Unas horas antes de empezar el decisivo partido de la fase de grupos ante Argentina, en el que si los africanos ganaban o empataban, se clasificaban a octavos de final, John Obi Mikel recibió una llamada: "Me dijeron que matarían instantáneamente a mi padre si informaba a las autoridades o se lo contaba a alguien."
"Jugué mientras mi padre estaba en manos de bandidos. Tuve que superar el trauma. Estaba emocionalmente angustiado y tuve que tomar una decisión sobre si estaba mentalmente listo para jugar. Estaba confundido. No sabía qué hacer pero, al final, supe que no podía dejar 'tirados' a 180 millones de nigerianos. Tuve que apartarlo de mi cabeza y representar a mi país primero". Así contaba el jugador del Tianjin TEDA, la angustia que vivió en esas horas y la valentía con la que afrontó la situación.
Finalmente, pasados seis días, y después de que el jugador nigeriano pagara alrededor de 24.000 euros, su padre fue puesto en libertad. "Mi padre fue liberado de manera segura el lunes por la tarde. Agradezco a las autoridades policiales sus esfuerzos por el rescate y el apoyo que he recibido de amigos y familiares. Desafortunadamente, mi padre ahora está en el hospital recibiendo tratamiento de emergencia como resultado de la tortura que recibió durante su captura" aseguró Obi Mikel.