Hace justo 40 años, el 2 de noviembre de 1975, el escritor italiano Pier Paolo Pasolini fallecía asesinado en Roma. Con él, se marchaba uno de los mejores poetas y directores de cine italianos del siglo XX.
Pero también un amante fervoroso del fútbol, y uno de los más firmes defensores desde su vertiente cultural. "El fútbol es la última representación sagrada de nuestro tiempo".
Un soldado escritor
Fue en su Bolonia natal donde Pier Paolo comenzó a enamorarse del fútbol. No era para menos. Se pasaba el día jugando en el colegio primero, y en la universidad después. En 1941, él era el capitán del equipo de Letras que se impuso en el campeonato entre facultades.
Ayudó, y mucho, coincidir con el que probablemente sea el mejor Bologna Football Club de todos los tiempos, aquel que quedó para el recuerdo como el equipo que hacía temblar a todos, un Bolonia que conquistó seis ligas italianas y dos copas mitropas (precursora de la Copa de Europa) entre 1925 y 1940. "¡Qué domingos en el Comunale!", recordaría constantemente el poeta.
Cuando posteriormente fue profesor, ya en Roma, concretamente en Ciampino, solía mezclarse con sus alumnos a la hora de jugar a fútbol. "No nos enseñaba sólo latín, historia y geografía –recordaría uno de ellos- sino también cómo apoyar el pie a la hora de golpear el balón".
En 1964, cuando el Bolonia ganó su último scudetto, Pasolini aprovechó su fama ya consolidada para entrevistar a los jugadores, a sus ídolos, para el documental Comizi d’amore. Cuatro años antes, en los Juegos Olímpicos de Roma, había mostrado también su interés en otros deportes, al escribir un serial de artículos para la revista Vie Nuove.
Fútbol durante los rodajes
Pero ninguno de ellos alcanzó al fútbol como su gran pasión. En los rodajes de sus películas, era habitual que se detuvieran durante largos periodos para jugar a fútbol. "Cada vez que sentíamos el rumor del balón, nos deteníamos y comenzábamos a jugar", relata Ninetto Davoli, uno de sus actores. "Decía siempre que un partido de fútbol era como un mes de vacaciones".
Pero Pasolini no se conformó con la práctica, y quiso indagar en el sentido del fútbol. El fútbol como un lenguaje universal. Eso es lo que expresó en un artículo de 1971, en el que aseguraba que "el hombre que usa los pies para chutar un balón compone la unidad mínima del lenguaje futbolístico: el 'podema'. Y como las posibilidades de combinación pase-tiro son infinitas, estas dan lugar a las 'palabras futbolísticas'. El conjunto de todas ellas forma el discurso, regulado por normas sintácticas.
Los 'podemas' son veintidós –continúa-, y las 'palabras futbolísticas' son potencialmente infinitas, porque infinitas son las posibilidades de combinación de los 'podemas'. Y añade: "Quien no conoce el código del fútbol no entiende el significado de sus palabras (los pases) ni el sentido de su discurso (un conjunto de pases)".
Para a continuación dividir los géneros en dos: el fútbol en prosa –catenaccio y resultado– y el fútbol en poesía –pases, posesión y ataque- para acabar afirmando que "en México [en el Mundial de 1970] la poesía brasileña ha ganado a la prosa estetizante italiana".
Una derrota molesta
En 1975, mientras en Mantova se mostraba Salò – Le centoventi giornate di Sodoma, jugó un partido con amigos ante amigos de Berolucci, que acaba de estrenar Novecento. Éstos iban con camisetas amarillas. Los de Pasolini, de rojo y azul, los colores del Bologna. El resultado, Novecento 5 – 2 Centoventi.
Pasolini se marchó de aquel encuentro enfadado. Afirmaba sentirse ignorado por los jugadores más talentosos de su equipo. Lo que le dolió, pero, fue la derrota."No estaba para perder, lo tomaba con demasiada seriedad", comenta uno de los jugadores de su equipo.
El 4 de noviembre de ese mismo año debían disputar otro partido, pero Pasolini ya no llegó. Fue asesinado dos días antes.
Un turbio asesinato
Sobre su muerte se han desatado diversas teorías. Desde el suicidio al asesinato de un desconocido, pasando por un crimen pasional homosexual. Lo que se sabe con certeza es que fue un joven marginal quien lo embistió a drede en un balneario de Ostia.
Este presunto asesino afirmaría que lo había matado porque Pasolini le había propuesto mantener relaciones sexuales. Sin embargo, en las investigaciones siempre corrió el rumor de que ciertas personas poderosas del gobierno planearon su muerte, a raíz de las fuertes críticas que siempre había lanzado con sus libros, películas y discursos políticos, acrecentadas en su última obra, Salò – Le centoventi giornate di Sodoma.
Sea como fuere, Pier Paolo Pasolini fallecía el 2 de noviembre de 1975 dejando tras de sí una extensa y excelente obra teatral, literaria y cinéfila; una figura continuamente estudiada y homenajeada en Italia y Europa; y un gran amante del fútbol, pasión que siempre defendió en un momento en el que lo habitual para los intelectuales como él era criticar el deporte rey. "El fútbol es la última representación sagrada de nuestro tiempo".