Han cambiado muchas cosas en el Atlético de Madrid si contamos escudo, estadio, camiseta, mascota e incluso formato de los abonos para el Wanda Metropolitano, pero hay algo que por suerte para la hinchada rojiblanca parece que nunca cambiará con Simeone en el banquillo: la esencia del equipo.
El Atlético jugó por fin un partido serio en su pretemporada y se encontró en las semifinales de la Audi Cup del Bayern con el Nápoles de Sarri, es decir, un equipo férreo, muy eficaz a la hora de aprovechar su oportunidades y molesto a más no poder tanto en defensa como en ataque. Para entendernos mejor y sin faltar el respeto al fútbol mexicano: el Nápoles no es el Toluca.
Callejón, Reina, Hamsik, Milik y compañía fueron una prueba importante para los hombres del Cholo y la reacción de los mismos en la segunda parte sumada al imperial muro comandado por Oblak, algo que tampoco tiene pinta de que vaya a cambiar, ayudaron a salvar la papeleta y lograr con goles de la pareja Torres-Vietto el pase a la final del torneo.
Oblak, salvador
Jan Oblak es sin duda uno de los mejores porteros del mundo, pero cuando tiene el día es difícil que alguien le quite el primer puesto. El esloveno lleva mucho tiempo de dulce, pero cuando visita el Allianz Arena nadie le discute el papel protagonista. En 2016 fue bombardeado por el Bayern en las semifinales de la Champions, penalti parado incluido, y ante el Nápoles, a menor escala y con menos en juego, pasó algo parecido.
En el primer acto, Oblak arrancó su exhibición particular siendo muy preciso en el juego aéreo para acabar parando una pena máxima a Milik en un momento decisivo. Savic derribó previamente a Callejón en el área y se encomendó a su compañero bajo palos para evitar el 0-1. Oblak evitó que el error del central montenegrino sumase en contra de los intereses del Atlético y puso el cerrojo a su portería con una buena intervención que recordó a la que le hizo a Müller hace dos temporadas. Con Oblak así, se puede jugar hasta mal pensarán algunos.
Goles, remontada y demasiada intensidad
El Nápoles fue claramente superior al Atlético en los primeros 45 minutos, pero no remató al conjunto de Simeone ni siquiera con ventaja en el marcador. Ese error del equipo de Sarri dio alas a los guerreros del Cholo, que otra vez y ya van muchas pasarían de un mal partido a un encuentro resuelto con oficio. Sería Callejón el autor del 0-1 con una gran volea desde la parte derecha del ataque italiano. El ex del Real Madrid se motiva ante los colchoneros y lo volvió a demostrar con un gran tanto desde dentro del área.
Pese al gol encajado, el Atlético no se descompuso para orgullo de Simeone y viéndose por debajo en el marcador logró sobreponerse al tanto y al menor rodaje que tiene en sus piernas respecto al equipo napolitano. Bien es cierto que Oblak siguió despejando todo lo que pasó por sus dominios y que el colegiado no vio un claro penalti de Juanfran, pero a este Atlético poco le importan los "y si". El Cholo pide hechos a los suyos y la realidad es que la victoria sería finalmente para los madrileños siendo fieles a su estilo. Si dejas vivo al equipo de Simeone, lo pagas.
El gol de Callejón en el 56’ fue neutralizado con los tantos de Torres y Vietto. El primero llegó tras una buena jugada de Griezmann que el Niño finalizó con un remate improvisado. El 2-1 se materializó a balón parado con un córner botado por el incombustible Carrasco que fue peinado en el primer palo y que acabó en gol gracias al oportunismo de Vietto, recién ingresado en el terreno de juego. 72 y 81 fueron los minutos que dieron la victoria al Atlético.
Con la victoria en el bolsillo, el partido tuvo poco más que ensalzar a nivel futbolístico. Godín ni siquiera lo acabó ya que el uruguayo pasó de la intensidad bien entendida a las entradas más que evitables. El charrúa acabó expulsado aunque poco importaba ya jugar con once o con diez porque el Atlético ya había demostrado que a falta de fluidez o brillantez sigue poniendo su ADN Simeone sobre el campo. Diferente escudo, mismo Atlético.