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La desgarradora historia de amor y tragedia de Louis van Gaal

Louis van Gaal siempre se ha caracterizado por ser un entrenador distante, incluso malhumorado. Fue un trágico suceso lo que le llevó a ser así.

Van Gaal, durante su etapa como seleccionador holandés. | Archivo

Cada poco tiempo Louis Van Gaal se sitúa en el foco mediático. Desde hace dos décadas siempre así lo ha hecho. En ocasiones, las más, por sus excelentes resultados, que le han colocado como uno de los mejores entrenadores de equipo y de selección de los últimos tiempos. En otras ocasiones, como recientemente, por enfrentamientos con miembros de sus plantillas, o declaraciones salidas de tono.

Pero lo que mucha gente desconoce es la traumática historia que vivió durante sus inicios como técnico. Un episodio de superación, que le forjó el carácter hermético que posee, pero que también le ayudó a convertirse en el gran entrenador que después ha sido. Una historia para comprender mejor a Louis van Gaal.

La pérdida del amor, del apoyo

Como jugador, Louis Van Gaal no fue tan brillante como lo sería como entrenador. Formó parte de la plantilla del Ajax de Amsterdam que enamoraría a todos a principios de los setenta, aunque no llegaría a debutar. Tuvo que probar fortuna en Bélgica para contar con minutos y confianza, y eso le permitió regresar a la primera división holandesa, donde jugaría durante una década, sobre todo en el Sparta de Rotterdam.

Fue en la cantera del Ajax cuando conoció al amor de su vida. Fernanda Abbes. Él tenía 18 años, y ella 16. Desde el primer momento conectaron, y en poco tiempo ella se había convertido en mucho más que su pareja: su apoyo en todo mal momento; su confidente; su amiga del alma. Sin embargo, la tragedia se iba a instalar en ella.

A principios de los 90 Van Gaal se estaba dando a conocer como un innovador entrenador, que gustaba del espectáculo, de las probaturas, y de las variaciones, mayoritariamente con acierto. Su Ajax se iba a convertir en uno de los mejores equipos del continente europeo, pese a contar con una media de edad muy baja.

No en vano, en 1995 se proclamaría campeón de Europa. Pero antes, sólo unos meses antes de su mayor gloria deportiva, viviría su mayor tragedia personal. A Fernanda Abbes, ya Fernanda Van Gaal, le detectarían cáncer de páncreas e hígado.

La vida del técnico holandés se convirtió en un auténtico galimatías. A la vez que dirigía un joven, ilusionado y talentoso grupo de futbolistas, tenía que combatir día a día, hora a hora, con la cercana muerte de su esposa. Una muerte que a cada minuto se aproximaba más. Ni siquiera el acceso a los mejores médicos y doctores que le permitía su nómima y su posición eran suficiente para mejorar la situación.

Mientras fue privado, aún con sufrimiento, la pareja era capaz de sobrellevarlo. Pero en cuanto salió a la esfera pública, la situación se volvió insostenible. A Van Gaal tanto le molestaban las excesivas –y a veces interesadas- muestras de afecto, como sobre todo algunas situaciones que le tocó vivir en campos rivales, nada deseables a ninguna persona. Como cuando visitó al Feyenoord y se encontró con una pancarta que decía "Van Gaal, kankerwijf een heeft"; es decir, "Van Gaal tiene una perra con cáncer".

Aquellas situaciones terminaron de forjar al Van Gaal hierético, rudo, incluso en ocasiones desagradable, que paralelamente se convertiría en uno de los mejores entrenadores del planeta.

Aunque jamás quiso hablar de ello, en una ocasión, allá por 2005 mientras entrenaba de regreso en Holanda al AZ Alkmaar, le preguntaron por qué tenía ese carácter, porque era tan frío y distante. Contestó que la vida le había hecho así. Le preguntaron a continuación si recordaba la última vez que había llorado. Fue rotundo: "Claro, fue hace 11 años, cuando murió mi mujer".

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