Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, el dictador que gobierna con mano de hierro en Guinea Ecuatorial desde el golpe de estado de 1979, se ha erigido en una especie de salvador del fútbol africano. Poco ha importado que su país esté a la cola de la ONU en libertades (163 de 175 países) o que no cuente con infraestructuras suficientes. Obiang tardó once horas en aceptar el reto de organizar a contrarreloj la próxima Copa África de Naciones.
Sobre la mesa estaba la propuesta de la Confederación Africana de Fútbol (CAF), en plena crisis después de la renuncia oficial de Marruecos a acoger el evento. "Un verdadero africano", así calificó Issa Hayatou, presidente de la CAF, a Obiang después de que se comprometiese a quedarse con el torneo más importante del fútbol africano, que se celebrará del 17 de enero al 8 de febrero.
Marruecos renunció ante el avance y el riesgo de contagio del ébola. Atendiendo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el país norteafricano aludió a los posibles riesgos de contagio para rechazar la organización del evento. Sin embargo, la OMS no prohibió explícitamente que se pudiesen producir grandes concentraciones de personas. Es el argumento que utilizó la CAF para no suspender el torneo, conscientes de que una anulación podría acabar con un campeonato muy cuestionado en Europa por las fechas en las que se produce.
Y ahí estaba Obiang, erigido como salvador del fútbol africano, consciente de que organizar un gran evento deportivo es otro argumento para legitimar su régimen. Además, ha prometido tener todas las medidas de seguridad y salud para evitar contagios de ébola. Hace unas semanas llegó a un acuerdo con la embajador de Cuba en Malabo para que 50 médicos cubanos lleguen al país, encargados de reforzar al Comité Nacional de Vigilancia y Control del virus del Ébola y permanecerán tres meses.
Guinea Ecuatorial, un país de apenas 28.000 metros cuadrados y menos de un millón de habitantes, duplicará su población durante la Copa África y podrá poner delante de todo el continente el potencial económico de su petróleo. Ya lo hizo en 2012 cuando organizó junto a Gabón el campeonato y ahora tiene la oportunidad de presentar las faraónicas infraestructuras deportivas que empezó a construir hace unos años. Hasta su selección nacional, que estaba descalificada por alineación indebida de un jugador, ha sido readmitida y ejercerá como anfitriona. No faltarán ni médicos cubanos para controlar el ébola. Obiang tiene en sus manos el fútbol africano.