"¿Es consciente de que el Betis no sólo tiene que ascender sino que debe ser primero toda la Liga? Usted no quiere esa presión, pero debe ir primero. Dice que en noviembre no se asciende, pero ¿no será usted el que no esté aquí en noviembre? Según usted, el Betis es el Real Madrid de la categoría aunque juegan como el Eibar de Segunda?", son algunas de las preguntas que recibió Julio Velázquez en rueda de prensa en las primeras jornadas de la presente campaña.
El rendimiento del Betis está lejos del que se esperaba al inicio del nuevo curso, eso es una realidad, y el juego del equipo nunca ha convencido a nadie. El club con mayores recursos y, a priori, con mejor plantilla de la categoría debería tener sensaciones muy diferentes a las que tiene hasta la fecha. Más importante que los resultados es la fortaleza como equipo que se debe demostrar para salir adelante en una Segunda División que no concede nada a nadie y el Betis no lo ha conseguido.
Todas las culpas sobre la mala situación del conjunto bético han recaído sobre el blanco más fácil: Julio Velázquez. Llegó a Sevilla como una apuesta joven (33 años), avalada por su gran papel en el Murcia, pero desde el primer momento se le han exigido victorias en cada partido y buen juego, todo desde el principio y sin margen de maniobra. El peso de los resultados siempre estuvo sobre sus espaldas y no en la de los jugadores pese a que la plantilla siempre dio la cara por su líder y asumió sus errores.
Pasar de Primera a Segunda nunca es fácil, son categorías muy diferentes y el tipo de fútbol de la Liga Adelante no es en la mayoría ocasiones el fútbol que se puede ver en el Bernabéu o en el Camp Nou. Aún así ir "primeros toda la temporada" ha sido una exigencia que se ha escuchado más en rueda de prensa que en la grada llegando a menospreciar a equipos como el Eibar, que ascendió de manera espectacular a Primera el curso pasado, la Ponferradina, la Llagostera o cualquier equipo, en casa o fuera, que jugase ante el Betis.
Ponferrada, punto de inflexión
La derrota ante la Ponferradina por 4-1 en la tercera jornada fue el detonante de una situación que terminó de explotar tras el último tropiezo ante el Alavés en el Benito Villamarín. Se habló de "humillación" y se catalogó a la Ponferradina de equipo pequeño que nunca debería haber ganado al Betis. Julio Velázquez, ganase o perdiese el equipo, fue acribillado con mayor o menor motivo en cada rueda de prensa posterior, pero lo más alarmante es que la falta de confianza en él ya se evidenció en las dos primeras jornadas sumando 6 puntos de 6.
Otro episodio surrealista tuvo lugar en la jornada 12. El Betis acabó ganando 1-0 al Barcelona B y lo hizo sin Velázquez en el banquillo. El técnico salmantino fue expulsado en la primera parte y el público aplaudió la decisión del árbitro mientras gritaba: "Velázquez, vete ya".
La batalla prensa-Julio Velázquez cogió mas protagonismo que el propio rendimiento de un equipo al que, por ahora, no se ha criticado con tanta dureza como a su ya ex entrenador. El banquillo verdiblanco no tendrá ahora una diana clara como objetivo y habrá que ver, si los resultados no acompañan, quién o quiénes serán los culpables. La afición es soberana, nadie lo discute, y ha señalado a la directiva como parte del problema, no sólo a Velázquez. Por el contrario, la prensa sevillana sólo ha visto a un culpable.