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El Leicester, los zorros hambrientos que no tienen nada que perder

El equipo inglés ha reaccionado tras el adiós de Ranieri. 

El equipo inglés ha reaccionado tras el adiós de Ranieri. 
El Leicester ya ha hecho historia en la Champions | EFE

Muchos en la Ribera del Manzanares celebran el sorteo de los cuartos de Champions. El Leicester era, supuestamente la cenicienta. Pero, cuidado, los ingleses son los vigentes campeones de la Champions League, no tienen nada que perder, ya han hecho historia –son el primer debutante en la máxima competición continental en llegar a cuartos–.

Después de sorprender al mundo del fútbol la pasada temporada con su inesperada y sonada victoria en la Premier League, el modesto Leicester City, verdugo del Sevilla en octavos de final, confía en mantener vivo el sueño y seguir haciendo historia en Europa, esta vez a costa del Atlético de Madrid, su rival en cuartos.

El conjunto inglés, endeble y dubitativo en el campeonato doméstico pero rocoso como ninguno en la Liga de Campeones, parece haber recuperado, desde la marcha de Claudio Ranieri y la llegada de Craig Shakespeare, la solidez y la entrega que le llevaron a alcanzar la gloria el curso pasado.

Pese a la fuerte inversión realizada en verano –Islam Slimani, Nampalys Mendy, Ron Robert Zieler, Ahmed Musa, Bartosz Kapustka, Luis Hernández–, Shakespeare ha apostado por el clásico 4-4-2 y por el mismo once que tantos éxitos dio a los foxes, con la única inclusión de Wilfried Ndidi, llegado en enero, por N'Golo Kanté, ahora en el Chelsea.

Desde comienzos de temporada, el conjunto inglés pareció haberlo apostado todo a la Champions League. En su primera experiencia en la máxima competición continental sorprendieron a Porto, Copenhague y Brujas para liderar con solvencia el Grupo G y sellar su pase a octavos a falta de una jornada.

La dura derrota en la última fecha en el estadio de O Dragao a manos del Porto (5-0) no reflejó lo que fue el Leicester en la competición, puesto que en ese encuentro el entonces entrenador, Ranieri, formó con un once plagado de suplentes: Hamer, Hernández, Wasilewski, Chilwell, Mendy, Musa y compañía.

El preparador italiano intentó evolucionar para no apostar todo al 4-4-2 y buscó nuevas variantes ofensivas y defensivas: probó el 3-4-3, el 3-5-2 y el 4-2-3-1, todos sin éxito, para descontento de unos futbolistas totalmente desconocidos, que no se parecían a los que levantaron la liga el pasado año.

Mientras en Europa el Leicester barría a sus rivales en las primeras jornadas –victorias sobre Brujas a domicilio (0-3) y en casa (1-0), ante Porto (1-0) y Copenhague (1-0) en el King Power Stadium (1-0), y empate con los daneses (1-1)–, en el campeonato doméstico no daban señales de vida y peleaban por no caer a puestos de descenso.

Al vigente campeón se le atragantaba la Premier League y era acusado por medios de comunicación, exjugadores y expertos de falta de concentración, interés y ganas. El pasado 25 de febrero, la victoria del Crystal Palace sobre el Middlesbrough (1-0) empujó a los foxes a puestos de descenso, sólo dos días después de que el club prescindiera de Ranieri.

La marcha del carismático técnico italiano y el nombramiento de Shakespeare, su ayudante hasta entonces, pareció revitalizar al equipo, que recordó al histórico Leicester de la temporada 2016/2017 con sus victorias sobre Liverpool (3-1) y Hull City (3-1). Dos triunfos que alejaron el fantasma del descenso y que le permitieron centrarse en la eliminatoria de octavos de final de la Liga de Campeones frente al Sevilla.

Nueve días de descanso, con stage en Dubái incluido, y el gol en el Ramón Sánchez Pizjuán de Vardy (2-1) dieron alas a los zorros, que, en una noche mágica en el King Power, se impusieron por 2-0 a los de Jorge Sampaoli para reservar su billete a cuartos de final.

"Back to basics" ("Vuelta a los orígenes"): así describen la llegada de Shakespeare al banquillo inglés. El técnico ha relegado al banquillo a los fichajes estrella –Slimani y Musa– y apuesta por los futbolistas que hicieron historia la pasada temporada.

De las nuevas contrataciones, sólo el nigeriano Ndidi, llegado en enero procedente del Genk por 17 millones de libras, se ha hecho con un hueco en el once inicial.

El argelino Slimani, traspaso récord del club -28 millones de libras-, apuntó a la titular en los primeros compases ligueros, pero las lesiones, el poco acierto de cara a gol y la llegada de Shakespeare lo relegaron al banquillo, al igual que al resto de refuerzos: Musa, Mendy, Zieler y Kapustka (Hernández dejó el Leicester en enero y fichó por el Málaga).

El esquema y el estilo de Shakespeare es inamovible: no altera su 4-4-2, intentando solventar las limitaciones de sus jugadores y potenciando siempre las virtudes. Las transiciones defensa-ataque rápidas, la presión sin descanso y la movilidad de los delanteros, son algunos de los sellos característicos de este Leicester.

El preparador inglés, que en sus tres partidos en el banquillo ha repetido el mismo once, apuesta por una defensa en líneas muy marcadas (4-4-2), con Vardy y Okazaki arriba, y Mahrez apareciendo por el interior derecho buscando en profundidad los puntas.

La portería y la defensa mantienen el dibujo del pasado año, con Schemeichel guardando la valla y una zaga muy veterana y experimentada, formada por Simpson, Morgan, Huth y Fuchs. Nombres que los aficionados ya se saben de carrerilla.

En el centro del campo, Ndidi –o en su ausencia el ghanés Amartey– acompañan a Drinkwater, mientras que las bandas son propiedad de Mahrez y Albrighton, con las esporádicas apariciones de Musa o el jovencísimo Demarai Gray saliendo desde el banquillo.

El once tipo del Leicester City es el siguiente: Kasper Schmeichel; Danny Simpson, Wes Morgan, Robert Huth, Christian Fuchs; Danny Drinkwater, Wilfried Ndidi, Marc Albrighton, Ryad Mahrez; Shinji Okazaki y Jamie Vardy.

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