Pep Guardiola fue la cara visible de Tsunami Democrátic, una organización separatista que alentó numerosas movilizaciones, entre ellas el bloqueo del aeropuerto de El Prat y sus accesos, tras la sentencia del juicio por el 1-O. El exentrenador del Barcelona leía un comunicado para mostrar su desacuerdo con las penas impuestas a los procesados y para pedir la movilización internacional.
Inés Arrimadas, diputada de Ciudadanos en las Cortes Generales, dejaba retratado a Guardiola horas más tarde:
Admiraba a Guardiola jugador y entrenador, pero debo condenar sus mentiras como 'político'. Muy valiente para calumniar a España pero ni una palabra sobre Qatar, donde se forraba. En nuestra democracia cabe cualquier ideología, no saltarse la ley. No es disidencia, es sedición
Arrimadas da en el clavo. Y es que es curioso como Guardiola habla de respetar los derechos humanos en un comunicado emitido por una organización separatista, mientras pone por las nubes a Qatar, un país donde la democracia brilla por su ausencia, donde se da un tratamiento denigrante a los homosexuales —la sodomía sigue estando penalizada legalmente, con penas de entre uno y tres años de prisión—. Un país, Pep, donde la mujer es la gran perjudicada en la sociedad qatarí por culpa de la Sharia o código de derecho islámica. La poligamia está aceptada incluso legalmente y que ante un tribunal es necesario el testimonio de dos mujeres para igualar el de un hombre. Un país, Guardiola, donde los los siete diarios que se publican pertenecen a miembros de la familia real.