Hace 30 años, un 25 de octubre de 1987, Yugoslavia ganaba el Mundial juvenil de Chile tras imponerse en la tanda de penaltis a la República Federal de Alemania. Lo hacía sin perder un solo partido.
En aquel irrepetible combinado yugoslavo, el talento era el gran protagonista: Jarni, Stimac, Dubravko Pavličić -central que jugó en el Hércules y en el Salamanca y que falleció hace cinco años víctima de un cáncer- Brnovic, Boban, Prosinecki, Suker, Mijatovic...
Una selección en la que convivían serbios, croatas, un montenegrino y un bosnio. Todos unidos para luchar por un frente común: Yugoslavia, y cuyo sueño era triunfar con la 'Plavi'.
En este vídeo llaman la atención las palabras de Boban, autor del penalti que decantó la final. Su sueño era triunfar con Yugoslavia pic.twitter.com/OW6QnKW0oR
— Aitor Lagunas (@aitorlagunas) October 25, 2017
Hay que recordar, que por entonces, Yugoslavia era una federación que tenía distintas Repúblicas: Eslovenia, Serbia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia, Montenegro. Jugadores que tuvieron una enorme carrera, coincidieron en la mili de la JNA -Ejército Popular Yugoslavo-.
Boban, ex del Milán y Celta entre otros, era uno de los jugadores que más talento natural tenía de aquella selección. Dos años y medio después de alzarse con el Mundial juvenil con Yugoslavia, Boban se convirtió en héroe nacional croata y, en buena medida, inspirador de lo que sucedería poco después. Todo ocurrió en el partido disputado entre el Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja. Los dos equipos más representativos de los dos principales estados federados de Yugoslavia: Croacia y Serbia.
La tensión en estos 'derbis' siempre se podía cortar con un cuchillo, pero el partido que jugaron el 13 de mayo de 1990 en el estadio Maksimir de Zagreb, fue una auténtica guerra. Por entonces, los partidos nacionalistas afloraban en las repúblicas de Yugoslavia dejando de lado a los partidos comunistas, en el poder durante décadas. A pocas semanas de las primeras elecciones en Croacia tras casi cincuenta años, los votantes habían dejado claro que deseaban la independencia. Una independencia a la que se oponía Slobodan Milosević, presidente de Yugoslavia. El ambiente de crispación antes del encuentro era enorme, pero nadie podía imaginar lo que ocurriría ese día en el Maksimir de Zagreb.
Los ultras de ambos equipos se enzarzaron en una auténtica batalla campal. La Policía cargó contra los hinchas más radicales del Dinamo, y lo propios futbolistas del equipo de Zagreb fueron protagonistas del lamentable espectáculo. Boban, que llegó a dar una patada a un Policía, explicaba como vivió aquella locura
Dos años y medio después, Boban protagonizaría un Dinamo Zagreb-Estrella Roja marcado por los disturbios. Así explicaba su ataque al policía pic.twitter.com/px3SG6pl8b
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Ese partido marcó un antes y un después. Fue el anticipo de un conflicto armado que duraría 10 años. En 1991, solo cuatro años después del triunfo de Yugoslavia en el Mundial de Chile, comenzó la Guerra de los Balcanes. Causas políticas, económicas y culturales, así como la tensión religiosa y étnica, hicieron estallar el odio y la violencia. La chispa que terminó encendiendo la mecha fue que los serbios de la región croata de la Krajina declararan su separación de Croacia en marzo de 1991, lo que llevó a Croacia y a Eslovenia a declarar unilateralmente su independencia y producir un efecto dominó en el resto de repúblicas yugoslavas.
El conflicto armado terminó el 12 de Noviembre de 2001. Una guerra que hizo añicos uno de los combinados (aquella increíble generación del Mundial juvenil de Chile) de más calidad en la historia del fútbol.