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El derbi de las dos Alemanias

El destino quiso que Alemania Federal y Alemania Oriental se enfrentaran en el Mundial del 74. El resultado, y no sólo deportivo, sorprendió a todos.

El destino quiso que Alemania Federal y Alemania Oriental se enfrentaran en el Mundial del 74. El resultado, y no sólo deportivo, sorprendió a todos.
Los jugadores de ambas selecciones, en el momento de saltar al terreno de juego | Archivo

26 de septiembre de 1973. Arranca el sorteo para la Copa del Mundo que se disputará nueve meses más tarde en Alemania. Y el destino, caprichoso, depara un enfrentamiento que nadie quería: Alemania del Este, la República Alemana del Este, la RDA, contra Alemania Occidental, la República Federal de Alemania, la RFA. Estaban a punto de cumplirse 25 años de su división, y el fútbol iba a volver a enfrentarlas.

Nadie quería ese enfrentamiento porque sólo se podía perder. Y contra el peor enemigo. Para la Alemania Federal, significaba enfrentarse a un rival con el que no tenía ninguna simpatía, y ante el que partía como claro favorito, por lo que una victoria era lo lógico, y una derrota implicaría una gran deshonra. Tenía mucho más que perder que que ganar.

Pero tampoco puede decirse lo contrairo de la Alemania Democrática. Conscientes de que eran inferiores, el emparejamiento fue visto con temor por los dirigentes comunistas, puesto que una más que posible derrota ante los vecinos minaría la moral de los ciudadanos.

Sobre todo, después de que el Gobierno, y sobre todo Erich Mielke, el ministro de Seguridad y presidente del Dynamo de Berlín, centrara gran parte de sus esfuerzos en usar el deporte como propaganda, querer demostrar su superioridad en ese área como espejo del resto de la sociedad, aunque para ello tuvieran que recurrir a métodos dopantes extremos, como el caso de Heidi Krieger, hoy Andreas Krieger al verse obligado a cambiarse de sexo a causa de los tratamientos hormonales sufridos durante su etapa como deportista.

Mucho más que una victoria

Por eso, en los planes orientales no cabía otra cosa que no fuera la victoria. Se comenta que aquel sorteo estuvo amañanado para que los dos equipos se enfrentaran en la fase de grupos, y no en la segunda, donde podría haber mayor tensión. Sea como fuere, lo cierto es que las dos alemanias jugaron en el tercer partido del Grupo A, con ambas selecciones ya clasificadas para la siguiente ronda independientemente del resultado. Así que tensión competitiva, poca.

El choque se disputó el 22 de junio de 1974. Una oportunidad magnífica para los comunistas de conseguir un triunfo propagandístico ante todo. Para los orientales, un partido en el que superar a su rival, pero con la clasificación ya conseguida, y con la imposibilidad de dejar eliminado al enemigo.

Es cierto que Alemania Federal jugó con todos los titulares –a excepción de Jupp Heynckes, quien se quedó por primera vez en el banquillo para dar entrada a Heinz Flohe- pero no lo es menos que los germanos estaban más pendientes de los próximos compromisos, con la Copa del Mundo como gran objetivo, que de aquel partido. Recordemos que Alemania venía de ser campeona de Europa, y contaba en sus filas con la columna vertebral del Bayern de Munich, reciente campeón europeo.

En cualquier caso, en el fútbol nunca hay nada escrito hasta que se señala el final, y Alemania Oriental quería aprovechar esa oportunidad al máximo. Desde el comienzo del partidom disputado en Volkspartkstadion de Hamburgo y dirigido por el uruguayo Barreto Ruiz, se limitaron a defender y minimizar la calidad de la Alemania Occidental, que no obstante estuvo a punto de adelantarse en el marcador con un remato de Gerd Müller que se estrelló en la madera.

Un gol para la historia... o no

Ya en la segunda mitad el partido siguió por los mismos derroteros, y a medida que avanzaban los minutos los occidentales fueron ganando en confianza. Hasta que en el minuto 77 Erich Hamann asistió a Sparwasser, que se marchó en velocidad de Berti Vogts, y superó a Seep Maier en su salida.

Era el 1 a 0 para la Alemania del Este, y con ese marcador iba a terminar el encuentro. Una enorme victoria para ellos, aunque desde aquel pitido final la fortuna dejara de acompañarles: al ser primeros de grupo, quedarían encuadrados en un segundo grupo terrorífico, con Holanda, Argentina y Brasil, en busca de la final. Ya no ganarían ningún encuentro más, quedando últimos de su grupo. La otra Alemania, que vivió una pequeña revolución comandada por Beckenbauer nada más concluir el encuentro, inició su camino firme y serio rumbo a la ansiada Copa, y tras vencer a Yugoslavia, Suecia y Polonia, se proclamó campeona del mundo al imponerse a la Holanda de Cruyff en la final.

Pero poco pareció importar aquello a la Alemania Comunista. La victoria ante la Alemania Occidental fue aprovechada por el país para sacar pecho sobre su supuesta superioridad, también en el ámbito deportivo. Daba igual que desde entonces no hubieran ganado ningún partido más; daba igual que la Alemania Occidental se terminara proclamando vencedera del Mundial; daba igual que sólo dos años después se volviera a proclamar campeona de la Eurocopa; daba igual si la Alemania del Este nunca más jugaría un Mundial ni una Eurocopa. Aquel era el partido que debían ganar, y aquel fue el partido que ganaron. Para ellos, fue mucho más que una victoria.

El drama de Sparwasser

Y lo hicieron gracias a un gol de Jürgen Sparwasser. Lo lógico es pensar que desde entonces, con aquella diana, el futbolista de Halberstadt pasaría a ser un héroe en la Alemania comunista. Y, de inicio, fue así. Pero no tardó mucho en ser repudiado.

Poco después de retirarse, en 1979, le ofrecieron entrenar al Magdeburgo, oferta que rechazó al no pretender sentarse en los banquillos. Aquello fue tomado como una afrenta por los comunistas. Pasó a ser visto como un reaccionario, un traidor a la RDA. Sparwasser tuvo que escapar a la Alemania Occidental, y tras la caída del muro, pasó a ser el Presidente de la Asociación de Jugadores Alemanes.

Hoy, sigue manteniendo que aquel gol que le marcó a la otra Alemania le trajo más daños que beneficios: en la Alemania Occidental pasó a ser el comunista que había terminadocon su equipo; en la Alemania Oriental, era un capitalista traidor al comunismo.

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