Con la imagen de Fernando Torres desvanecido en el césped de Riazor aún presente en nuestras retinas, en los últimos días ha salido a la luz la historia de Francis Koné. Y lo ha hecho con merecimiento, no por casualidad. El futbolista hoy del Slovacko, de la primera división checa, ha tenido que intervenir con acierto en hasta cuatro ocasiones similares a la del delantero atlético.
Su caso se conoció el fin de semana pasado, cuando durante el partido que su equipo disputaba ante el Bohemians 1905, el portero rival Martin Berkovec chocó con un defensa de su mismo equipo, quedando inconsciente sobre el verde del estadio Dolícek. Francis Koné, al ver la situación, reaccionó rápido, se acercó a Berkovec, le ladeó protegiéndole en todo momento la cabeza, y procurando que la lengua no se desplazara, y siguió asistiendo al portero durante unos segundos, hasta que llegaron los médicos.
Es cierto que mover a un futbolista que acaba de sufrir un trauma craneal puede ser imprudente, pues podría provocarle una mayor lesión en el cuello. Pero como afirma el médico del Bohemians Martin Vavra, "la rápida intervenció de Koné fue vital para evitar que el susto fuera mayor hasta que nosotros pudiéramos llegar al futbolista".
Se da la circunstancia, además, de que en el encuentro Koné había recibido continuos insultos racistas por parte de la afición rival. Insultos que se convirtieron en aplausos cuando comprobaron su reacción ante el susto de Berkovec.
Pero la fama del futbolista marfileño se incrementó cuando, esta semana, el diario británico The Guardian publicaba un reportaje en el que afirmaba que no había sido la primera vez que realizaba este gesto. Ni la segunda, ni la tercera. Sino la cuarta... "No soy médico, ni tengo conocimientos, pero lo que tengo claro es que nunca puedes huir si ha pasado algo malo sobre el césped, al menos hasta que lleguen los profesionales", afirma Koné.
La primera ocasión en que su intervención fue vital sucedió cuando comenzaba su carrera profesional, con 18 años, en Tailandia. Un compañero de equipo se dio un golpe dentro del gimnasio quedando inconsciente, y Koné, sin saber muy bien por qué, consiguió asistirle. La segunda, en Togo, donde un futbolista chocó con el portero, cayendo casi con el cuello. "Esta fue la más difícil, acabé con la mano destrozada, y además los doctores tardaron mucho en llegar...". La tercera, también en África, hace sólo dos años.
Lucha contra el racismo
Lo que más agradece –y a la vez lamenta- de su gesto es que puede ayudar, aunque sea livianamente, a combatir el racismo. Afirma que para jugadores africanos jugar en países que no son como Francia, Holanda o Bélgica es muy complicado, porque siempre se escuchan cánticos racistas en las gradas. Pero también asegura que tras aquel partido, fueron muchos los mensajes que recibió de ánimo y agradecimiento. Algunos de ellos, de aficionados que afirman haber estado minutos antes de que todo sucediera imitando el sonido de un mono cada vez que tocaba el balón.
"Aún estamos muy atrasados en ese aspecto. El racismo existe. Cuando estoy en el campo intento no prestar atención, pero es complicado. Es frustrante escuchar en la grada insultos como ‘mono’. Duele mucho".
Mientras, Berkovec, el portero al que asistió, le invitó a comer juntos nada más recuperarse en el hospital. Sabe que todo pudo haber sido peor. "No me siento orgulloso", afirma Koné, "sólo le dio gracias a Dios de haber estado allí para ayudarle".