Santander lleva demasiado tiempo sufriendo por su Racing. Desde que el indeseable Dimitri Piterman se hiciera cargo de la nave racinguista, el conjunto cántabro inició su particular Vía crucis.
El descenso a los infiernos se completó hace dos temporadas. El Racing bajó a Segunda B y tocó fondo. Tras rozar la desaparición, tocaba levantarse. Rendirse no era una opción.
La temporada pasada el Reus cortó de raíz el sueño de la afición santanderina en el Play Off de ascenso. Esta temporada, tras quedar segundo en el Grupo I de Segunda División B, los racinguistas vuelven a intentar el ascenso. Toda una ciudad se deja el alma por su equipo. Tras dejar en la cuneta al Rayo Majadahonda en la primera fase, el Racing se enfrentaba al Villanovense en semifinales.
El conjunto extremeño ganó 2-0 en el partido de ida. El sueño del ascenso parecía difuminarse. La vuelta en El Sardinero quedará para el recuerdo. El recibimiento al equipo dejó claro que Santander jamás se rinde.
Con un estadio a rebosar, la fiel afición racinguista llevó en volandas a su equipo que arrasó 4-0 al Villanovense y se mete en la final de ascenso que jugará ante el Barcelona B. Tras anotar el 3-0, El Sadinero se vino abajo.
Con un ambiente que nada tiene que envidiar a los grandes partidos de Champions, Santander deja claro que tiene una afición de Primera. Ya solo queda un peldaño para empezar a recuperar el sitio que le corresponde al Racing.