre Marcial y de apellidos Arbiza Arruti, se veía obligado a huir de Francia, primero, tras el asedio de los nazis; y del Batallón de Trabajadores de Miranda de Ebro después.
Nacido el 8 de julio de 1914 en Urnieta, Guipúzcoa, comenzó muy pronto a jugar al fútbol en el Colegio de los Maristas de San Bernardo, en Irún. Cuando la congregación clerical católica regresó a Francia en 1928 Arbiza, como estudiante interno, los acompañó hasta Bayona. Y en 1930, con 16 años cumplidos, se marchó a Bélgica, para estudiar Artes y Oficios.
Tras breves idilios con el fútbol tanto en Bélgica como en Irún, a donde regresaba cada verano, fue en el Hautmont donde comenzó a tomarse el deporte más en serio. Y con el modesto equipo francés fue escalando posiciones, hasta el punto de pasar de la categoría amateur a la segunda división en sólo dos temporadas. Un periodo en el que además, según se relata en Cuadernos de Fútbol, fue convocado en más de una ocasión para la selección francesa de la Liga del Norte.
Pero entonces vivir en Francia pasó a ser cosa complicada. Los aviones de la Alemania Nazi comenzaron a soltar sus bombas. Y Marcial Arbiza, que había recibido un supuesto interés de la Real Sociedad, decidió que lo mejor era regresar a España. A Irún.
Pero su pase al conjunto donostiarra no se completó. No sólo eso: poco después de cruzar la frontera fue detenido y trasladado como preso político al Batallón de Trabajadores en Miranda de Ebro. A pesar de que nunca intervino en el conflicto español pues, como comentábamos, había salido del país muchos años antes.
Fuera como fuere, Arbiza pasó a vivir en unas complicadas condiciones de esclavitud en una suerte de campos de concentración, reconocidos como tal en un informe del propio régimen franquista en el que se recomendaba el cierre inmediato de algunos campos, ante las catastróficas condiciones en que se veían obligados a vivir los internos.
Pero la suerte de Arbiza sería distinta. O, mejor dicho, cambió radicalmente en cuanto Patxi Gamborena, entrenador del Alavés y que le conocía de sus veranos en Irún, se enteró de que el futbolista se encontraba en el Batallón de trabajadores. Se desplazó hasta Miranda de Ebro, y consiguió cerrar su fichaje por el conjunto babazorro. "Para mí todo cambió de inmediato, porque si bien seguía en el Batallón, me dejaban salir cuando quería. Hasta iba en taxi a los entrenamientos, todo un lujo en esos tiempos", relataría el propio Arbiza.
En los 17 encuentros que disputó con el Alavés sumó un total de 58 goles. Casi 3’5 goles por partido. Una salvajada. El equipo logró el ascenso a Segunda División.
La llegada al Real Madrid
Normal que el Real Madrid se fijara en él, después de aquellos increíbles registros. El fichaje de Javier Arbiza, que durante un tiempo tuvo que jugar como Arruti por cuestiones de su situación penal, por el conjunto blanco se cerró gracias a la intervención de Pablo Hernández Coronado, entonces secretario técnico madridista, quien aprovechó las magníficas relaciones entre ambos equipos para hacerse con el delantero.
Y en el Real Madrid, como ya se ha comentado en este artículo, debutó con gol en la victoria en Atocha ante la Real Sociedad por 2 a 3 el 28 de septiembre de 1941. Aquella temporada Arbiza sumaría un total de 9 goles en 11 encuentros de Liga, terminando el Real Madrid segundo por detrás del Valencia. En Copa, a pesar de que el equipo cayó eliminado en cuartos por el Athletic Club, sumó 9 goles en 6 partidos.
La siguiente temporada, la segunda y última de Arbiza vestido de blanco, disputaría tan solo 8 encuentros por una lesión de tibia y peroné, sumando 8 tantos. Fue una temporada desastrosa para el Real Madrid, que terminó décimo en la competición liguera. Aunque fue también la temporada de la histórica y escandalosa goleada al Barcelona en Copa por 11-1. Arbiza no disputó el encuentro.
En aquel verano de 1943 el Real Madrid sufrió una inmensa remodelación en todos sus estamentos, con la llegada a la presidencia de Don Santiago Bernabéu. Marcial Arbiza se marcharía, ahora sí, a la Real Sociedad, donde lograría el ascenso a Primera División. En total, en 15 partidos con el conjunto donostiarra sumaría 10 tantos.
Se retiraría en 1946 formando parte del Real Unión irunés, para pasar a tener desde entonces una vida tranquila y apacible. Una vida que probablemente no hubiera tenido de no ser por el fútbol. De no ser por el Alavés. De no ser por el Real Madrid. De no ser por un olfato goleador inusitado, que le llevó de las tardes de sufrimiento en el Batallón de Trabajadores de Miranda de Ebro a las tardes de gloria en Chamartín.