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Londres 1948: la austeridad dio lugar a la grandeza

Los Juegos llegaban después de 12 años de parón por la Guerra. Eran precarios, con pocos recursos, pero fueron emotivos y sembraron vitales cimientos.

Los Juegos llegaban después de 12 años de parón por la Guerra. Eran precarios, con pocos recursos, pero fueron emotivos y sembraron vitales cimientos.
Los Juegos de Londres 1948 fueron pobres, pero muy emotivos. | Corbis

Como ya sucediera con París, Londres repetía celebración de los Juegos, 40 años después. Una vez más, debían levantarse de una Guerra, que en esta ocasión había suspendido dos ediciones, los del 40 en Helsinki, y los del 44 precisamente en Londres.

Lo cierto es que este parón, unido al nefasto espectáculo de Londres 1908, no hacía presagiar los mejores augurios para unos Juegos que fueron conocidos como "los Juegos de la austeridad", y que se desarrollaron bajo unas condiciones de habitabilidad y unas instalaciones muy precarias. No hay que obviar que la población del Reino Unido carecía de productos básicos como comida y materiales de construcción sólo tres años después de ser bombardeada por la Lutwaffe, y el resto de Europa no estaba mucho mejor.

Por ello, y a diferencia de las ediciones anteriores, para Londres 1948 no se construyó ninguna sede nueva, y se habilitó el Estadio de Wembley, con capacidad para 82.000 espectadores.

Pero aún así tuvo sus detalles modernistas trascendentales: por primera vez las competiciones de natación se celebraron a cubierto, y se incluyeron centros icónicos para diferentes modalidades como el río Támesis (remo y piragüismo), el velódromo de Herne Hill (ciclismo en pista) y la Real Academia de Sandhurst (pentatlón moderno).

Nivel alto a pesar de todo

A pesar de que hacía nada que se había terminado una cruenta guerra, la participación fue elevada. De nuevo se batía el record de atletas participantes, con 4.104 atletas (3.714 hombres y 390 mujeres) provenientes de 59 países.

Se pudo resolver el conflicto de los países vencidos, con las exclusiones de Alemania y Japón –aunque sí estuvo Italia-, y la ausencia de nuevo de manera voluntaria de la Unión Soviética.

El medallero estuvo encabezado una vez más por Estados Unidos, con 84 medallas en total, seguido de Suecia con 44 y Francia con 29. Fueron unos Juegos donde el nivel fue más alto de lo que se podía exigir a la situación actual, pese a que no se consiguiera batir ningún récord.

La mamá holandesa, la heroína

Y además fueron los Juegos de la consagración del atletismo femenino, tan vapuleado en ediciones anteriores. Fue una mujer, de 30 años y dos hijos, tan completa como ejemplar, la que contribuyó inefablemente a ello. Su nombre, Francine Elsje Blankers-Koen, la mamá holandesa.

Nada menos que cuatro medallas de oro consiguió la atleta holandesa, y todas ellas con una inmensa superioridad: en 100 metros lisos, en 80 metros vallas, en 200 metros lisos, y en el 4x100. Y no ganó una más, en salto de longitud, porque no pudo participar, pero lo cierto es que el oro fue para un salto de 5,99 mientras que ella tenía una marca de 6,25.

A su regreso a Holanda fue recibida como una reina, paseada en una carroza tirada por cuatro caballos blancos recibiendo el cariño de todos sus compatriotas.

Por detrás de la holandesa, dos deportistas más brillarían con luz propia en Londres. Dos gimnastas finlandeses: Veikko Huhtanen, quien sumaría cinco medallas, tres de ellas de oro; y Paavo Aaltonen, también con tres oros, más un bronce.

Los Juegos del futuro

Además, en Londres 1948 vivimos el nacimiento de la que iba a ser una de las grandes estrellas del Siglo XX: el checoslovaco Emil Zatopek. Ganó la medalla de oro en los 10.000 metros, y la de plata en el 5.000; era un anticipo de lo que iba a llegar cuatro años más tarde.

No fue el único aviso: el regatista danés Paul Elvstron ganó en Londres el primero de los cuatro Juegos Olímpicos consecutivos que conquistaría, y el canoísta sueco Gert Fredrikson ganaba la primera de las siete medallas de oro que conseguiría a lo largo de 12 años.

Otras curiosidades

Además de la reconciliación con el pasado, y del adelanto del futuro brillante que estaba por llegar, Londres 1948 también nos dejó una serie de historias curiosas y emotivas que hicieron de estos Juegos una edición especialmente recordada, a pesar de sus escasos recursos.

Así, destaca la participación del húngaro Karoly Takacs, que habiendo perdido la mano derecha por la explosión de una granada durante la Segunda Guerra Mundial, aprendió a disparar con la izquierda, y fue campeón olímpico de pistola.

O la de Alice Coachman, la primera mujer afroamericana que conquistaba una medalla de oro, en la prueba de salto de altura.

O la del pobre Gaston Godel, el atleta suizo que en la prueba de 50 kilómetros marcha entró en el Estadio Olímpico de Wembley convencido de que era el ganador, saludando eufórico a todos los espectadores, hasta que llega a la meta y no encuentra ninguna cinta que romper: el atleta sueco Ljunggren ya había llegado siete minutos antes.

Y una imagen transgresora fue la que protagonizaron la mayoría de los nadadores, especialmente los de corta distancia, quienes sustituyeron el tradicional bañador largo habitual hasta entonces, por otro mucho más corto, apodado taparrabos, y que sin duda causó conmoción en los espectadores...y especialmente las espectadoras de la época.

Londres significó además un paso muy importante para el baloncesto, hoy uno de los pilares de cualquier Juegos Olímpicos. Era la segunda en que estaba presente, después de su incorporación en Berlín 1936, y la primera en que se celebraba en pabellones cubiertos. El oro sería para Estados Unidos, que se impuso en la final a Francia por 65 a 21.

La hípica sigue dando premio

La participación española en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 se puede calificar de positiva para la época. Abadnerados por el boxeador Fabián Vicente del Valle, un total de 64 deportistas, todos hombres, representaron a nuestro país.

Se consiguió una medalla de plata, en hípica, en la competición de saltos por equipos, con un conjunto formado por Jaime García Cruz, con el caballo Bizarro; Marcelino Gavilán y Ponce de León, con Forajido; y José Navarro Morenés, con Quórum, y quien ya había conseguido la histórica medalla de oro en hípica veinte años antes, en Amsterdam 28.

Además, se consiguieron diplomas en boxeo, donde Álvaro Vicente fue cuarto en peso gallo; tres más en hípica; y uno en tiro, con Ángel León Gozalo siendo sexto clasificado en Pistola 50 metros.

Un legado para el futuro

Como ya hemos comentado en varias ocasiones a lo largo de este artículo, no hay duda de que los Juegos de Londres fueron un acierto. Porque fueron pobres, sí. Austeros. Con muy pocos recursos. Y con un nivel inferior a anteriores ediciones puesto que los participantes acababan prácticamente de regresar de las trincheras.

Pero también fueron unos Juegos épicos, emotivos, con grandes historias, grandes campeones y futuras grandes estrellas. Que significaron la recuperación del pasado, después de doce años de parón, que se dice pronto; y allanaron el terreno al futuro, con la llegada de importantes avances y sobre todo destacados deportistas venideros.

El mejor ejemplo de ello lo encontros en que fueron los primeros que pudieron verse por televisión en todo el planeta. La BBC pagó la nada desdeñable cifra por aquel entonces de 1.000 guineas por los derechos de emisión de 60 horas de pruebas deportivas.

Por tanto, podría decirse sin temor al error que los Juegos Olímpicos de Londres 1948 fueron un éxito. Por lo que sufrieron, y por lo que supusieron posteriormente

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