Luis Enrique Martínez es el nuevo entrenador de la selección española de fútbol. El asturiano firma para las dos próximas temporadas y sustituye en el cargo a Fernando Hierro.
Luis Enrique, que actualmente se encontraba sin equipo, entrenó a la Roma, el Celta y el Barcelona y llega al cargo acompañado de su staff técnico habitual –Robert Moreno, entrenador adjunto, el psicólogo Joaquín Valdés, el preparador físico Rafel Pol, y habrá que ver si se suma a la causa como segundo entrenador Juan Carlos Unzué, ex del Celta y que actualmente no tiene equipo–.
Carácter y riqueza táctica
Si por algo se caracteriza Lucho como entrenador es por la riqueza táctica que han mostrado sus equipos y por su carácter. A pesar de que en el Barcelona Lucho tuvo que bajarse los pantalones y morderse la lengua para no irse a la calle –es lo que tiene entrenar a Leo Messi, o pasas por el aro o te vas–, el asturiano mostró en la Roma y en el Celta que no se casa con nadie –que se lo digan a Totti: el astro italiano tuvo sus más y sus menos con Lucho pero cuando se marchó dijo que fue el mejor entrenador que tuvo en su carrera–. Las jerarquías, respetadas hasta el extremo por Fernando Hierro en el pasado Mundial, quedarán en el olvido con la llegada del asturiano. Los méritos deportivos y los estados de forma pasarán a ser la clave que marcarán las convocatorias y las alineaciones.
Otra de las cualidades de Luis Enrique como técnico son sus recursos tácticos. En el Barcelona supo cambiar el estilo, terminando con el famoso tiki taka que sin Xavi ya no funcionaba –con el Tata el Barça tocó fondo–, apostando por las rápidas transiciones y un juego posicional mucho más vertical. Capaz de cambiar de dibujo táctico durante los partidos apostando por un plan diferente al inicial, Lucho, al igual que hacía Lopetegui, hace una radiografía completa del rival de turno y no se le caen los anillos por adaptar el esquema para atacar las debilidades del rival y protegerse de sus fortalezas.
Uno de los aspectos que más ha tenido en cuenta Luis Rubiales y su junta directiva a la hora de elegir a Luis Enrique es su apuesta por los jóvenes. Llega una nueva era a la selección y el asturiano es un técnico capaz de detectar el talento y no tiene problema alguno en dar la alternativa a la sabia nueva.
Su equipo de trabajo es una de sus armas. Cuando llegó Luis Enrique al Barcelona, el esquema, el 4-3-3, era incuestionable. Tras su salida y la llegada de Txingurri Valverde, el 4-4-2 ya no es una utopía. En su equipo técnico tiene a Roberto Moreno, técnico adjunto y autor del libro Mi 'receta' del 4-4-2. Juan Carlos Unzué, segundo entrenador de Luis Enrique en el Celta y en el Barcelona, es el encargado de la estrategia. Unzué, que no tiene carácter para ser capitán de barco, es un as de la pizarra. Tanto el conjunto olívico como el azulgrana mostraron una tremenda mejora a balón parado con su llegada.
Preparación física estricta –Rafel Pol, el preparador físico que le acompañará en su aventura con la selección, es un auténtico gurú a sus 30 años–, disciplina como bandera hasta en el plano nutricional, minucioso en el día a día –en Vigo aún se mantiene en A Madroa, campos de entrenamiento del Celta, el andamio de tres pisos que mandó colocar Lucho para seguir parte de los entrenamientos desde lo más alto–, alejar a los directivos del equipo, cerrar los entrenamientos, buscar actividades extradeportivas, y ser cercano con los jugadores son otras de sus características como técnico.
Ruedas de prensa con miga
Luis Enrique, por su carácter, choca con los periodistas. Ácido y vinagre, dice lo que piensa y eso, en muchas ocasiones, levanta polvareda. Sus ruedas de prensa serán movidas.