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¿Por qué los árbitros españoles son conocidos por los dos apellidos?

Cuando un colegiado, llamado Franco, comenzó a copar las portadas de la prensa -y no precisamente de manera positiva- la historia cambió.

Cuando un colegiado, llamado Franco, comenzó a copar las portadas de la prensa -y no precisamente de manera positiva- la historia cambió.
Franco Martínez es protestado por el futbolista alemán Dieter Hoeness tras un partido de la Copa de Europa.

En España, es tradición que a los árbitros, a todos, se les conozca por sus dos apellidos. No sucede lo mismo en otros deportes. Ni con otros 'cargos' dentro del mundo del fútbol. Pero sí con los colegiados. Sin embargo, no siempre fue así. Hubo un capítulo, una anécdota de mal gusto, que fue la que así lo provocó.

"Franco es muy malo" fue la frase que lo desató todo. Estamos en el año 1970, aún en plena dictadura. Un colegiado acaba de llegar a Primera División. De nombre, Ángel Franco Martínez, conocido como Franco. Era un colegiado de gran futuro, pero pasó lo que tenía que pasar.

Sus controvertidas decisiones –como casi siempre sucede con los árbitros- le valieron continuas críticas, y con ellas titulares en la prensa del tipo "Franco es muy malo", "Franco masacró al Valencia" o "Todos culpan a Franco".

La noticia, claro, llegó a oídos del Jefe de Estado español, y no le hizo ninguna gracia. Se decidió de inmediato que al colegiado se le conociera por sus dos apellidos, Franco Martínez, para evitar ironías y confusiones. Como quiera que entonces eran bien pocos los árbitros conocidos por sus dos apellidos, se obligó a denominar a todos los colegiados del fútbol español por el apellido del padre y de la madre. Y así hasta hoy.

Una inmensa trayectoria

En cualquier caso, Franco Martínez se consolidó como uno de los mejores colegiados españoles de la década de los 70. Dirigió, entre otros, el partido Holanda – Italia de semifinales del Mundial de Argentina 78, siendo el representante español en el campeonato, así como tres finales de la Copa del Rey: las que enfrentaron a Barcelona y Las Palmas en el 78; la histórica entre el Real Madrid y el Castilla en el 80; y la que midió a Athletic y Barcelona en 1984, que terminó con la inolvidable e inaceptable tángana entre los jugadores de ambos conjuntos.

Además participó en multitud de partidos de competición europea, lo que le llevó a vérselas con leyendas como Maradona, Cruyff, Juanito, Schuster, Matthaus o Rummenige. En total, 17 temporadas en Primera División, y 15 como internacional. Su último partido fue un Barcelona – Valencia en el Camp Nou. Actualmente, Franco Martínez es uno de los tres vicepresidentes del Comité Técnico de Árbitros.

El episodio de Atocha

Eso sí, lo que jamás pitó Franco Martínez fue una final de la Copa del Generalísimo. Por aquello del apellido, claro. Había que evitar posibles insultos, aunque fueran indirectamente, al Jefe de Estado, encontrándose éste en el palco. "Era imposible por los gritos que me iba a dedicar la grada... 'Franco, hijoputa', 'Franco, cabrón', y que también iban a llegar hasta jefe del Estado", relata en una entrevista de hace unos meses en la revista Hoy.

También recuerda Franco Martínez una historia, una anécdota, que le sucedió en un partido de Liga de la temporada 70-71. Tenía que arbitrar el duelo entre la Real Sociedad y el Athletic, en el viejo Atocha. Entonces, le llamaron de urgencia. En Murcia, a 800 kilómetros de donde se debía disputar el partido. "Pensaba que me iban a intentar comprar o algo parecido".

Pero cuando llegó a la cita se encontró con el secretario del ministro de la Gobernación, Tomás Garicano Goñi. Y se le sugirió que se pusiera enfermo. En aquellas fechas se celebraba un consejo de guerra en Burgos -el posteriormente denominado Proceso de Burgos- contra varios miembros de ETA y corría por aquellas fechas la expresión en San Sabestián de 'primero terminaremos con este Franco, y después con el de Madrid'.

Por supuesto, Franco, el colegiado, fingió una lesión. "Oficialmente me lesioné en un entrenamiento, y tuvieron que mandar a otro compañero, aunque yo estaba perfectamente. No se lo pude contar ni a mi familia porque era alto secreto".

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