La Juventus conquistó oficialmente este domingo su séptimo Scudetto consecutivo gracias al empate 0-0 conseguido en su visita a la Roma en el Estadio Olímpico, lo que prolonga un año más su dominio entre los confines nacionales.
El resultado del duelo de Roma permitió a la Juventus celebrar el trigésimo cuarto título liguero de su brillante historial y encadenar además el cuarto doblete, Scudetto y Copa Italia, consecutivo, algo que nunca había sido logrado antes en el fútbol transalpino.
Los bianconeri ya habían conseguido el récord de Scudetti seguidos el año pasado (seis) y agrandaron su sobresaliente marca este año, en una temporada de máxima exigencia, en la que el Nápoles peleó hasta el final para destronarles.
Pese a que levantar el título liguero ya se haya convertido en una costumbre para los turineses, el Scudetto de este año tiene un sabor particular, ya que requirió un esfuerzo extra tanto a nivel mental como a nivel técnico.
Nunca dos equipos habían sumado tantos puntos como este año en la misma temporada y la Juventus tuvo el mérito de gestionar los momentos de dificultad con madurez, guiados por un técnico, Massimiliano Allegri, que dio una vez más muestra de todo su liderazgo.
Mantener la concentración alta tras tantos años de éxitos no era un reto fácil y Allegri supo motivar al máximo a sus jugadores, defendiendo al vestuario en los momentos de inflexión y transmitiendo las motivaciones necesarias para levantar el título.
Fue una campaña compleja, que tuvo su punto de máxima tensión en la noche del 22 abril, cuando el Nápoles conquistó el Allianz Stadium con un gol en el 90 del senegalés Kalidou Koulibaly y se colocó a un solo punto de distancia de los turineses.
Faltaban cuatro jornadas y la Juventus todavía tenía que visitar los campos del Inter de Milán y de la Roma, algo que parecía dar ventaja a un Nápoles que, en estado de euforia total, acariciaba la idea de hacerse con el liderato.
Y hasta el minuto 90 del encuentro de San Siro contra el Inter, con los milaneses por delante 2-1, todo estaba encarrilado para que los napolitanos, que visitaban al Fiorentina el día siguiente, pudieran arrebatar a la Juventus la primera plaza.
Sin embargo, la 'Vecchia Signora' dio la vuelta al resultado con dos goles entre el minuto 90 y el 92, el último firmado por el argentino Gonzalo Higuaín; el duelo terminó 3-2 para los turineses y el Nápoles, sacudido por ese resultado, se hundió 0-3 en Florencia.
Una posible pesadilla en San Siro se convirtió en una remontada milagrosa que despejó el camino hacia el trigésimo cuarto Scudetto, formalizado este domingo en el Estadio Olímpico ante la Roma.
El equipo de Allegri culminó cuatro días de grandes satisfacciones, ya que el pasado miércoles, siempre en el Olímpico, conquistó la trigésima Copa Italia de su historia gracias a un contundente 4-0 infligido al Milan.
La Juventus completó el cuarto doblete consecutivo, algo que nunca había pasado en la historia del fútbol transalpino, y terminó otra impecable campaña a nivel nacional.
Es un resultado sobresaliente para un equipo que, sin embargo, todavía tiene la espina clavada de la Liga de Campeones, una competición en la que no se corona desde 1996 y en la que perdió dos finales en los últimos tres años.