La operación Oikos ha vuelto a colocar en el disparadero uno de los mayores problemas y agujeros negros que existen actualmente en el fútbol español. La sombra de los amaños siempre ha rodeado a nuestro fútbol y el último caso, en el que directamente se pone la lupa encima del partido entre Valladolid y Valencia del último curso, ha provocado una oleada de reacciones que incluyen indignación, asombro y sobre todo preocupación alrededor de este tema.
El Grupo Libertad Digital ha podido hablar en exclusiva con un alto cargo que estuvo varios años en el organigrama principal de un club de la categoría de plata del fútbol español y que ha sufrido de forma indirecta esta lacra que supone el amaño de partidos. A través de su experiencia en la Segunda División española nos relata estrategias y métodos, casi indetectables, para amañar partidos, algo que tiene en vilo a la Liga pese a todos sus intentos por erradicar este tipo de actividades.
Uno de los puntos que más puede sorprender tiene que ver con la posibilidad de amañar encuentros a través de un simple videojuego. Actualmente, los modos online de la mayoría de ellos permiten la comunicación directa entre usuarios, algo de lo que se aprovechaban algunos futbolistas con cuentas propias o ajenas para acordar cómo se iba a amañar el encuentro en cuestión.
"En las declaraciones que han ido saliendo sobre la operación Oikos, el juez les preguntaba qué quería decir eso de echarse un FIFA, ya que pensaban que podían estar hablando en clave. Lo que yo sé es que el FIFA y algún que otro juego tienen la posibilidad de tener un chat en directo con la otra persona. Ese era el medio que utilizaban para organizarse y amañar los partidos sin que les pudieran detectar por esa vía, algo que sí se puede hacer con llamadas telefónicas o mensajes vía WhatsApp. Incluso si lo hacían bien se podían simular los partidos eligiendo los equipos en cuestión y acordando el número de saques de esquina, amarillas o faltas. Uno hace las apuestas y el otro arregla todo con los jugadores", comenta la fuente a la que ha tenido acceso LD.
Si sorprende el hecho de que se puedan amañar partidos a través de un simple videojuego, igual de preocupante es conocer cómo se organizaba todo dentro del propio estadio, con el partido ya disputándose y con el club local sospechando sin poder hacer nada.
"Hay un vacío legal que hace que apostar a un número mayor o menor de tarjetas, faltas o saques de esquina tenga una pena inferior que amañar un resultado concreto. Ahora la tendencia es apostar así porque el castigo es menor. Hay una persona en la grada localizada por los jugadores que están en el ajo. Esa persona se pone en la grada con una gorra y cuando se la quita empieza el juego. Los jugadores ya saben lo que tienen que hacer a partir de ahí y lo hacen tras el gesto. Es la señal de que la apuesta ha entrado en una casa de apuestas ilegal de la zona de Asia o de Europa del Este. Son lugares sin regulación, no como en España que las casas de apuestas facilitan la información para controlar fluctuaciones extrañas en las apuestas. Al ser ilegales, no les salta ninguna alarma ni a la Liga ni a la Federación. Nuestro departamento de seguridad está pendiente de este tipo de gente y la Liga también", relata el exdirigente.
¿Cuándo era el momento de mayor peligro durante la temporada y qué hacen los equipos y la liga para controlar esto? La respuesta mezcla resignación e indignación: "Debido a la nueva ley que existe actualmente, los directivos de los clubes tienen una responsabilidad penal de lo que pase. Todos los clubes de Primera y Segunda División tienen un modelo de prevención de delitos penales que está enfocado en mayor medida al tema de las apuestas deportivas. Por otro lado, el departamento de integridad de la Liga da charlas a los jugadores y nosotros las grabábamos en vídeo por si acaso para tener pruebas de que todos los allí presentes recibían dicha charla. Así, después de firmar por otro lado los documentos pertinentes, nadie podía decir que ese día no estuvo allí y que desconocía las normas. Aún así es muy difícil demostrar este tipo de amaños. A veces incluso mandábamos a miembros de seguridad del estadio para que echasen del mismo a las personas que usaban la señal de la gorra, pero es muy difícil demostrar que están haciendo algo ilegal. En los últimos meses en los que yo estuve en el club, la mayor preocupación llegaba en los partidos finales".
Parece difícil entender que jugadores que habitualmente cobran grandes cantidades de dinero, sobre todo en Primera División, se presten a este tipo de amaños, pero según este exdirigente, la Segunda División española es otro mundo totalmente diferente: "Les suelen dar en efectivo una cifra que puede girar en torno a los 50.000 euros y es una cifra muy importante teniendo en cuenta que los sueldos mínimos en Segunda División giran alrededor de los 80.000. Si te llevas 50.000 más de 'regalo' por una sola actuación de este tipo... Muchos jugadores lo ven como una oportunidad muy importante. Con hablar con el portero y con uno o dos defensas lo tienen hecho. Este tipo de asuntos se llevan con dinero en efectivo, con sobres y con exjugadores, intermediarios u otras personas con contactos importantes, que son las que controlan todo. Al ser todo en negro y sin que haya constancia de dichos pagos es casi imposible controlar los amaños. La Liga con Javier Tebas al frente está haciendo lo imposible por frenarlo, pero es muy complicado".