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Análisis del Wolfsburgo, rival del Real Madrid en la Champions

El equipo de Dieter Hecking marcha octavo en la Bundesliga y lleva tres partidos consecutivos sin ganar.

Julian Draxler, la gran estrella del Wolfsburgo, celebra un gol ante el CSKA de Moscú. | EFE

Al Madrid le sonrió la suerte en el bombo del sorteo de cuartos de final de la Champions y le cayó el Wolfsburgo. Es el de Dieter Hecking un equipo con jugadores talentosos, pero también bastante anárquico. Un club nacido en septiembre de 1945, muy pocos días después del final de la Segunda Guerra Mundial, al amparo de Volkswagen, que tiene precisamente su sede central en esta ciudad del norte de Alemania, fundada por Adolf Hitler en 1938, con el objetivo de convertirse en el hogar de los trabajadores del automóvil -el nombre original que le dio el Führer fue el de Stadt des KdF-Wagens bei Fallersleben, que en español podría traducirse como Ciudad del coche KdF en Fallersleben- y que se encuentra situada a medio camino entre Hannover y Magdeburgo.

La ciudad de Wolfsburgo, el VfL Wolfsburgo y la empresa Volkswagen han ido siempre de la mano desde hace ya más de siete décadas. El equipo poco a poco fue progresando hasta dar el salto al profesionalismo en la década de los 50, aunque su ascenso a la Bundesliga I se hizo esperar y no fue hasta 1997 cuando el equipo de Los Lobos logró el ascenso a la primera división del fútbol alemán.

En su primera experiencia en la Bundesliga, el Wolfsburgo logró el objetivo de la permanencia al terminar la temporada en decimocuarta posición con 39 puntos -sólo uno por encima del descenso-, y desde entonces siempre se ha mantenido en la máxima categoría del fútbol germano.

Un punto de inflexión en la historia del club se produjo en 2004, cuando uno de los pesos pesados del Consejo de Administración de Volkswagen, el español Francisco Javier García Sanz -que curiosamente es madridista- asumió la presidencia del club en 2004. El equipo se salvó por los pelos de bajar a Segunda en las temporadas siguientes (2005/06 y 2006/07). El Wolfsburgo era un club de poco peso, sin demasiada afición y con jugadores de perfil bajo.

En 2007, García Sanz -en Alemania aseguran de él que es amigo personal de Florentino Pérez- fichó a Felix Magath, exentrenador del Bayern de Múnich, y decidió darle plenos poderes en el plano deportivo. Todo un acierto, pues con Magath al mando el equipo empezó a subir como la espuma hasta a empezar a asomar a las posiciones europeas. Y el primer gran éxito no tardó en llegar, pues en la temporada 2008/09 se proclamó campeón de la Bundesliga con dos puntos de ventaja sobre el segundo clasificado, el Bayern de Jupp Heynckes.

En aquel Wolfsburgo había jugadores de la talla de Andrea Barzagli, Grafité, Josué, Misimovic, Ricardo Costa -ex del Valencia, hoy en las filas del Granada- y, sobre todo, el bosnio Edin Dzeko, una de las estrellas actuales de la Roma. Un equipo en el que había también dos japoneses -Yoshito Okubo (ex del Mallorca) y Makoto Hasebe- y sólo seis alemanes en sus filas.

Tras ese éxito, García Sanz se quedó como presidente único del Wolfsburgo y la entidad, siempre ligada al poderío de Volkswagen, siguió asomando a las posiciones de arriba, pero siempre en un segundo plano tras Bayern de Múnich, Bayer Leverkusen, el renacido Borussia Dortmund e incluso el Schalke 04.

La pasada temporada fue otra de las más exitosas en la historia del club al acabar segundo en la Bundesliga, además conquistar la Copa de Alemania (DFB Pokal) y la Supercopa. Sin embargo, la salida de su gran estrella Kevin de Bruyne y, sobre todo, el escándalo de los motores diésel hicieron zozobrar la nave del Wolfsburgo, que sin duda se ha convertido en la gran víctima colateral de la crisis de Volkswagen. Así, el equipo ha sufrido un bajón en el plano deportivo y marcha lejos de la cabeza en el torneo alemán.

Donde sí brilla especialmente el Wolfsburgo es en el fútbol femenino, siendo un grande de Europa. La sección femenina del club irrumpió con fuerza desde hace un lustro y ha conseguido ganar dos Champions League en 2013 y 2014, así como dos Copas de Alemania y dos Bundesligas desde el año 2012. Su gran estrella es la centrocampista alemana Nadine Kessler, que el año pasado ganó el Balón de Oro femenino 2014, mientras que en esa misma edición el premio a Mejor Entrenador del año fue para el técnico de Las Lobas, Ralf Kellermann.

¿Cómo juega el Wolfsburgo?

Tras la marcha de De Bruyne -al Manchester City, por 75 millones de euros-, el Wolfsburgo tiró la casa por la ventana con el fichaje de Julian Draxler, la gran promesa del fútbol alemán, procedente del Schalke 04, a cambio de 36 millones. Draxler, considerado el alumno aventajado de Raúl González en el equipo minero, es un futbolista desequilibrante y dotado de mucha calidad. El jugador de Gladbeck, de sólo 22 años, lleva nueve goles esta temporada, y uno de ellos fue el golazo que le marcó al Gante en el partido de ida de octavos de final (2-3), tras un caño espectacular a Stefan Mitrovic.

Junto a él, en el Wolfsburgo destacan otros nombres importantes como André Schürrle, exjugador del Chelsea que asistió a Mario Götze para que Alemania ganara el Mundial de Brasil; el delantero Max Kruse -que se ha beneficiado de la lesión del goleador holandés Bas Dost para hacerse con un hueco en el once titular del equipo- o el centrocampista Maximilian Arnold.

Todos ellos forman la vanguardia del Wolfsburgo y son los hombres de más calidad de un equipo donde también hay otros nombres propios importantes, más o menos conocidos para el aficionado español. Así, en el centro del campo es intocable el internacional brasileño Luiz Gustavo (ex del Bayern) junto al francés Joshua Guilavogui, cedido por el Atlético de Madrid. Los laterales son el portugués Vieirinha -un extremo portugués reconvertido a defensa- y el suizo Ricardo Rodríguez, supuestamente pretendido por el Real Madrid en las últimas temporadas, mientras que en el centro de la defensa suelen actuar el brasileño Dante, un central (también ex del Bayern) que va bien por arriba pero que a veces se muestra un tanto blando, y el joven alemán Robin Knoche, habitual en las convocatorias de las selecciones sub-20 y sub-21 de su país pero que aún no ha debutado con la absoluta de Joachim Löw.

Atrás, en la portería, el habitual es el internacional suizo Diego Benaglio, un guardameta veterano (32 años) y de garantías.

Así, el once tipo del Wolfsburgo sería el formado por: Benaglio; Vierinha, Knoche, Dante, Ricardo Rodríguez; Guilavogui, Luiz Gustavo; Arnold, Draxler, Schürrle; y Kruse.

Desorden y fragilidad a domicilio

Con estos mimbres, puede pensarse que el Wolfsburgo es un equipo de calidad y que, pese a ser el rival que menos nombre tiene en estos cuartos de final de la Champions, puede poner en serios apuros al Real Madrid. Sin embargo, el conjunto que entrena Dieter Hecking (51 años, que llegó al club en diciembre de 2012) también tiene varios puntos débiles.

El primero de ellos es su desorden, pues, pese a la calidad que aportan jugadores como Draxler, Schürrle o Kruse, también se caracteriza por un fútbol de oleadas, capaz de hacer goles en fases de juego intensas, con partidos de ida y vuelta, pero también de partirse por la mitad y encajar goles con bastante facilidad -en este aspecto, su principal punto débil radica en el centro de la zaga-.

El otro gran debe es su fragilidad a domicilio, como se ha demostrado en los partidos de la primera fase en esta misma edición de la Champions: derrotas en Old Trafford ante el Manchester United (2-1) y en Eindhoven frente al PSV (2-0). Sin embargo, en casa, donde cuenta con una afición que convierte al Volkswagen Arena en una caldera, sí se muestra bastante más fiable.

Sin olvidar, por supuesto, el partido de la Bundesliga en el Allianz Arena de Múnich ante el Bayern. Un encuentro en el que el Wolfsburgo empezó por delante gracias a un tanto de Daniel Caligiuri en la primera parte, pero que los bávaros remontaron con cinco goles de Robert Lewandowski en apenas nueve minutos.

En definitiva, un equipo con talento pero también anárquico. Un regalo un tanto envenenado para el Real Madrid, que, pese a ser bastante favorito -si tuviera que cuantificarse en porcentajes, podría decirse que los blancos tienen un 70% de opciones de pasar- no debe confiarse frente a un rival que puede plantearle problemas. Y es que los clubes alemanes, tengan el nombre que tengan, resultan muy competitivos y siempre dan bastante guerra, y sino, que le pregunten al Madrid por su eliminatoria de octavos del año pasado frente al Schalke 04.

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