Tras el tremendo fracaso de la selección en el Mundial de Rusia, la andadura de Fernando Plomo Hierro como seleccionador toca a su fin. Hierro, que fue incapaz de encontrar respuestas a los problemas, está sentenciado. El partido contra Rusia, un rival que se encerró atrás y se colgó del larguero, fue un esperpento desde el punto de vista táctico. 1.200 pases dio España ante el anfitrión, el 99% de ellos horizontales, para rematar 3 veces a puerta. ¡Un lanzamiento por cada 400 pases! El partido, un bodrio insufrible, se convirtió en una lucha entre el anti-fútbol contra fútbol sala de pacotilla.
Ante Rusia, a España le volvió a faltar velocidad, desborde, movilidad de los hombres de arriba, disparo de media distancia... Es inadmisible jugar al fútbol andando y ser tan corto de miras. Si el rival juega con tres centrales y dos laterales, es de cajón jugar con dos puntas. Plomo no lo vio hasta la prórroga. Sin plan B, otra vez los cambios llegaron muy tarde. De nuevo, las jerarquías se impusieron a los estados de forma. Y nos costó muy caro. Caer eliminados contra cuatro amigos –Rusia era la segunda peor selección por ranking FIFA de las 32 que comenzaron el Mundial–.
Suele decirse que los grandes equipos no necesitan entrenador. Los jugadores buenos se entienden entre ellos y solo necesitan que el míster de turno ejerza de motivador y que, como mucho, acierte en los cambios. Pues bien, conviene apuntar en rojo el otro extremo. Un entrenador nefasto puede cargarse a cualquier equipo.
España se va del Mundial tras realizar tres partidos (y medio) lamentables. Ante Portugal, mostramos algo de luz durante algunos minutos. De Gea fue el único consecuente. Estuvo patético durante los cuatro partidos y se lleva su premio. Firma los peores números de un portero –1 parada en 4 partidos–, desde Inglaterra 1966.
Tras el análisis, toca tomar decisiones. Lo primero será fichar un nuevo seleccionador. Además de los Paco Jémez o Quique Sánchez Flores, suena con fuerza en las últimas horas el nombre del actual seleccionador belga, el español Roberto Martínez. Bob Martínez se doctoró ante Japón en los octavos de final. Dio una lección de lo que un entrenador debe aportar. Soluciones. Bélgica perdía 2-0 en la segunda parte y tenía pie y medio fuera del Mundial. Ante la imposibilidad de superar a los japoneses con su habitual juego asociativo, Bob tocó a rebato. Juntó a dos torres como Fellaini y Lukaku y ordenó colgar balones. Japón, sin altura ni oficio, no resistió el acoso aéreo. Bélgica remontó y se metió en cuartos.
Futbolísticamente, Roberto Martínez parece el candidato idóneo para comenzar una nueva era en la selección. Riqueza táctica, buen gestor de grupo, en Bélgica está demostrando que tiene madera para llevar las riendas de una selección, carácter y no se casa con nadie –dejó fuera del Mundial a Radja Nainggolan, una de las grandes estrellas belgas–. Martínez, que tras jugar en el Real Zaragoza se marchó al Reino Unido con 22 años, se ha pasado 21 años en ese país. Tras convertirse en una leyenda en el Wigan, fue elegido mejor jugador de la historia de los Latics yterminó su carrera siendo entrenador-jugador en el Swansea. Luego, pasó por el Wigan y el Everton antes de comenzar, en agosto de 2016, su andadura como seleccionador belga.
¿Tiene lazos independentistas?
El único punto oscuro de Martínez Montoliu, que nació hace 44 años en Balaguer (Lérida), para ser el candidato perfecto a nuevo seleccionador español es el coqueteo que tuvo Bob con la plataforma catalana independentista, Guanyarem.
Guanyarem (Ganaremos) fue una campaña puesta en marcha por deportistas catalanes para apoyar el deporte de la comunidad autónoma. Con ese pretexto se unieron centenares de deportistas catalanes que perseguía la oficialidad de las selecciones catalanas o el reconocimiento del Comité Olímpico Catalán, reivindicaciones con un claro tono secesionista. La campaña se puso en marcha el 7 de septiembre de 2015, pocas semanas antes de las elecciones autonómicas del 27 de septiembre, planteadas por el nacionalismo como un plebiscito para la independencia.
Martínez, que no se ha manifestado en público en temas políticos, apareció en el grupo de deportistas que mostró su apoyo a la plataforma en octubre de 2015.
Martínez, ¿uno de los engañados por Guanyarem?
Guanyarem consiguió reunir el apoyo de más de 200 deportistas catalanes. Algunos, como Sergio García –delantero del Espanyol– o Joan Capdevila, mostraron su enfado al sentirse estafados por la plataforma por utilizar su imagen de cara a las elecciones catalanas. A ellos les vendieron que su imagen serviría para ayudar al fútbol base catalán, igual que un andaluz podría apoyar al fútbol modesto andaluz. Les dijeron que no tenía nada que ver con política. Nada más lejos de la realidad. Guanyarem tenía nada de deporte y todo de reivindicación política, con el independentismo como principal objetivo.
Capdevila y Sergio García, sin embargo, nada tienen que ver con el independentismo. Pecaron de pardillos pero no son sospechosos habituales. Ambos defendieron los colores de la selección española y el propio Sergio García reconoció públicamente que se sentía un "españolazo". Martínez, que lleva fuera de España desde los 22 años, puede que sufriera el mismo engaño, o no. Lo que no es lógico es que alguien que no se siente español y que lucha por la independencia de Cataluña se siente en el banquillo de la selección española. ¿Será el caso de Bob Martínez? La duda está ahí.