Uno de los 12 fundadores de la liga inglesa, el Bolton Wanderers FC, atraviesa la peor crisis de su historia. Anclado en la penúltima posición de la tabla en la Championshipm, su situación económica está cerca de la bancarrota.
Mientras la directiva aún tiene pendiente abonar los salarios del pasado mes, este lunes se ha vivido un esperpéntico suceso. Su campo de entrenamiento tuvo que ser cerrado, suspendiendo la sesión preparatoria programada para los que no tuvieron minutos en el último duelo liguero ante el Swansea, al no disponer de agua, de luz ni otro tipo de suministros mínimos para poder llevar a cabo la sesión de trabajo.
Los que peor lo están pasando son 400 trabajadores del Bolton que deberían haber cobrado la última mensualidad el pasado jueves. Entre ellos, están los miembros de seguridad que deben poner orden en los partidos que se disputan en el estadio Macron.
Si los administradores y otros miembros del personal de seguridad deciden no presentarse a su trabajo en día de partido ante la deuda que mantiene el club con ellos, el Bolton incumpliría las reglas del certificado de seguridad por lo que el partido en cuestión debería ser suspendido. Una situación crítica que no parece que vaya a cambiar, al menos, a corto plazo. El propietario Ken Anderson sugirió que hasta que consiga vender el club no podrá pagar las nóminas. El futuro de uno de los fundadores de la liga inglesa pende de un hilo.