Los ingleses fueron los inventores del fútbol. Y, como tal, siempre se consideraron inalcanzables ante cualquier rival. Históricamente se dio por concluida aquella supuesta superioridad en 1953, cuando la selección inglesa de fútbol perdió por primera vez en casa, en Wembley, ante Hungría (3-6).
Pero la primera derrota de los británicos ante un rival europeo se produjo mucho antes. Concretamente, el 15 de mayo de 1929, hace hoy 91 años. Y fue en Madrid, ante España. Ante la España del Divino Zamora en la portería; de Quincoces, Padrón o Rubio.
España llegó a aquella cita en claro crecimiento. Después de la decepción de los Juegos Olímpicos de Amsterdam de 1928, en los que España cayó en cuartos de final ante Italia por 7-1 en el partido de desempate (la mayor goleada oficial encajada nunca por nuestra selección) el equipo se encontraba en plena recomposición.
José María Mateo, periodista deportivo anteriormente, había tomado las riendas, y dando entrada a futbolistas profesionales y a futuras estrellas, estaba dando en la tecla en la configuración de un buen equipo.
Aunque en esa recomposición hubo una figura británica –como era habitual entonces en muchos conjuntos europeos– a su lado. Fred Pentland, el bombín.
Pentland había llegado a España casi una década antes de aquel encuentro. Cosechó enormes resultados en el Athletic, al que entrenó en dos etapas distintas, conquistando hasta cinco Copas del Rey y dos ligas, en 1930 y 1931. También dirigió al Atlético de Madrid, en la primera temporada del Campeonato Nacional de Liga (1928/29).
Conocido como el Bombín por el uso del característico gorro británico, revolucionó el estilo del fútbol habitual en España dando lugar a un juego de pase corto y velocidad del balón. Por eso José María Mateos no titubeó a la hora de solicitarle su ayuda como técnico. Y su presencia en el equipo fue sin duda clave para que se configurase un partido amistoso ante Inglaterra en 1929.
Un partido para la historia
La sensación que rodeaba al encuentro los días previos era la de que España era un país en claro crecimiento futbolístico. Posiblemente uno de los mejores del momento en el continente europeo. Pero que no alcanzaba para batir a Inglaterra, que venía de golear a Francia (4-1) y Bélgica (5-1) en los dos partidos más recientes.
No hay que pasar por alto que hasta aquel 15 de mayo de 1929 Inglaterra había disputado 22 partidos contra selecciones de la Europa continental, con un balance demoledor: veintiuna victorias y un empate, con 120 goles a favor y 28 en contra. Tan sólo había sufrido alguna derrota ante otras selecciones británicas.
Y en esa línea parecía que iba a discurrir el encuentro, disputado en el estadio Metropolitano de Madrid, ante 50.000 espectadores, en el día de San Isidro, patrón de la capital. Era la primera vez que se transmitiría un partido de fútbol por radio en España. Antes de alcanzar el minuto 20 de partido Inglaterra ya ganaba por 0-2, con tantos de Bradford y Carter. Pero al descanso se llegó con el marcador igualado a dos. Gaspar Rubio y Lazcano habían igualado la contienda.
Un Gaspar Rubio que, con apenas 21 años, era probablemente la estrella de aquella selección española, con permiso de Zamora. Rubio era un delantero puro talento, con un gran instinto goleador –anotó 73 goles en 75 partidos con el Real Madrid y 9 tantos en sus 4 encuentros con la selección– pero para el que el fútbol era un simple pasatiempo. Sólo aquello impidió que se convirtiera en una de las grandes leyendas del fútbol español.
En el arranque de la segunda mitad Carner puso de nuevo a los ingleses por delante (2-3). Parecía que se iba a cumplir la premisa: España era buena, de las mejores, pero insuficiente para doblegar a Inglaterra. Pero ya en la recta final del encuentro de nuevo Gaspar Rubio igualaba el marcador, y poco después Goiburu le daba la vuelta (4-3), otorgándole así la histórica victoria a España.
"Jamás pensé que llegaría el día en el que 11 futbolistas españoles superarían a 11 futbolistas ingleses", publicaría el Daily Express al día siguiente. Tras aquel partido, en Inglaterra comenzaría a cuestionarse su supuesta superioridad futbolística.
La mala suerte de España
Aquel resultado ante Inglaterra, aquella histórica victoria, no fue un espejismo para el fútbol español que, no olvidemos, aquel mismo 1929 había concluido su primera temporada con campeonato nacional liguero. El equipo era bueno. Muy bueno.
Pero quizá ahí comenzó también la leyenda de la mala fortuna de la selección. Porque España, para muchos el mejor equipo del momento en Europa, no acudiría al primer Campeonato del Mundo de fútbol, disputado en 1930 en Uruguay, porque los clubes se negaron a ceder a sus futbolistas para un periodo tan largo. Tampoco participaría, por ejemplo, Inglaterra por el mismo motivo.
Ya en 1932, con el equipo intacto, no hubo competición de fútbol en los Juegos de Los Ángeles. En 1934, España completaría un gran Mundial, hasta que se cruzaría con Italia…y Mussolini. Y en 1935 derrotaría a la potente Alemania en su feudo, en Colonia, pero el estallido de la Guerra Civil en 1936 terminaría de golpe con aquella selección.
Pero nadie podría arrebatar a aquella generación el hecho de ser la primera selección no británica que se imponía a la hasta entonces imbatible Inglaterra. 91 años después aún se recuerda aquella primera vez en que se puso en cuestión la hegemonía del fútbol británico. Y lo hizo España.