Ser portero tiene mucho de especial. La soledad del guardameta en su portería, intentar evitar recibir goles en vez de querer marcarlos, poder jugar con las manos en un deporte que se juega con los pies, la tremenda presión que soportan al saber que cada error suyo será letal para su propio equipo... les hacen diferentes al resto. De hecho, su vestimenta es distinta al resto del equipo.
Por todo ello, en muchas ocasiones a los porteros se les considera genios o locos. Que están hechos de una pasta especial, es indudable. Además, por regla general la relación entre los porteros de un equipo no es sencilla. Solo puede jugar uno –con cierta regularidad– y la lucha por la titularidad convierte el día a día en una lucha constante que, en ocasiones, hace que salten chispas bajo palos.
Sin embargo, los cuatro guardametas del Norwich demostraron que la competitividad no tiene por qué estar reñida con el buen rollo. Con un insólito ejercicio dejaron claro que entre ellos hay feeling. La buena marcha del equipo, los canarios son segundos a tan sólo dos puntos del líder Huddersfield, influye en el buen ambiente dentro del vestuario.
Con una mini cama elástica y un balón, los tres porteros del primer equipo más el guardameta del juvenil, se inventan una especie de juego por parejas en el que hay que evitar que el esférico caiga al suelo. Mientras se divierten, desarrollan la concentración, los reflejos y la reacción. Ingenio a raudales.