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Chile-Italia: el partido más violento de la historia del fútbol

El peligroso clima de tensión creado semanas atrás desencadenó el que para muchos ha sido el episodio más vergonzoso en la historia de los mundiales.

El futbolista chileno Leonel Sánchez tendido en el suelo después de una dura entrada de Ferrini. | Wikipedia

Sucedió en Chile, en el Mundial del 62. Un partido que enfrentaba a la anfitriona e Italia, y que terminó dando lugar a lo que sería conocido como la batalla de Santiago. "No estaba arbitrando un partido de fútbol, sino que hacía de juez de un conflicto militar", declararía el colegiado del encuentro Ken Aston.

Para llegar a tal clima de tensión entre ambas selecciones debemos remontarnos a unos años atrás. En 1956 la FIFA anunciaba que el Mundial de fútbol de 1962 se disputaría en Chile. Las dudas sobre su capacidad saltaron de inmediato, sobre todo por parte de la prensa europea, que no entendía que se disputara un mundial en suelo americano.

En 1960 el país sufría un terrible terremoto, el más potente registrado instrumentalmente en la historia de la humanidad, y que dejó más de 3.000 muertos y más de dos millones de chilenos sin casa, además de los múltiples daños materiales en el sur del país.

Aquella tragedia fue aprovechada por la prensa para solicitar que finalmente el Mundial se disputara en Europa. Especialmente la prensa italiana, que definía Chile como el lugar menos indicado del mundo para disputar una competición tan importante, y que llegaría a escribir "Santiago es el símbolo triste de uno de los países más subdesarrollados del mundo, concentración de todos los males posibles: desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria…".

Evidentemente, aquello indignó y enfureció al país chileno. La prensa local reaccionó y contestó, dando lugar a diversas campañas que animaban a "poner a los italianos en su sitio" o "responder el insulto y el agravio extranjero". Más aún cuando el destino quiso que Chile e Italia cayeran en el mismo grupo, junto a Suiza y Alemania Federal.

Tras una jornada inaugural en la que Italia empataba con Alemania (0-0) y Chile se imponía a Suiza (3-1), el 2 de junio se presentaba un duelo clave para el futuro de chilenos e italianos en la competición. Los azzurri, porque de perder se despedían matemáticamente del mundial; los de la roja porque querían derrotar a aquellos que durante meses habían tratado de humillar a todo su país.

La batalla de Santiago

La tensión se palpó desde el pitido inicial. Incluso desde antes de comenzar: los futbolistas italianos, conscientes del clima creado, pretendieron rebajar los ánimos entrando al césped con ramos de flores que entregaron al público. Pero éstos fueron devueltos de inmediato, junto con escupitajos, monedas…

Ya en el partido, la dureza de ambos conjuntos fue extrema durante los 90 minutos. Entradas, golpes, patadas, puñetazos… Basta ver algunas de las imágenes que han quedado del encuentro para hacerse una idea del partido completo.

El encuentro, si se puede llamar así, terminó con la victoria de Chile por dos goles a cero, ambos tantos logrados en el tramo final, cuando los italianos jugaban con dos futbolistas menos. Por supuesto, ambos expulsados. Una nueva dura entrada obligó al árbitro a señalar el final a los 90 minutos exactos.

Con esta victoria se certificaba la eliminación de Italia, y Chile aseguraba su pase a cuartos, donde también se impondría a la Unión Soviética. El final de su camino en el Mundial llegaría en semifinales, donde cayó ante Brasil, a la postre campeona.

Un árbitro puesto en duda

El colegiado –que en ocasiones pareció un juez de un combate de boxeo separando a dos púgiles– de aquella terrible contienda fue el británico Kenneth George Aston.

En el fútbol italiano siempre se ha considerado aquel partido como uno de los 'robos' más grandes de su historia, quizá sólo superado por el que sufrió en Octavos de Final del Mundial de 2002, también ante la anfitriona, Corea. Porque si bien es cierto que Italia se mostró con mucha dureza, y sus dos futbolistas fueron bien expulsados, también se alegó que la dureza de los futbolistas chilenos fue, como mínimo, la misma, y en cambio todo se señaló en favor del cuadro local...

Unos años después de la batalla de Santiago George Aston pasaría a ser el director del Comité de Arbitros de la FIFA, y fue el impulsor –según él mismo, influido por el partido en cuestión y por los colores del semáforo– del sistema de tarjetas amarilla y rojas, que empezaron a usarse en el Mundial de México de 1970.

Sea como fuere, aquel terrible partido sería recordado como uno de los más vergonzosos de la historia. Probablemente, el más violento de todos. Como relataba una de las crónicas posteriores al partido, "el fútbol es un deporte muy bello, excepto en el partido que enfrentó a Chile e Italia".

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