David de Gea está firmando un Mundial lamentable. El portero del United, además de mostrarse tremendamente nervioso en cada acción -cada balón colgado al área española es un drama-, firma los peores números de la cita mundialista que se celebra en Rusia en cuanto a guardametas se refiere.
Ojo al dato
De Gea solo ha sido capaz de realizar una parada en los tres partidos disputados -un uno contra uno frente a Boutaib, el gigantón marroquí que marcó el primer tanto de los de Hervé Renard-. A David le han lanzado siete tiros a puerta. Seis de ellos han terminado en gol, aunque uno, el que marcó el iraní Saeid Ezatolahi, fue anulado por fuera de juego. Su porcentaje de paradas se sitúa en un pírrico 14,3%.
La diferencia con el resto de porteros deja retratado a De Gea y penaliza a España. Teniendo en cuenta solamente los datos de las dos primeras jornadas, el mexicano 'Memo' Ochoa ha sido el portero más exigido del torneo, con catorce paradas en sus dos partidos disputados, seguido del danés Kasper Schmeichel con diez y el costarricense Keylor Navas con ocho. El cien por cien de efectividad en sus partidos lo ha logrado el uruguayo Fernando Muslera sin encajar tantos, con seis paradas en 180 minutos, así como el croata Danijel Subasic, que no encajó en sus dos encuentros y salvó cinco disparos a puerta.
Dejando a un lado los fríos números, la sensación de inseguridad que transmite David y de la que se está contagiando el resto de la defensa española, claman un cambio en la portería. De Gea no está y veremos si se le espera. Falto de confianza, seguir con el guardameta del United bajo palos es tirar una moneda al aire ¿Lo verá también Fernando Hierro? El malagueño, que sigue erre que erre apoyándose en la vieja guardia, necesita reaccionar. Jugadores como De Gea, Carvajal, Silva o el mismísimo Iniesta no están dando la talla, mientras los Odriozola, Saúl, Marco Asensio o Iago Aspas, esperan una oportunidad real desde el inicio comiendo pipas en el banquillo.
Si en lo individual hay puntos negros, en lo colectivo España tampoco luce. Sin balón el equipo de Hierro sufre horrores. Cada perdida es penalizada por el rival de turno, que monta con una pasmosa facilidad contras. El repliegue de los nuestros deja muchísimo que desear. Con balón, el equipo muestra una preocupante espesura. Pases horizontales que los rivales defienden sin demasiados apuros. Un ritmo de circulación de balón lentísimo, escaso protagonismo de los laterales lo que resta profundidad y una falta de verticalidad y mordiente muy preocupante. Exceptuando Isco, y frente a Marruecos destellos sueltos de Iniesta, nadie es capaz de romper líneas rivales. Diego Costa es un islote arriba y su excelente trabajo -sacando de sitio a los centrales, generando segundas jugadas, ganando balones en el área- no lo están sabiendo aprovechar los hombres de la segunda línea.
En el centro del campo, Busquets está desbordado. Se echa en falta a un socio que le ayude en las coberturas. ¿Dónde está Saúl? Demasiadas debilidades y carencias que Hierro debe corregir cuanto antes. Dejar a un lado las jerarquías y apostar por el rendimiento. A partir de octavos, no hay segundas oportunidades.