Dos años y medio. Ése es el tiempo que ha pasado desde que Stiliyan Petrov tuvo que abandonar el fútbol por una leucemia hasta que ha vuelto a calzarse unas botas para jugar un partido. Dos años y medio en los que él mismo admite vivir un infierno, y en donde ahora ha recuperado la sonrisa.
Para ello, ha tenido que pasar de jugar en Villa Park, el estadio del Aston Villa, del que era capitán tras llegar en el 2006 procedente del Celtic de Glasgow, a jugar en campos de barrio, con aficionados al fútbol. Ahora práctica la que ha sido su pasión toda la vida en una liga para mayores de 35 años, la edad que él mismo tiene ahora.
"Lo que pasé fue como un infierno y muy duro. Mi gran logro es estar vivo. Pero aún sigo aquí y puedo darle a la pelota. Siempre pensé que si tenía la oportunidad de jugar fútbol-5 o algo, seguiría jugando", le dijo al Daily Mirror. Y así lo hace, aunque ahora tiene que pagar 6 euros mensuales. De ganar 90.000 libras semanales (unos 70.000 euros) a disfrutar del simple hecho de jugar.
Le detectaron la leucemia en marzo de 2012
Una historia que arrancó a finales de marzo de 2012 cuando, tras un partido frente al Arsenal, sufrió una repentina y súbita fiebre, que le llevó a realizarse pruebas médicas y en la que le diagnosticaron leucemia. Un nombre maldito y que le obligó a dejar los terrenos de juego. Después de mucho tiempo con sesiones de quimioterapia y largas estancias en el hospital, el búlgaro ha superado esta enfermedad y juega en el Wychall Wanderers, un modesto equipo de Birmingham en el que juega en la Sunday League.
"Lo más importante es encontrar una cura. Ese es ahora mi objetivo en la vida. Pasé por el infierno y me las arreglé para pasarlo, pero mucha gente no lo hace y lucha con ello", ha señalado el futbolista búlgaro. Él ya es feliz con esto y no piensa ni siquiera en intentar regresar a la Premier.
Aunque sí que con todo superado, incluso ha estado en la grada del que fue su estadio, donde tantos pases y tantas carreras había realizado, y en donde recibió una tremenda ovación por parte del público. Él saludó poniéndose en pie, junto a su familia, y con lágrimas en los ojos. Las lágrimas de haber ganado su mejor partido.