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Se cumplen 15 años de la llegada de Zidane al Real Madrid

Un 4 de julio, pero de 2001, Florentino Pérez y Luciano Moggi cerraban el traspaso del crack francés al Real Madrid por 75 millones de euros.

El mejor momento de la carrera de Zidane como jugador madridista fue el día que ganó la Copa de Europa tras derrotar al Bayer Leverkusen en el Hampden Park de Glasgow (2-1). Un partido marcado por su mágica volea, convirtiendo en obra de arte un centro defectuoso de Roberto Carlos. | Archivo

Parece como si hubiera sido ayer, pero lo cierto es que han pasado ya 15 años. El 4 de julio de 2001, el Real Madrid anunciaba el fichaje de Zinedine Zidane por cuatro temporadas. Florentino Pérez estuvo negociando hasta el último momento con el entonces director general de la Juventus, Luciano Moggi, los flecos del fichaje de un futbolista que, en realidad, ya tenía atado desde casi un año antes.

Todo empezó con una servilleta

Y es que todo comenzó en agosto del año 2000. Fue en una cena en la que ambos coincidieron: Florentino Pérez le pasó una servilleta a Zizou en la que le preguntaba, en francés, si quería jugar en el Real Madrid, y el centrocampista le respondió: "Yes!". Ahí comenzó el idilio con el club blanco de un hombre que acabaría convirtiéndose en leyenda del madridismo. Como jugador y como entrenador, pues desde el banquillo ha conquistado tanto la Décima, como ayudante de Carlo Ancelotti, como la Undécima.

Cinco días después de cerrarse el fichaje, Zidane era presentado en el palco de honor del estadio Santiago Bernabéu junto a Florentino y el malogrado Alfredo Di Stéfano, entonces presidente de honor del Real Madrid. Un acto que comenzó con casi una hora de retraso sobre el horario previsto, debido a que la Juve tardó más de lo esperado en dar la aprobación a la operación y en comprobar las garantías que le ofreció el Real Madrid como prueba del pago por la ficha del jugador. "Es un honor venir a Madrid y creo que ha llegado el momento de jugar en España", dijo Zidane, a quien Florentino había descrito, minutos antes, como uno de esos futbolistas "nacidos para jugar en el Real Madrid".

La volea de Glasgow

Lo cierto es que a Zizou le costó varios meses adaptarse al Real Madrid. Empezó a vestir de blanco en agosto de 2001, y no fue hasta marzo de 2002 cuando empezaría a dejar realmente muestras de la enorme calidad que atesora. El punto álgido llegaría dos meses después, el 15 de mayo, con aquella volea mágica en la final de la Champions frente al Bayer Leverkusen (2-1) que acabaría convirtiéndose en la novena Copa de Eurocopa del Real Madrid.

Zidane fue el segundo de los galácticos que aterrizaron en la casa blanca de la mano de Florentino Pérez. Tras Luis Figo, luego llegarían el propio Zizou, Ronaldo Nazario y David Beckham. Cuatro fantásticos del mundial que, junto a otros jugadores legendarios como Raúl, Roberto Carlos, Iker Casillas y Guti, hicieron las delicias del aficionado blanco en Chamartín.

Todo parecía ir sobre ruedas en el Madrid. La conquista de la Novena fue el inicio, y las vitrinas del Bernabéu se fueron llenando de títulos: una Liga, dos Supercopas de España, una Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. Pero todo acabó en 2003: Vicente del Bosque salió del club junto a Fernando Hierro por la puerta de atrás y por el banquillo blanco pasaron, hasta el verano de 2006, técnicos como Carlos Queiroz, José Antonio Camacho, García Remón, Vanderlei Luxemburgo y López Caro. Ninguno de ellos supo dar con la tecla, y el madridismo vivió años oscuros sin títulos.

El cabezazo a Materazzi

Aquel año 2006 estuvo marcado por la dimisión de Florentino Pérez, a finales de febrero tras una derrota contra el Mallorca, y por el adiós de Zinedine Zidane al fútbol como jugador. El 7 de mayo, Zizou disputó su último partido vestido de blanco en el Santiago Bernabéu ante el Villarreal y, dos meses después, jugaría su último encuentro en la final del Mundial de Alemania contra Italia. El título fue para los azzurri, en un partido que acabaría quedando marcado a fuego por el famoso cabezazo que el propio Zidane propinó a Materazzi.

Apenas tres años después de colgar las botas, en julio de 2009, Zidane regresa al Real Madrid como asesor de un Florentino Pérez que había vuelto a la presidencia del club un mes antes. Y en noviembre 2010, ya con José Mourinho en el banquillo en sustitución de Manuel Pellegrini, el francés asciende en el organigrama del club al actuar de "enlace entre entre el primer equipo y el presidente". Un cargo un tanto extraño que el propio Florentino explicaba de la siguiente manera: "Zidane tiene como objetivo ayudar a la optimización de las condiciones de trabajo del primer equipo. Estará a disposición del presidente y del entrenador".

Primera experiencia en los banquillos

La experiencia de Zizou con Mourinho no fue del todo satisfactoria, pero sí lo fue en su cargo de segundo entrenador del Real Madrid junto a Carlo Ancelotti. El técnico italiano llegó al club blanco en verano de 2013 y en su primera temporada, con el francés como ayudante, ganó la décima Copa de Europa tras la victoria ante el Atlético de Madrid en la final de Lisboa. Así, Zidane fue determinante en la conquista de la Novena con su volea y, desde el banquillo, también aportó su granito de arena para que los blancos conquistaran la Décima doce años después.

Luces y sombras en el Castilla

La carrera de Zidane como técnico prometía ser meteórica, y el 24 de junio fue nombrado como nuevo entrenador del Real Madrid Castilla para que se fuera curtiendo en los banquillos. Sin embargo, apenas unas semanas después del nombramiento, el Centro Nacional de Entrenadores de Fútbol (CENAFE), dirigida por Miguel Galán -actual candidato a la presidencia de la Federación Española de Fútbol (RFEF)-, denunció a Zidane por ejercer sin la titulación necesaria.

Tras varios meses de incertidumbres y polémicas sobre el carnet de entrenador, Zidane obtuvo por fin la licencia UEFA Pro necesaria para poder entrenar en España. Y, con este título -que es el equivalente al diploma de entrenador de nivel III que exige la RFEF para dirigir en Primera División-, el técnico galo podía aspirar a cotas más altas. Su nombre ya empezaba a sonar para dirigir al primer equipo del Real Madrid en sustitución de un Ancelotti al que se le acabaría el crédito tras una temporada en la que el equipo empezó como un tiro, con 22 victorias consecutivas, pero acabaría fundido y sin título, viviendo además a la sombra de un FC Barcelona, dirigido por Luis Enrique, que volvería a hacer historia con un nuevo triplete.

Florentino Pérez destituyó a Ancelotti a finales de mayo y, una semana después, anunció el nombramiento de Rafa Benítez como nuevo entrenador del Real Madrid. El técnico madrileño, que ya había sido ayudante de Vicente del Bosque en el banquillo blanco tres lustros atrás, llegaba a Chamartín con el método como principal arma de trabajo, en contraposición a la mano mano izquierda de Carletto.

El gran salto al primer equipo

Pero lo cierto es que Benítez nunca terminó de comulgar con la plantilla. El mal juego del equipo, la humillación sufrida contra el Barcelona en el Bernabéu (0-4) y el esperpento vivido con la alineación indediba de Cheryshev fueron los detonantes para que, en vísperas de Reyes, Florentino Pérez volviera a comparecer ante la prensa -por tercera vez en un mes y medio-, esta vez para anunciar la destitución de Rafa Benítez y el nombramiento de Zinedine Zidane como nuevo entrenador del primer equipo madridista.

Ver jugar al Madrid era otra cosa. El equipo practicaba un fútbol mucho más vistoso y alegre e infligía goleadas en sus primeros partidos (cinco goles al Deportivo, otros cinco al Sporting, seis al Espanyol, siete al Celta...). Sin embargo, la primera derrota en la era Zizou, ante el Atlético de Madrid en el Santiago Bernabéu (0-1), volvieron a llevar la zozobra al madridismo, que veía cómo el equipo prácticamente había tirado la Liga a la basura al situarse a 12 puntos del Barcelona.

Pero, contra todo pronóstico, el equipo de Luis Enrique sufrió pinchazos inesperados frente a Villarreal, Real Sociedad, Valencia y, sobre todo, la derrota en el clásico del Camp Nou (1-2) que volvían a colocar a los blancos en la pomada, a un solo punto de la cabeza y con la posibilidad de volver a pelear por un título que parecía perdido sólo apenas unas semanas antes. Una Liga que acabaría decidiéndose en la última jornada: los blancos no fallaron en su visita a Riazor frente al Deportivo (0-2), pero tampoco lo hizo el Barça en Granada (0-3), con lo que el título acabaría siendo para los azulgranas por un solo punto de diferencia (91 por 90).

Y entonces llegó la Undécima

Hasta que llega aquel glorioso sábado 28 de mayo. El día de la undécima Copa de Europa del Real Madrid. Aquel día, los blancos vuelven a superar al Atlético en una final de Champions, en esta ocasión en la tanda de penaltis y con el Giuseppe Meazza de Milán como escenario. Juanfran falló su lanzamiento, Cristiano Ronaldo convirtió el suyo y se desató el éxtasis blanco. Si Zidane marcó la volea que supuso la Novena y contribuyó a la conquista de la Décima, también fue decisivo al cambiar la cara de un equipo que, tres meses y medio antes parecía muerto y acabaría logrando la Undécima.

Una Orejona como jugador, otra como técnico asistente y otra como entrenador. No está nada mal en la carrera de todo un mito que promete seguir ampliando su leyenda como madridista, ahora en los banquillos.

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