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Y Fernando Torres se rió de todos

Torres calló a todos. El Madrid jugó con mas corazón que cabeza. Simeone sigue demostrando su superioridad en los banquillos.

Fernando Torres celebra un gol en el Bernabéu | EFE

Es una historia de película. "Es vuestro, gratis. Para vosotros", insistía el primero. "No, no nos gusta. No contamos con él", insistía más el segundo. A Fernando Torres no le quería nadie. Ni el Chelsea ni el Milan. Y es cuando aparece, después de muchos años, el amor de su vida, el Atlético de Madrid. Y, como cuando regresas con tu exnovia, surgen detractores que no ven futuro en una relación ya acabada. Pero el Niño ha callado a todos. Al Chelsea, al Milan y a los que se burlaban de su fichaje.

No se puso el dedo en la boca para silenciar al Bernabéu porque no es su estilo, aunque motivos tenía de sobra. En dos semanas ha hecho más de lo que hubiera imaginado cualquiera de los presentes en ese estadio, donde Fernando nunca había marcado un gol hasta entonces. Pero anoche, un futbolista supuestamente acabado derribó al equipo más poderoso del mundo. Y tan importante como sus dos tantos es lo que ha hecho con la afición.

Torres llegó al Atlético en plena división de la grada tras el fallecimiento del ultra del Deportivo de La Coruña. Días después del asesinato, congregó a 45.000 personas en el Calderón. Dos semanas después, hizo feliz a toda su afición, incluyendo a los que dudaban de él. Su partido en el Bernabéu es una de esas historias que los aficionados siempre tendrán en mente. Es historia del fútbol. Fernando mordiéndose el labio, disfrutando, con los brazos en alto, con el Bernabéu callado. Es una imagen para el recuerdo. Al fin y al cabo, los niños son la sonrisa. Y Fernando fue quien se rió de todos.

¿Por qué siempre el Atlético?

"¿Por qué siempre el Atlético?", se preguntan los seguidores del Real Madrid. "¿Por qué de repente no conseguimos ganarles?" La respuesta es larga, pero se puede resumir en una frase: porque es el equipo más organizado que existe en la actualidad y posiblemente en las últimas décadas. Puede practicar un fútbol poco vistoso, hasta aburrido, pero la realidad es que su estilo es el más idóneo para enfrentarse al Madrid, un conjunto que apenas tiene respuestas colectivas ante equipos que le dejan pocos espacios.

¿Por qué el Barcelona fue tan superior a este Atlético de Madrid? Porque Neymar y Messi son dos jugadores totalmente opuestos a Bale y Ronaldo. Si los últimos necesitan metros y metros para desarrollar su mejor juego, los dos azulgranas no. Y sabiendo esto, el Madrid, como conjunto, no tuvo ni paciencia ni ideas para contrarrestar un combate en el que, por jugadores, el Real Madrid es infinitamente superior.

Mucho ímpetu y pocas ideas

Si el derbi hubiera sido una partida de ajedrez, el Atlético tenía todas las de perder. Es como si el Real Madrid partiera de inicio con dos reinas y y cuatro caballos. Tiene mejor plantilla, pero luego en el tablero no sabe aprovechar su ventaja.

El equipo de Ancelotti tiró más de ímpetu que de ideas. Jugó más con el corazón que con la cabeza. Y ante otros rivales con eso te vale, pero ante el Atlético no. La base del Madrid para consumar la remontada se basaba en abrir el campo con las subidas de Carvajal y Marcelo y colgar muchos, muchos, pero muchísimos, balones al área. "Gracias", tuvieron que pensar Miranda y Godín. No hay situación más cómoda para los dos centrales -y el resto de compañeros- que defender balones colgados. Ahí son los mejores y en el Madrid, sus mejores rematadores, Ramos, Pepe, Bale y Ronaldo, estaban casi siempre alejados del área al estar defendiendo o centrando. Ni con un portero nervioso como Oblak, el Atlético lo pasó excesivamente mal.

Y aún así, el Real Madrid demostró ser un equipo temible. Ni con el gol de Fernando Torres a los 53 segundos de empezar se vinieron abajo. Hubo atisbos de remontada con el tanto de Sergio Ramos y, a pesar de la mala planificación, de los errores propios, hubo oportunidades para creer en la épica. Esa es la grandeza y el poderío del Real Madrid.

Los errores y los entrenadores fueron clave

Como decía Vicente Azpitarte en Tiempo Extra, Simeone es el auténtico gurú del Atlético de Madrid. No hay entrenador que saque más provecho de una plantilla inferior. ¿Podrían jugar mejor? Sí, pero quizá no ganarían tanto. El Cholo plantea los partidos de una manera poco convencional. "A ver qué haces para ganarme, que como te equivoques vas a perder". Es el eslógan de este Atlético. Y, claro, el Real Madrid se equivocó. Y mucho. Sobre todo Sergio Ramos. En la ida con los dos goles, mayúsculo el penalti. Y en la vuelta, de nuevo en los dos tantos, con la ayuda de Pepe. El Madrid erró y por eso perdió.

En el campo fallaron más los blancos y en el banquillo venció Simeone a Ancelotti. El argentino ha conseguido que, salga quien salga, el equipo juegue exactamente igual. Ya sea con un canterano de lateral izquierdo, con un recién llegado como Torres o con Mario Suárez, que juega una vez cada dos meses. Y en el Madrid, Ancelotti no puede decir lo mismo. Si no fuera por el gol de Ramos en el último minuto en Lisboa, ¿quién diría aquello de: 'se busca rival digno para derbi decente'?

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