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El Atlético de Madrid se parte por la mitad y cae en la Copa del Rey ante la Cultural Leonesa (2-1)

La Cultural Leonesa gana 2-1 en la prórroga remontando el 0-1 de Correa a la hora de partido. Desastre global rojiblanco.

Desolación rojiblanca. | EFE

Antes de escribir ni una sola línea acerca de la histórica eliminación del Atlético de Madrid en León hay que destacar primero y en letras mayúsculas lo que un equipo de Segunda B con un corazón propio del animal que portan en su nombre hizo ante uno de los gigantes de España y de Europa. No hay que restar ni un ápice de mérito a la Cultural Leonesa, que se dejó todo en el campo para firmar una noche histórica, merecida y que deben disfrutar con el orgullo de un club que mereció todo lo que les pasó en el terreno de juego del Reino de León.

Ahora sí, una vez señalado el equipo que más merece ser señalado, toca hablar del otro protagonista de la noche copera. Habría que hablar del Atlético de Madrid de Simeone, pero sinceramente hace tiempo que no se ve a ese equipo sobre el terreno de juego. No está. Será quizá el Malaquito de Memphis, no el Atlético de Simeone. Es cierto que de vez en cuando se atisba algo de ese equipo, pero son solo recuerdos bonitos de tiempos pasados. Este Atlético aunque lo entrene Simeone no es el Atlético de Simeone y lo peor de todo es que el Cholo empieza a verse atrapado por sus propios defectos.

Se puede hablar de los 23 tiros que realizó el equipo rojiblanco, de la falta de gol, de los cuatro pases de Joao Félix que solo tuvieron una finalización positiva, de las paradas del portero de la Cultural y de los claros errores de Adán en los goles leoneses, pero que nadie se engañe con elementos de artificio. El Atlético se merece todo lo malo que le pasa y la culpa es de todos los componentes. Desde la persona que ficha, pasando por la que pone el dinero llegando al entrenador y terminando, lógicamente, en los jugadores.

Lo que hizo el Atlético en el Reino de León fue poner de manifiesto en 120 minutos todo lo malo que tiene y todas las papeletas que lleva meses comprando para, esta vez sí, llevarse un escopetazo en el pecho en plena feria suicida. Gil Marín no quiere poner más de 10 millones por Cavani. Él verá. Simeone sigue metiendo a los suyos atrás cuando va ganando. Él verá. Y el equipo tiene a once jugadores en el terreno de juego sin que haya más de uno, si es que hay uno a veces, que pegue cuatro gritos y coja del cuello al compañero que falla para que no vuelva a fallar. Ellos verán.

Los problemas están localizados y aún así nada cambia. El golpetazo en la cara rojiblanca ha llegado a cámara lenta, avisando con tiempo, mucho tiempo de antelación, y aún así todos, incluido Simeone, se lo han acabado llevando en plena cara.

Sin gol y sin personalidad no hay alma

Es imposible que un equipo que apenas tiene fútbol de creación más allá de chispazos puntuales se permita el lujo de no tener gol. Cuando un director deportivo y un entrenador diseñan una plantilla basada en un juego físico y que propone más carácter y defensa que virtuosismo, no se puede crear un conjunto sin personalidad y el Atlético es eso, un equipo sin alma. Los rojiblancos antes tenían espíritu, ahora son un espíritu.

En León, salvo Adán, el resto del equipo podría haber sido titular en cualquier partido liguero o de Champions. Defensa más que correcta con Arias, Felipe, Hermoso y el canterano Manu. En el centro un perro de presa como Marcos Llorente, la experiencia de Herrera, el recorrido y esfuerzo de Saúl y el desborde de Correa. Arriba, Joao Félix y Vitolo para dar calidad y creatividad. ¿Parece un gran once verdad? Así es, lo es, pero ¿no echan de menos una palabra o un adjetivo? Spoiler: la palabra es carácter. Y si no les gusta carácter les digo otra, jerarquía. Y si tampoco les convence esa utilizo dos, "mala leche". No había mala leche en el campo y cuando juegas a tener mala leche durante 90 minutos no te puedes dormir una y otra vez en cada partido. O pides pizza o caviar, pero no pizza de caviar, porque el sabor es horrible.

Si vas a la guerra, te metes al barro, no intentas pisar por encima de él sin mojarte las botas. No pasó ni mucho menos eso. Del 0-1 de Correa en el 61' se pasó a otra de las siestas del Atlético y, a partir de ahí, tanto de Castañeda en el 82', prórroga y el 2-1 de Benito. El Atlético con espíritu jamás hubiese perdido en León. Al Atlético, siendo un espíritu, le atravesaron los leones en su Reino. Simeone ya tiene su Albacete particular, aquel por el que aterrizó en Madrid de nuevo en 2011. Abre el paraguas Cholo, porque va a llover mucho y, la verdad, tanta agua es merecida.

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