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Se cumplen diez años de la muerte de George Best

Se cumplen diez años de la muerte de George Best

El futbolista británico más talentoso del siglo XX moría un 25 de noviembre de 2005. El considerado por muchos -entre ellos Pelé- como el mejor jugador al que han visto jamás, dejó una huella imborrable tanto dentro del campo como fuera de él. George Best -nació en Belfast en 1946 y jugó 11 temporadas en el Maschester United- vivió su vida tan rápido como corría la banda, alternando regates eléctricos y goles impensables, con una obsesiva afición por el alcohol, las drogas, las mujeres y las fiestas.

'Jefe, he encontrado un genio'

La carrera de George Best estuvo marcada por un hombre. Bob Bishop. Irlanda del Norte era una de las zonas de rastreo del 'halcón' Bishop, un cazatalentos que trabajaba para el Manchester United. En los años 60 y 70 no existían los vídeos ni tampoco se podía hacer grandes dispendios para seguir con profundidad a futbolistas durante varios partidos. Por eso era fundamental el buen ojo e instinto de los 'halcones'. Muchas carreras se frustraban por el simple hecho de elegir un mal día para ver un jugador o porque el responsable del estudio equivocó el diagnóstico.

A finales de 1960, Bishop recibió una llamada de Hugh McFarland, un viejo amigo de Belfast, que ejercía de ayudante en un equipo llamado Glentoran. Acababan de descartar contra su criterio a un pipiolo de quince años por el que sentía auténtica debilidad y quería que le echase un vistazo por si intuía lo mismo que él.

Con la ayuda de un par de equipos de la zona organizaron un partido con el único propósito de que Bishop diese su veredicto. Esa tarde George Best volvió locos a los chicos de diecisiete años que le habían puesto enfrente. Su equipo se impuso por 4-1 y él anotó dos goles. Era un alfiler, menudo y extremadamente delgado, que repartía lecciones de baile de claqué entre muchachos que le sacaban dos años. Bishop, boquiabierto, y tras frotarse las las manos, mandó el famoso telegrama a la atención de Matt Busby, el mítico jugador y entrenador escocés, que por aquel entonces era el jefe de Bishop en Manchester, donde ejercía de Manager: "Creo que te he encontrado un genio", escribió Bishop.

La vida de George Best está llena de giros del destino. Hijo de un matrimonio protestante, el colegio donde estudiaba estuvo cerca de apartarlo del fútbol. En Grosvenor, selecto colegio en el que entró gracias a una beca, se jugaba al rugby y Best, como el resto de alumnos, debía practicarlo por imposición. Pero la peculiar y conflictiva personalidad de Best hicieron que su rebeldía le llevara a faltar a clase para jugar al fútbol con sus amigos del barrio.

Convencidos de que no podían cambiar su naturaleza, los padres aceptaron lo evidente y George terminó en otro centro donde el deporte dominante sí era el fútbol. No tardó en ingresar en las categorías inferiores del Glentoran -a cuyo estadio solía acudir desde muy niño en compañía de su abuelo-, un club donde su escaso desarrollo físico le habría condenado si no llega a cruzarse en el camino Bob Bishop.

Después del telegrama, Busby envió a Belfast a su hombre de confianza, Joe Amstrong, principal responsable de reclutamiento del United. Amstrong era el que daba el visto bueno final a los informes que llegaban de los distintos 'Halcones'.

Afortunadamente para el fútbol, Armstrong observó en George Best las mismas condiciones que Bishop le había apuntado. Llevaba la pelota cosida al pie, imaginativo, descarado, tenía una habilidad innata para el recorte. Era diferente a todo lo que habían visto."Da igual que no sea fuerte. Podemos ayudarle con eso. Lo que no podemos hacer es enseñarle a jugar así". Esa fue la sentencia que llegó al despacho de Busby en Manchester. El United tenía a Best entre ceja y ceja.

En 1961, sin haber cumplido los dieciséis años, George Best se despidió de sus padres para emprender el viaje hasta Manchester. A pesar de uno inicios complicados, Best volvió a casa a las dos semanas presa de la melancolía típica de los irlandeses, gracias al empecinamiento de Matt Busby, George regresó a las dos semanas a Manchester para marcar un antes y un después. Mucha culpa de ello la tuvieron sus 'padres adoptivos', que le ayudaron a superar los momentos difíciles.

La madre era Mary Fullaway. En aquellos tiempos, los jóvenes que llegaban a los clubes desde otras ciudades se instalaban con familias locales que se ocupaban de ellos. La señora Fullaway cuidó al joven Best como si fuera su hijo, le preparaba las comidas, el té y se aseguraba de que llevara una vida ordenada, algo que ya había hecho para unos cuantos jugadores del Manchester United.

El padre fue, por supuesto, Matt Busby. En 1958, Busby recibió la extremaunción dos veces en un hospital de Múnich tras la tragedia aérea que acabó con la vida de ocho de sus jugadores cuando regresaban a Manchester tras disputar un partido de la Copa de Europa en Belgrado. Busby se prometió entonces que honraría la memoria de sus pupilos.

El debut de George Best

Busby hizo debutar a Best en septiembre de 1963 con solo 17 años ante el West Brom en Old Trafford. El entrenador escocés gestionó con mimó al frágil juguete. Tras su debut, le devolvió a los reservas y no le incorporó definitivamente al equipo hasta diciembre, cuando marcó su primer gol con la camiseta del Manchester United en una apabullante victoria por 5-1 ante el Burnley. Su rapidez en la conducción, habilidad en el desborde y eléctricos cambios de dirección a una velocidad vertiginosa comenzaban a levantar semana tras semana a los aficionados ingleses de sus butacas en Old Trafford.

Best recuperaba la sonrisa de los ciudadanos de Manchester, alicaídos por la tragedia de Múnich en 1958, donde ocho de los 15 integrantes de la plantilla de Matt Busby habían perdido la vida en un accidente aéreo. Tras ganar dos ligas, Best se coronó con la Copa de Europa del 68 -la primera que alzó un equipo inglés, ante el Benfica de Eusebio, el hábil extremo rindió su particular homenaje a las víctimas de Múnich justo diez años después de la tragedia-. Gracias a esta actuación, además de confirmarse como el 'mago del regate', ganó el Balón de Oro.

La decadencia de Best

Best, con su melena al viento, alcanzó unos aires de Playboy que le dieron una tremenda popularidad fuera de los terrenos de juego, especialmente, entre las mujeres. Recibía 10.000 cartas semanales, muchas de ellas de admiradoras con las que no dudaba concertar una cita.En pleno apogeo de los Beatles, el futbolista norirlandés fue considerado el quinto miembro de la banda de Liverpool. Las mujeres, además de las drogas y el alcohol, fueron otra de las perdiciones del genial futbolista, cuya estrella se fue apagando a causa de los excesos.

Busby dejaría el banquillo del Manchester United tras casi 24 años en el cargo. Para entonces, Best hacía tiempo que había dejado la casa de la señora Fullaway y, privado de sus dos padres 'adoptivos', comenzó un imparable declive que ni siquiera el regreso de Busby a finales de 1970 pudo contener. Por entonces, el alcohol ya había plantado su semilla y acabaría destruyendo su vida. Best pasó de ocupar portadas por sus goles a hacerlo por sus repentinas desapariciones, sus ausencias en los entrenamientos, su paso por la cárcel y la deambulación por clubes de segunda categoría a un lado y otro del Atlántico.

Tras su prematura muerte, a los 59 años, comenzó a forjarse su leyenda. Tanto en su país como en Manchester no se olvidan del 'Quinto Beatle'. El Banco de Ulster le dedicó un espacio en el billete de cinco libras, donde aparece su imagen, la fecha de nacimiento y muerte y su firma.

Bob Bishop, el 'halcón' que mandó el telegrama más famoso del mundo del fútbol, estaba en lo cierto, había descubierto a un genio.

Frases míticas de George Best

"Si perdía la pelota, era un insulto personal y la quería recuperar. Sí señor, me fastidiaba mucho que me la quitaran, porque era MI pelota"

"Gasté mucho dinero en licor, mujeres y coches de carrera. El resto lo desperdicié"

"En 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los peores veinte minutos de mi vida"

"Nunca salía por la mañana con la intención de emborracharme. Sólo sucedía"

"No me llega ni a los cordones de la botella". (sobre Paul Gascoigne)

"Dicen que me he acostado con siete Miss Mundo, pero sólo han sido tres"

"Hace años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas"

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