Zlatan Ibrahimovic siempre ha sido un tipo polémico. Nunca ha hecho demasiados amigos en el fútbol y son más los equipos de los que ha salido peor que mejor.
Sin embargo, el delantero sueco, uno de los mejores del planeta, saca a relucir de vez en cuando su lado más amable, más emotivo, más cercano. Y la última ocasión ha recibido una sonora ovación. Su discurso bien lo merecía.
Ocurrió durante la entrega del premio a mejor futbolista sueco, el noveno que recibe ya -octavo de manera consecutivo-. Entonces comenzó su conmovedor discurso, en el que recordó a dos futbolistas fallecidos recientemente a causa del cáncer: Klas Ingesson y Pontus Segerstrom.
A continuación, el futbolista, de 33 años, se refirió a un hermano suyo que murió por la misma enfermedad hace unos meses, para terminar afirmando que hay cosas en la vida más importantes que el fútbol y que muchos no lo pueden disfrutar. Terminó con un claro "que descansen en paz".
Unas palabras que provocaron una ovación cerrada del público asistente, que no dudó en ponerse en pie para aplaudir al futbolista sueco.