La seguridad de los árbitros de fútbol siempre ha sido puesta en duda. Ya no tanto en el fútbol profesional, donde más allá de los continuos insultos recibidos –que no es poco- no parece que su integridad física vaya a correr peligro. Pero sí en el fútbol más amateur, donde hemos visto recientemente diversos, demasiados, casos de agresión a los colegiados.
Sin embargo, ha habido casos en los que han sido los propios árbitros los agresores. Quizá una manera de reivindicar su desventaja; quizá simplemente como autodefensa. Pero lo cierto es que también los colegiados han protagonizado capítulos desagradables. Incluso llegándose al punto de matar a un futbolista.
Sucedió el 20 de febrero de 1999 en Hartbeesfontein, Sudáfrica, a unos 200 kilómetros al sur de Johannesburgo. Los conjuntos locales del Hartbeesfontein Wallabies y del Try Agains se enfrentaban en un derbi de máxima rivalidad, y del que después se supo había sido objeto de apuestas ilegales.
Ya en la segunda mitad, el marcador era de 2 a 0 para los Wallabies, cuando Try Agains acortó distancias. Siempre según la BBC, el tanto levantó muchas protestas en los locales, llegando a producirse una invasión de campo para increpar al colegiado, Lebogang Petrus Mokgethi, de 34 años.
Fue entonces cuando el capitán de los Wallabies, Isaac Mkhwetha, se dirigió a la zona del banquillo para coger un cuchillo de cocina, y comenzar a correr hacia el árbitro. Éste se dirigió a su vez a la grada, donde se hallaba un amigo suyo. Sin titubear, le prestó una pistola 9mm que el propio Mokgethi le había dado previamente, lo que indica sin duda la peligrosidad del encuentro ya conocida.
Según los testigos, el futbolista atacó al colegiado con el cuchillo, y éste respondió disparándole en el pecho. Mkhwetha murió ipso facto. Mokgethi fue puesto en libertad bajo fianza tras su comparecencia ante el tribunal donde alegó defensa propia.
Tras el capítulo, se hizo un llamamiento a la poca seguridad de que disponían los árbitros, quitándose de ese modo la responsabilidad del colegiado.
Algo que volvió a quedar en entredicho en 2004, cuando la historia volvería a repetirse de una manera aún más cruel. En la ciudad costera de Kenton, en el Cabo Oriental de Sudáfrica, un árbitro mató de un disparo al entrenador de un equipo de fútbol. Todo vino después de una tarjeta amarilla, que provocó las protestas de los jugadores y el entrenador del Marcelle. Éstos persiguieron al colegiado con la clara intención de agredirle, pero éste se revolvió y disparó al técnico. Falleció al instante. Además, otros dos jugadores terminaron heridos, según informó la Asociación de la Prensa de Sudáfrica. El árbitro consiguió escapar.