¿Cómo fue el mágico discurso de Emery que cambió la final en el descanso?
El técnico vasco le ganó la partida a Klopp con la charla técnica del descanso. Su equipo parecía otro en la segunda mitad.
El Sevilla se proclamó ayer campeón por quinta vez en diez años de la Europa League. Tercer título consecutivo de un equipo que se agiganta en su competición fetiche.
En la final de este miércoles, el conjunto hispalense tuvo que remontar el golazo inicial de Sturridge. El Liverpool fue mejor en una primera parte en la que los de Klopp perdonaron la vida al Sevilla. Al descanso se llegó con 1-0 para los 'Reds' y con la sensación general de que los ingleses estaban siendo muy superiores. Nadie podía esperar lo que sucedería en la segunda parte. Las casas de apuestas, al descanso, cotizaban la victoria final del Sevilla en 15 euros por euro apostado.
Entonces apareció él. Uno de los mejores estrategas del panorama futbolístico. Un mago de la pizarra. Un enfermo del fútbol en su máxima potencia. Sabía que necesitaba tocar arrebato para intentar cambiar la dinámica del partido.Reunido con sus jugadores en el vestuario, Emery tuvo una idea propia de lo que es, una mente maravillosa.
Nunca se ha sabido muy bien cuál es el motivo para que un equipo cambie tanto la cara cuando juega de local o de visitante. La transformación en el caso del Sevilla es brutal en ese aspecto. En Liga, los de Emery no fueron capaces de ganar como visitantes en toda la temporada. En casa, hicieron de Nervión un fortín.
El de Hondarribia lo tenía claro. Su equipo estaba jugando como lo suele hacer fuera de casa. ¿Solución? Había que traer la atmósfera del Pizjuán al St. Jacob Park de Basilea. Emery les dijo a sus pupilos que no, que no estaban en Basilea. Realmente iban a disputar la segunda parte en su propio estadio. "Pensar que estamos en el Sánchez Pizjuán". Una frase que caló hondo en su plantel. Su equipo se lo creyó y en la segunda parte, en veinte minutos vertiginosos donde los hispalenses parecían un torbellino, el Sevilla le dio la vuelta a la final y terminó imponiéndose por 3-1.
Emery, ese genio loco, lo volvió a hacer. Pocas veces se ha visto en un equipo un cambio tan radical como el sufrido por el Sevilla en el intermedio de Basilea. Unai hizo añicos el sino de la final con su oratoria en el descanso. La genialidad no es solo la creativa ocurrencia de decir a los suyos que estaban en el Sánchez Pizjuán, lo increíble es conseguir que se lo crean. El arquitecto de Hondarribia, una vez más, se exprime al máximo en la dificultad. Sin duda, este miércoles él fue el principal culpable del triunfo de su equipo.
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