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Alexandre Villaplane, de héroe del fútbol francés a asesino nazi

Capitán de la selección francesa en el Mundial de fútbol de 1930, diez años después era uno de los miembros más sanguinarios de la ‘Gestapo francesa’.

Alexandre Villaplane, durante su época como futbolista del Nimes. | Wikipedia

Pocas veces la expresión ‘de héroe a villano’ adquiere tanto significado como cuando se repasa la historia de Alexandre Villaplane. Jamás nadie pensaría a sus 25 años, cuando era el ídolo del fútbol francés, que se convertiría en un asesino sanguinario con el paso tan solo de una década. El motivo sería difícil de definir, pero parece que sus ansias por hacer dinero son el patrón que le llevaron a tan radical cambio.

Villaplane había nacido en 1905 en el protectorado francés de Argelia, aunque bien pronto regresó a los orígenes de su familia: Montepellier. Fue ahí donde descubrió el fútbol, y ya a los 16 años se enroló en uno de los mejores equipos de la comarca, el FC Sète.

No tardó en convertirse en un jugador interesante, por sus cualidades como centrocampista, atípicas para la época. Villaplane era un futbolista completo, bueno en la destrucción del juego, pero también magnífico en la construcción. Y con una capacidad de mando inusitada para su edad. Una capacidad de mando que más tarde demostraría también en otros ámbitos…

A los 22 años fichó por el Nimes, donde confirmó su progresión, y también otra faceta que terminaría por convertirle en estrella: fuera de la cancha era tan bueno como dentro. Era simpático, hablaba bien, sabía rodearse de gente interesante… Una característica que le permitió, a pesar de lo inusual de aquellos años, vivir del fútbol. No trabajaba. Fue una de las primeras estrellas mediáticas del fútbol. El primer internacional francés de origen norteafricano.

Mucho más cuando a los 24 años fichó por el Racing Club de Francia, que bajo la batuta de Villaplane pretende hacerse con el cetro del fútbol francés. El futbolista ve aumentar considerablemente su sueldo –aunque entonces no se podía reconocer-, y también su fama. Se convierte en habitual verle en los bares, en los cabarets, y también en cualquier lugar donde se pueda apostar. Porque Villaplane ama apostar, sobre todo en los caballos.

No obstante, su rendimiento en el Racing Club es muy alto, por lo que a nadie sorprende que, a pesar de sus 25 años, Villaplane es el capitán de la selección francesa que disputa el primer Mundial de fútbol, en Uruguay, en 1930. Francia acudió más a la cita por cumplir con el anhelo del creador de la competición, Jules Rimet, que por voluntad propia, por lo que sus resultados no son brillantes. Pero sí el juego de Villaplane, al menos así lo relata la prensa, con lo que su fama en su país alcanza cotas de héroe.

Él no lo sabía, pero aquel sería su último mundial. En 1934 tenía 29 años, edad perfecta para jugar; pero es que en aquel momento Villaplane ya sería un exfutbolista…

Se perturba el camino

En 1932 Villaplane ficha por el Antibes, un equipo que, aprovechando que ese mismo año el fútbol francés legaliza la profesionalidad, se convierte en el nuevo rico del país. Sueña con ser en una superpotencia, y apunta al magnífico centrocampista para liderar ese anhelo.

Durante aquel año el Antibes cumple con los pronósticos, y se clasifica para la final del campeonato. Pero esa final nunca se llegará a disputar. Antes, se descubre que el equipo había comprado un partido, ante el Fivois. Se acusa a tres futbolistas de ser los culpables, y entre ellos, claro, se encuentra Alexandre Villaplane.

Los tres son expulsados, y al año siguiente Villaplane recala en el Niza, que a las pocas semanas se arrepiente de su fichaje. Apenas brilla como solía hacerlo. Ya no lucha. Ya no corre. Desmotivado, sus mayores preocupaciones se encuentran en las apuestas. Continuamente se le ve en diferentes hipódromos, con compañías poco recomendables, despilfarrando la fortuna que había acumulado con el fútbol.

La temporada 33/34 la concluye en un equipo de segunda división, la Bastidienne de Burdeos. También será apartado. Obviamente, no será citado por el combinado nacional que va a disputar el Mundial de 1934. De hecho, mientras se disputa el campeonato, el que fuera el primer capitán de Francia es arrestado por amañar apuestas en el hipódromo.

Matar, una manera de seguir ganando dinero

Sus entradas y salidas de prisión se van sucediendo durante años. Olvidado ya el fútbol, sigue con su afán de ganar -y gastar- dinero. Primero con las apuestas, aunque para ello tenga que saltarse la ley. Y después, también, con pequeños crímenes como hurtos y contrabando.

Por eso, para una persona sin escrúpulos y oportunista como era Villaplane, la invasión de las tropas nazis en 1940 se le presentó como una magnífica oportunidad. Henri Lafont, un buen amigo que había hecho en prisión, le llama para que forme parte del grupo criminal al servicio de los nazis que había creado. Son mercenarios, cuyo único objetivo es amasar dinero mediante la desesperación de sus compatriotas. Capturan y torturan a judíos, partisanos y cualquier cosa que se considere ‘enemiga del Reich’. Serán conocidos como la ‘Gestapo francesa’.

Villaplane es uno de los más duros, de los más sanguinarios, así que irá escalando posiciones hasta convertirse en uno de los miembros más influyentes. Entre sus mejores gestos, el liderazgo de un grupo que se dedica a prometer ayuda a los judíos para escapar a cambio de sumas importantes de dinero para, una vez conseguidas, fusilarlos.

Poco después pasará a dirigir una de las cinco secciones de la Brigada Norte Africana para luchar contra los opositores a los nazis. Alex Villaplane luce orgulloso uniforme de las SS. Su fiereza le hace ganarse una gran reputación, y es apodado SS Mohammed.

Hasta que el excapitán de la selección francesa de fútbol se percata de que el rumbo de la guerra está cambiando. Ahora, los nazis no están ganando, sino que su caída se acerca. Entonces, junto a su brigada, pasa de matar a salvar a los judíos. Siempre a cambio de dinero, claro. Se habla de unos 400.000 francos por judío.

El 25 de agosto de 1944 el gobernador militar alemán de París durante los últimos días del dominio nazi Dietrich Von Chlotitz anuncia la rendición, y los colaboracionistas serán capturados. Entre ellos se encuentra Alexandre Villaplane, acusado de alta traición y responsabilidad directa en numerosos homicidios.

Durante los juicios se describe cómo participó en detenciones ilegales, torturas, violaciones, asesinatos, robos… y se afirma que "varios testigos contaron haber visto, con sus propios ojos, como Villaplane arrancaba de las manos las joyas a judíos y gitanos, aún ensangrentados y moribundos. En su rostro, se reflejaba una profunda sonrisa de satisfacción. Parecía casi fortalecido".

En diciembre de ese mismo año sería fusilado en Fort de Montrouge, a las afueras de París.

Nadie derramaría una lágrima por aquella bestia sanguinaria que sólo unos años antes había capitaneado a la selección de Francia en el Mundial de fútbol, había conquistado el corazón de los seguidores de todos sus equipos por su ejemplaridad en el campo y su entrega continúa, y se había convertido en el ídolo del fútbol francés.

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