Aunque sea Copa del Rey y el título sea secundario para ambos, el partido en el Camp Nou sirvió para demostrar, por si había alguna duda, que este Real Madrid poco o nada se parece al que perdió 5 a 1 hace 100 días con Lopetegui. El Clásico volvió a ser igualado, disputado, con sus alternancias, con peleas por arañar una falta o un saque de banda. El Clásico, aunque de un nivel algo pobre, volvió a ser un Clásico como Dios manda. El Barcelona, ya sabíamos que iba a disputar todos los títulos pese a su vulnerabilidad. Ya sabíamos que es un equipo ciertamente vulgar sin Messi. Del Madrid no sabíamos mucho. Ahora sí sabemos que puede competir con todos y en cualquier escenario.
Valverde sorprendió. No porque Messi estuviera en el banquillo, sino por su sustituto. Optó por Malcom y no por el gol, pero fue el más destacado junto a Semedo en el Barcelona. Solari no defraudó. Se atrevió a sacar de inicio a Vinícius y Llorente. Quizá cojeó con Marcelo que demostró, como venía haciendo en Copa cada vez que jugaba, que no está para ser titular, y menos ante el Barcelona. Fue el flanco más débil del Madrid, una vez más. En esa banda pasó casi todo.
Los primeros quince minutos fueron del Madrid casi en exclusiva. La entrada en escena de los blancos fue portentosa. Presionando arriba, robando en campo contrario y con espacios para que Vinícius asustara. Fue un miedo descendente. A medida que avanzaba metros y se acercaba el área, la jugada moría por una mala decisión o un mal disparo. No es una crítica. Es más de lo que hace el 95% de los chavales a los 18 años. Ya les gustaría a todos ganarse en el campo el protagonismo que ha tenido. Alternaba maneras de Mbappe con errores de juvenil. Pero es que es justo eso: un juvenil.
El Madrid lo buscaba como no hacía mucho tiempo con Cristiano. Robo y pase a la izquierda para que corriera al espacio Vinícius. Una opción que no ha tenido el Madrid hasta su aparición. El 0 a 1 llegó pronto, a los seis minutos en una conexión perfecta de Lucas, Benzema y Vinícius. Ellos solos volvieron locos al Barcelona. La acción hay que verla detalladamente para aprender conceptos. Benzema inicia la jugada pegado a la izquierda en el centro del campo y tras abrir a banda con Vinícius, inicia el esprint hacia el área. Como está Lucas en el corazón, él coge el segundo palo. Y ahí justo aparece el centro del brasileño. Jordi Alba calcula mal, Benzema controla y pasa a la perfección y Lucas, con un toque, mete el balón a portería tras ganar la carrera corta a Lenglet. Era el mejor inicio posible. Y ahí no quedó la cosa. El Madrid se vio con opciones de meter mano a la eliminatoria. Quiso, pudo, pero no lo consiguió. Hasta el primer cuarto de hora el Madrid tuvo bastantes opciones de ampliar el marcador. No tanto por juego asociativo desde atrás, sino por la ordenada y medida presión. La jugada más clara para el 0 a 2 evidencia por qué Vinícius tiene granos en la cara y aparato en la boca. Es un tres contra uno en el que el brasieño se pelea con Benzema por dirigir la jugada de ataque cuando Llorente observaba la escena, sólo, para rematar ante Ter Stegen. Vinícius demostró ansiedad, pero es lógico, y se prefiere esto, un jugador pasado de revoluciones, a un Bale, que luego salió por él, pasado de ansiolíticos. Las ocasiones falladas y la amarilla, inventada por Mateu, a Ramos, fue lo único negativo de los blancos en el primer cuarto de hora.
Desde entonces, poco a poco, el Barcelona se fue adueñando del encuentro. El Madrid pasó de comerse el mundo a esperar atrás. Son fases lógicas en este tipo de partido, pero esta fase al Madrid se le hizo muy larga. Hasta los últimos minutos de la segunda mitad con los cambios. El Barcelona, como han hecho todos los equipos que se han enfrentado a un Madrid con Marcelo, volcó su ataque por la derecha. Al contrario de lo que suelen hacer con Jordi Alba por la izquierda. Malcom y Semedo se pusieron las botas, como era de esperar. Si no era porque Marcelo estaba mal colocado, era porque su físico no le daba para más. Keylor Navas paró un mano a mano a Malcom tras una acción en la que el linier si hizo bien al no levantar el banderín ante la duda. No como pasó en el Bernabéu hace cuatro días. Rakitic mandó un cabezazo al larguero y el portero del Real Madrid volvió a salvar a los suyos con una gran intervención a disparo de Luis Suárez. Ir con Marcelo al Camp Nou es como ir a la segunda Guerra Mundial y encontrarte en la playa de Normandía sin casco o un fusil. Sientes que te falta algo o alguien: Reguilón.
Pese a las ocasiones y al dominio del Barcelona, los azulgrana no son igual sin Messi. El vacío que deja el argentino es enorme. Es evidente. Estando lesionado y con la relativa importancia que tiene la Copa, la afición pidió su entrada al unisono. Antes de su entrada llegó el empate del Barcelona en una jugada extraña a más no poder. Lucas y Carvajal frenaron a Jordi Alba, como no sucedió con Lopetegui en el anterior Clásico, hasta el tanto de Malcom. Un pase en largo dejó al lateral ante Keylor Navas. El rechace del portero cayó en Luis Suárez que, casi sin ángulo, disparó al poste. Y de nuevo, otro rechace, cayó en Malcom. Con Carvajal encima y con tres defensas bajo palos, el extremo encontró el hueco para meter el balón entre palos. La repetición, con Marcelo bajando andando, le deja otra vez en mal lugar.
La segunda mitad fue un monologo del Barcelona. Llorente se lesionó. Entró Casemiro, flojo o blando hasta que pasaron unos minutos. Bale por Vinícius en el Madrid. Y en el Barcelona, Rakitic por Arturo Vidal y Messi por Coutinho. Ya le ha comido la tostada Dembelé. Ahora hasta Malcom. Intrascendente partido del ex del Liverpool. Saltaba Messi al campo con media hora por delante pero se notó que no estaba al 100%. Aun así, por si no estaba echado atrás el Madrid, su entrada hizo que todos dieran un paso más atrás. Y eso que no hizo nada. Los cambios demostraron, por si había dudas, que para Solari, Lucas Vázquez es fundamental. No lo quitó hasta los últimos minutos para que Asensio intentara alguna cabalgada. Y pese a que el Madrid había decidido firmar el empate desde hacía bastantes minutos, la mejor ocasión que le faltaba al partido fue para los blancos. Gareth Bale, que no había tocado la pelota en 20 minutos, cogió un magnífico pase de Benzema tras una mala salida de Ter Stegen, para fallar un gol imperdonable. Sin portero, controló mal y remató la acción con un recorte que le olió Semedo.
El empate es justo y bueno para los dos equipos. Para el Barcelona, porque son conscientes de lo que son sin Messi y porque se temieron lo peor al inicio. Y también para el Real Madrid, que volvió a sentir ese gusto de competir ante los mejores. Jugó con inteligencia. Cogió ventaja pronto, supo sufrir, y ahora puede rematar la clasificación a la final de la Copa del Rey ante su afición.