La historia de Carlos Caszely es la historia de un futbolista que no tuvo miedo de perder todo lo que tenía –que en un futbolista no es poco- por no querer doblar las rodillas ante Augusto Pinochet, uno de los dictadores más atroces del siglo XX. Es la historia de una persona que plantó cara al totalitarismo por defender sus ideas; aunque ello le pudiera costar la vida, o la de los que estaban a su alrededor. Y es la historia de uno de los mayores héroes del fútbol chileno en toda su historia.
Carlos Caszely nació en Santiago el 5 de julio de 1949. De orígenes húngaros, se formó en la inagotable cantera de Colo-Colo. Debutó en el primer equipo a los 17 años, y ahí se quedó durante seis temporadas. A los 24 años cruzó el charco, y pasó cinco años en la liga española, primero en el Levante y posteriormente en el Espanyol. Para regresar de nuevo a Colo-Colo, donde estuvo durante siete temporadas más. En total, ganaría cinco ligas y tres copas chilenas, sumando la impresionante cifra de 208 goles. Se retiró tras una última temporada en el Barcelona ecuatoriano.
También, por supuesto, fue internacional con Chile. Disputó 49 partidos con La Roja, en los que sumó 29 tantos, lo que le convierte en el tercer máximo goleador de la historia de la selección, tras Marcelo Salas e Iván Zamorano. Disputó dos mundiales, el de Alemania 74 y el de España 82. Pero fue durante la clasificación y disputa del primero cuando su fama alcanzó talla mundial. Y no precisamente por su fútbol. Fue, sin duda, uno de los peores momentos de su vida.
Desafío a Pinochet
Ya antes de aquella cita, Caszely había sorprendido a todos dentro y fuera del terreno de juego. Dentro, al alcanzar la final de la Copa Libertadores de 1973 siendo la estrella de Colo-Colo; fuera, por sus manifestaciones políticas próximas al partido comunista Unidad Popular de Teitelboim.
Así que tras el golpe de Estado de las Fuerzas Armadas capitaneadas por Pinochet en 1973, que puso fin al gobierno de Salvador Allende, y el inicio de la dictadura, Caszely comenzó a tener problemas. Es entonces cuando decide marcharse a España. "Sabía lo que se venía encima. Tenía miedo. No por mí, sino por mis amigos y por mi familia. Sabía que estaban en peligro por mis ideas" explica el goleador chileno.
En Chile saben de su importancia, pero no quieren dar relevancia a un adversario al régimen. Por eso, cuando el equipo chileno se clasifica para el Mundial, Caszely es incluido en la lista pese a diversas voces contrarias. Con todo, Pinochet, junto a otros altos cargos de la Junta de Gobierno, acude a despedir a la selección antes de su partida hacia Alemania. Allí el dictador saluda a todos los futbolistas uno a uno, pero Caszely decide no estrecharle la mano. Todo un desafío. Casi una sentencia de muerte. "Tenía miedo, pero era lo que tenía que hacer. Me lo encontré varias veces en mi carrera, y sólo una le saludé"
A partir de ese momento su madre, su propia madre, pasó a ser sometida a torturas. "Fui secuestrada de mi hogar y llevada a un lugar desconocido, vendada, y fui torturada y vejada brutalmente", relataría Olga Garrido, después de afirmar que no había contado todas sus vejaciones -"por respeto a mis hijos, a mi esposo y a mi familia"-.
Lo hizo, además, en televisión, durante un programa electoral de la campaña por el plebiscito, en 1988. Casi quince años después de que comenzara todo. Se votaba si el dictador Pinochet debía seguir o no en el poder. En el momento del No, apareció una señora –Olga Garrido- anunciando todo lo que había padecido. "Por eso voto no".
Tras el desgarrador relato, aparecía la figura de Carlos Caszely, evidentemente un rostro muy popular en el país. "Yo también voto no", dijo, para acto seguido pronunciar "esta linda señora es mi madre". La escena tuvo una repercusión enorme, no solo en el país, sino en todo el planeta.
De héroe a villano en la prensa chilena
Pese a todo, y pese a conocer lo que estaba sucediendo, Caszely decide continuar jugando. Y el Mundial del 74 no se puede decir que fuera un buen trago. "No pudimos difrutar porque estábamos como prisioneros en Alemania, rodeados todo el día de militares. Nuestro bus no tenía los colores de Chile para pasar desapercibidos y evitar posibles atentados. De los otros países nunca hubo un gesto de solidaridad. Es más, fue todo lo contrario porque no podían entender lo que pasaba en Chile. Se supendieron muchos amistosos, porque nadie quería recibir a Chile", cuenta otro de los integrantes de aquella selección.
En 1977, y pese a sus buenos años de fútbol en España, el gobierno veta su presencia en la selección, y se queda fuera del Mundial. "Estaba listo para venir. Jugaba en Espanyol de Barcelona. Una noche de domingo me llama Caupolicán Peña -el seleccionador- para decirme que no estoy citado. Sorpresa mía y sorpresa para todos mis compañeros. Muchos de ellos me llamaban. Después con el tiempo supimos que Gordon había dicho que no era conveniente que me llamaran porque iba a ir Pinochet al estadio y si yo le hacía un gol a Perú, se iba a sentir medio mal. Desgraciadamente, por esa ceguera, no pude venir".
Chile vuelve a fracasar, y Caszely decide regresar a Colo-Colo. Así que para la próxima cita, la Copa América de 1979, vuelve a la lista. Y se convierte en el mejor jugador del campeonato, en el que Chile termina subcampeón.
En España 82 vuelve a tener la oportunidad de disputar un Mundial. Pero con la mala fortuna de marrar un penalti contra Austria en la fase de grupos. La prensa, que esperaba agazapada, vuelve a saltar en su contra. Ponen en duda su compromiso nacional. Así que decide retirarse de la selección.
Desde su retirada en 1985 pasa a ser un activo opositor a Pinochet. Poco después se reencuentra con el dictador, en una recepción en La Moneda. Esta vez sí le saluda. Y Pinochet, consciente de la relevancia del futbolista, pretende hacerse una fotografía con él que sin duda daría la vuelta al mundo. Caszely, pero, no quiso posar para la imagen. Sus ideas no habían cambiado.
Así, hasta el capítulo del 88, hasta el ‘no’ al plebiscito. "Para mí fue una tremenda alegría que Chile dijera ‘no’ al dictador. Era el ‘no’ a muchos años de horror. En la selección no se hablaba de eso, pero sabíamos que la gente desaparecía, que había torturas y que las violaciones a los derechos humanos eran habituales en nuestro país. Con el paso del tiempo puedo decir que estoy orgulloso de haber ayudado a que mi país volviera a la democracia".