El máximo goleador del fútbol español, secuestrado. Uno de los jugadores de mayor calado a nivel futbolístico y social, desaparecido. Así amaneció España el 2 de marzo de 1981, unas horas después de que Enrique Castro Quini hubiese sido retenido y secuestrado a punta de pistola por dos individuos cuando el jugador del Barcelona se disponía a recoger a su mujer al aeropuerto de la Ciudad Condal.
Quini fue retenido durante 25 días y en los primeros compases del secuestro la tensión fue creciendo al desconocerse en un primer momento quiénes habían sido los autores del secuestro. En una época muy complicada a nivel político en España, la Policía tenía varias líneas de investigación hasta que, pasados unos días, la mujer de Quini recibió la llamada de los verdaderos secuestradores.
La petición para liberar a Quini fue clara: 100 millones de pesetas que debían de ser ingresados en una cuenta suiza. Las llamadas y negociaciones fueron constantes llegando a hacer de interlocutor el capitán del Barcelona, Alexanko. Nadie se podía creer que después de marcar dos goles ante el Hércules en el Camp Nou, la rutina habitual del goleador asturiano, algo así pudiera suceder.
Por suerte, 25 días después, Quini fue liberado tras ser detenidos los dos secuestradores. El delantero había estado encerrado en un zulo subterráneo situado debajo de un taller mecánico en Zaragoza.
El ariete acabó el año como Pichichi, galardón que ganó en siete ocasiones: cinco en Primera y dos en Segunda.