Brasil sigue adelante en su Mundial tras vencer a Chile en la tanda de penaltis, primer partido de octavos que se resuelve en la lotería de los once metros. Pero, ¿realmente es una lotería, cosa de suerte o cara o cruz? Según la ciencia no. Hay bastantes estudios que se han centrado en los condicionantes y aspectos psicológicos que determinan el éxito.
Los nervios son el principal obstáculo. Por la cabeza del futbolista pasan mil cosas desde que se aleja del corrillo donde se quedan el resto de sus compañeros, coloca el esférico sobre la marca blanca del césped y se prepara para dar una carrerrilla antes del golpeo.
El sábado, el portero chileno Bravo fue el encargado de elegir el orden y decidió que la canarinha fuera la primera en lanzar. Con esta acción, trivial a priori, estaba poniendo a las estadísticas en su contra. Según el catedrático de Economía de la London School of Economics, Ignacio Palacios-Huerta, el equipo que en una tanda de penaltis efectúa el primer disparo tiene un 21% más de probabilidades de ganar el partido que su rival, basándose en 2.820 disparos entre los años 1970 y 2008. Cuando la presión aumenta, la clave está en concentrarse en el rendimiento de su propio grupo.
Así ha ocurrido en 10 de las 11 anteriores tandas de penaltis en Mundiales, como recoge Álvaro Vega en su blog, quien hace una comparación con una partida de ajedrez. "Las blancas mueven primero y se estima que el 28% de las partidas las ganan las blancas, el 17% las negras y el 55% restante acaba en tablas", concluye.
Inglaterra, la peor tiradora
La selección que más teme jugarse el pase en los penaltis es la inglesa. De siete veces que lo ha hecho, solo en una ocasión ha salido victoriosa. Inglaterra fue eliminada por penaltis en tres de los últimos seis Mundiales y en las Eurocopas de 1996, 2004 y 2012. Los holandeses no se alejan demasiado: han perdido cuatro de cada cinco veces que han tenido que batirse en este duelo. Tiene un 67% de probabilidad de éxito. En el lado opuesto: Alemania. Los germanos se han visto seis veces en esta tesitura durante campeonatos del mundo o de Europa y, en cinco de ellas, la han superado satisfactoriamente. Tienen un 93% de éxito en tandas de penalti, aunque los checos son incluso más eficaces: nunca han fallado.
Hay un sinfín de teorías para dar explicación a esto. Según un artículo de Jon Billsberry, de la Universidad de Deakin en Australia, los países que tienen mayor sentimiento de colectividad tienden a salir mejor parados que aquellos que son más individualistas. Así, dicen, un jugador alemán se beneficia del sentimiento de apoyo de su equipo, mientras que uno inglés siente la ansiedad por quedar aislado en su selección.
Contagio emocional
Otro estudio de Geir Jordet, de la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte, apoya esta teoría basada en el ego: es más probable que pierdan los combinados con más estrellas. Además, destaca un "contagio emocional": cuando un jugador celebra un tanto levantando los brazos en señal de triunfo, aumenta las probabilidades de que sus compañeros también anoten y que su rival falle.
Durante una situación estresante, según la Universidad de Exeter en Inglaterra publicado en Journal of Sport and Exercise Psychology, tenemos más posibilidades de ser distraídos por cualquier estímulo negativo o de amenaza. Por lo tanto, "es probable que la atención del futbolista se dirija hacia el guardameta en lugar de a las zonas más óptimas para el disparo, como la parte interior del palo. Esto perjudica la puntería del tiro e incrementa la probabilidad de golpear el balón hacia el portero, haciéndolo más fácil de parar". Según este estudio, la clave está en "ignorar al portero y centrarse en el mejor lugar de tiro".
El lanzamiento perfecto
Hay investigaciones que concluyen que el portero necesita de al menos 100 milisegundos para procesar mentalmente el disparo y otros 100 milisegundos para enviar la orden a su cuerpo de tirarse hacia un lado u otro. Por lo tanto, la ventaja es del tirador.
En la Universidad de Liverpool John Moore averiguaron que el penalti perfecto es aquel que dispara el balón alto, de forma precisa a la parte derecha o izquierda del portero y rápido, entre 90 y 104 kilómetros por hora. Si el tiro es más potente, es más fácil que sea impreciso y que se vaya fuera; si es más débil, da al portero la oportunidad de pararlo.