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Copa del Rey

El Villarreal gana enteros

Desde hace nueve años es un modelo de equipo, con tres participaciones en Champions y se presentan por primera vez en una semifinal de Copa.

Desde hace nueve años es un modelo de equipo, con tres participaciones en Champions y se presentan por primera vez en una semifinal de Copa.
Los jugadores del Villarreal celebran un gol. | EFE

Miraron el cielo de cerca, muy de cerca, cuando aquel 25 de abril de 2006, en el minuto 89 de partido, Juan Román Riquelme lanzó un penalty para una prórroga que podía suponer una final de Champions para un equipo muy modesto, el Villarreal. Todo El Madrigal tragó saliva y el centrocampista argentino también. Quizá demasiada porque sus nervios le traicionaron. El alemán Lehman, portero del Arsenal, detuvo el balón del sueño amarillo. Todo se acabó entonces.

Aquella Liga de Campeones marcó un antes y un después en la vida del Villarreal. La gente del fútbol, aficionados de todo tipo, recitaban de memoria aquel once comandado por Manuel Pellegrini. Viera; Javi Venta, Gonzalo, Peña, Arruabarrena; Senna, Taccinardi, Josico, Riquelme; Forlán y Jose Mari. Incluso los suplentes eran recordados. Sorín, Guille Franco, Josemi, Guayre, Roger. Un equipo de ensueño.

Repitieron experiencia en 2009, de nuevo con el chileno en el banco y de nuevo topándose con el Arsenal, esta vez en cuartos de final. Volvieron a la élite europea en 2012, nefasta esa vez porque perdieron todos los partidos del grupo ante Nápoles, Bayern de Múnich y Manchester City, y ese año descendieron a Segunda División. En seis años se probó la miel del éxito, se tocó la gloria, se probó el sabor de la normalidad y del equilibrio, pero se bajó también a los infiernos. Se probaron todas las sensacones posibles. Aquel mes de junio de 2012 el equipo se va a segunda con un once también muy recordado, lleno de muy buenos jugadores. Diego López; Ángel, Gonzalo, Zapata, Gaspar; Bruno, Senna, Borja Valero, Cani, Oriol; Marco Rubén.

Pasaron muchos estilos por ese banquillo. Pellegrini y su toque para ese equilibrio y esa semifinal histórica. Ernesto Valverde para un año demasiado normal, casi intrascendente. Juan Carlos Garrido para sacar a mucha gente de la cantera (Oriol, Gaspar, Moi Gomez), para volver a la Champions. Lotina para salvar a un equipo que deambulaba por primera, sin conseguir el objetivo. Llegó a estar fichado Manolo Preciado, dos días antes de fallecer de un infarto. Pasó Julio Velázquez el año en segunda hasta enero de 2013, que llegó Marcelino, auténtico artífice de la creación elaborada de un nuevo estilo en el Villarreal. El asturiano siguió con el toque, consiguió el ascenso. Pero el año pasado y éste conjugó una mezcla que le está empezando a dar resultados. Jugar y dominar cuando hay que hacerlo, pero sin olvidar contragolpe y fuerza cuando la situación lo hace necesario.

Este año, tras una derrota en Sevilla el 26 de octubre y otra ante el Valencia en casa, el 2 de noviembre, Marcelino se hartó. Dijo que ya bastaba de jugar de vicio y perder. Que el equipo tenía que ser más consistente. Desde aquel día hasta hace una semana en el Camp Nou, 18 partidos sin perder. Resultado de la fuerza mental que ha adquirido el bloque.

Ahora llega a una semifinal con el Barcelona de Copa del Rey, primera que disputa el equipo en toda su historia. Lo hace sin ser favorito pero con las ideas claras. Sexto en la Liga, rozando Champions. Siempre juega el equipo en los extremos. Los años en primera han estado marcados por descensos o por clasificaciones a Europa. Sólo un año (2001-2002) el equipo fue décimo. El resto han sido grandes temporadas, salvando la 2011-2012 con el descenso a Segunda.

Para la cita ante los azulgrana ya ha dicho Marcelino que "van a morir en el campo". Es una oportunidad única. Es muy complicado a dos partidos, pero sin intentarlo no se gana nada. Merece la pena probar.

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