Después de meses, de muchos meses, el Santiago Bernabéu volvió a ilusionarse con algo. en eliminatoria de octavos de Copa del Rey. No fue por el partido del Real Madrid, que no fue para tirar cohetes pese a lo que indica el marcador, sino porque durante un minuto, en el 78, al menos durante ese minuto, la afición se llevó una alegría, algo que les haga ilusionarse. El golazo de Vinicius, con una volea en el aire, despertó a todos. El partido era espeso, no sucedía nada extraordinario, pero el tanto del brasileño, aunque sea un chaval de 18 años, sirve para que la afición se agarre a algo. Se marchó ovacionado a los segundos de marcar y salió en su lugar Brahim. Total, que se juntó el mejor momento de la noche con la entrada del nuevo, que eso siempre gusta.
Dejando al margen este momento como si fuera un paréntesis, el Madrid ganó con lo justo. Se llevó el partido de ida ante el Leganés con casi lo mínimo. Un resultado excelente de por sí y más teniendo en cuenta los méritos de cada equipo, que fueron similares hasta mediados de la segunda mitad. Un gol tras un penalti dudoso sobre Odriozola y un error monumental de Bustinza que regaló el tanto a Lucas Vázquez que pudo meterse con la pelota dentro de la portería. Nada más. El Madrid no está para tirar cohetes y las victorias, aunque sean así, sin entusiasmar, se aceptan aunque sea a disgusto.
Cada vez hay menos espectadores. Hoy hubo 44.231. Ante el Melilla, equipo de Segunda B, para que se hagan una idea, hubo 55.243. ¿La hora que es mala? Sí. ¿Qué hace más frío? También. Pero si el Madrid no aburriera a las ovejas, habría seguro más valientes en el Bernabéu. Porque son eso, valientes.
El Madrid salió enchufado. Como si el mensaje de Modric hubiera calado. No conceder ocasiones ni cometer "cagadas" en los primeros minutos. Y es cierto que empezaron mejor. Abarcando mucho más campo con Valverde pero como casi toda la temporada, a medida que pasaban los minutos, el Madrid se fue diluyendo poco a poco. Genera muy poco para los jugadores que tiene y atrás sigue sufriendo. Hasta el penalti sobre Odriozola que transformó perfectamente Ramos, el partido era totalmente igualado y se pudo adelantar el Leganés en una de las cuatro o cinco ocasiones claras que tuvo el debutante Braithwhite. El atacante no llegó a un pase de la muerte por centímetros, falló un mano a mano y ganó dos cabezazos peligrosos. Uno fue a las manos de Keylor Navas y el otro exigió los mejores reflejos del costarricense.
El Madrid sí notó, en positivo, la entrada de varios jugadores. De atrás hacia adelante. Reguilón siendo un lateral como Dios manda. Seguro en defensa y subiendo con coherencia y reculando como si fuera su principal trabajo. Odriozola fue un puñal. El mejor del partido. Es un correcaminos. Quizá siga corriendo a estas horas. Y gracias a ello, genera espacios, llega a línea de fondo y se desmarca, que no lo hace casi nadie. Así tuvo el penalti, otro penalti que sí era y no se pitó y un mano a mano en el que falló al pasar cuando la mejor opción era tirar. En el centro del campo, Valverde. Juega poco pero tiene físico y no suele fallar en el pase, algo que sí le está pasando más a Casemiro. Y arriba, Vinicius. No participó tanto porque la mayoría de los ataques fueron por la banda derecha, pero sigue siendo incisivo, no duda a la hora de encarar y sacar las bicicletas y aunque falló un par de ocasiones claras, lo compensó con el citado golazo de volea.
Si en la primera parte, hubo ocasiones e igualdad, en la segunda no fue así. No pasó casi nada. El Leganés hincó la rodilla tras regalar el segundo gol con una cesión muy blanda de Bustinza que aprovecha Benzema para regalar luego el tanto a Lucas. Veremos si este partido, la primera victoria del 2019, sirve para que haya un cambio de dinámica. Pocos argumentos han dado para pensar en ello pero al menos y a diferencia de la pasada temporada, no la han liado ante el Leganés y parece que estarán en los cuartos de final de la Copa del Rey.