Se trataba de ver un partido de fútbol, de disfrutar de tu equipo, pero muchos hooligans del Liverpool equivocaron el escenario. Se dedicaron a alterar al personal, a estorbar, a montar el lío. Muchos de ellos invadieron el espacio de los hinchas de la Juventus y entonces se produjo la masacre, la infamia. 39 personas fallecidas aplastadas contra las vallas en el estadio de Heysel, un 29 de mayo de 1985, hace treinta años.
Juventus y Liverpool jugaban la final de la Copa de Europa, por entonces una de las mejores que se podía vivir en el continente. Los reds, que habían ganado el título año antes, frente a la Vecchia Signora de Michel Platini. Sobre las 19:30 horas, a una hora del partido, llegaban las primeras noticias, entonces confusas; tres cuartos de hora después, sobre las 20:15, se producía la confirmación de las primeras víctimas mortales. A las 21:30, conciencia total de que aquello era una de las mayores barbaries de la historia del fútbol.
39 fallecidos. Se trataba de 34 italianos -seguidores de la Juve-, dos franceses, dos belgas y un británico. 600 heridos de diversa consideración. La gota que colmó el vaso fue la orden de la UEFA de que se disputara el partido. El máximo organismo europeo dijo entonces que una suspensión hubiera crispado más los nervios, pero la mancha queda en su expediente. Jugar una final entre cadáveres fue toda una pesadilla para el mundo del fútbol. Es la final del horror.
Quedan imágenes impactantes del partido. Los jugadores de la Juventus, campeones luego por un penalti transformado por Platini, que ni se alegraron con el gol conseguido. El capitán del Liverpool, Phil Neal, leyó un comunicado entre lágrimas antes de la reanudación. Pasadas las doce de la noche, la Juventus ganó el peor partido de su larga historia. Fue una alegría en forma de Copa de Europa, lastrada por la sangre en las gradas.
Las consecuencias del partido, en forma de sanción para todos los equipos ingleses, apartados seis años de las competiciones europeas. La culpa, de los ultras del equipo inglés que empezaron a invadir el territorio enemigo hasta lograr que en los espacios hubiera más gente de la que permitía el aforo. Entonces, todavía una vallas, asesinas ese día, marcaban la diferencia entre unas ubicaciones y otras. Hay quien dijo que aquellos trozos de hierro fueron letales.
Desde entonces la UEFA ha sido mucho más considerada con las tragedias. Suspensión inmediata de algunos partidos que han tenido muchos menos incidentes que estos que produjeron la muerte de 39 personas en mayo de 1985, una fecha negra para la historia del fútbol. El propio Liverpool vivió en su propia carne otra tragedia, cuatro años después con la avalancha que mató a casi cien personas en el estadio de Hillsbrough. Entonces un error de la policía desencadenó el desastre. Aquel día, en Heysel, fueron los propios hinchas los culpables de la mayor masacre en un partido de fútbol.